El próximo domingo 4 de marzo se celebra la nonagésima ceremonia de los premios Oscar, galardones que se llevan entregando anualmente desde 1929 por parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos y suponen el mayor reconocimiento del cine de cara al gran público. Noventa años cumple el eunuco dorado, décadas de carrera profesional en las que no han sido pocas las veces que los Oscar han tirado piedras en su propio tejado con ganadores dudosos, giros de guión dignos del propio Shyamalan, equívocos, exclusión de minorías raciales y una predominancia masculina apabullante. Solamente Kathryn Bigelow ha sido galardonada con el Oscar a la Mejor Dirección (a la que podría unírsele Greta Gerwig el domingo) en todo este tiempo, y este año es la primera vez que una mujer opta al galardón a la Mejor Fotográfia.
Todavía queda mucho por hacer, y un largo camino que recorrer, pero ahora relajémonos y echemos la vista atrás para ver qué películas dieron la campanada en su momento al hacerse con la victoria en la categoría reina. Algunas por inesperadas, otras por “academicistas y prediseñadas para premios”, otras por ser “la más floja” de la categoría o, sencillamente, ser la que menos gustaba a la mayoría de críticos (que literalmente no tienen ni voz ni voto en los Oscar). Estos diez títulos comparten el dudoso honor de ser consideradas algunas de las peores ganadoras del Oscar a la Mejor Película de entre las 90 que hasta la fecha lo han conseguido (La La Land fue ganadora del galardón durante 2 minutos y 23 segundos, exactamente). Eso no quiere decir que las películas de esta lista sean malas. Ni mucho menos. De hecho, algunas son obras maestras. Sencillamente son victorias que generaron revuelo en su momento o, como suele ser habitual, a posteriori. Porque a toro pasado, todo se ve distinto y es más fácil criticarlo.
EL MAYOR ESPECTÁCULO DEL MUNDO (1952)
Dirigida por una de las más grandes leyendas que ha dado el cine, Cecil B. DeMille, El mayor espectáculo del mundo está considerada por muchos expertos como la peor película en llevarse el Oscar. Y nada más lejos de la realidad, ya que paradójicamente nos encontramos ante un relato de una solidez de hierro, además de una candidez e ingenuidad que no hacen sino despertar nuestra ternura y condescendencia ante una película que los más viejos del lugar definirían “de las de toda la vida”. Además de ser un grandísimo éxito en su momento y encontrarse entre las 100 películas más taquilleras de todos los tiempos.
Protagonizada por Charlton Heston, James Stewart, Betty Hutton y Gloria Grahame, la película nos cuenta la historia del día a día de un circo de la compañía Ringling Brothers and Barnum & Bailey y de las relaciones de sus componentes. Un gruñón capataz incapaz de reconocer su amor por la trapecista principal que, a su vez, siente deseos por el famoso trapecista francés que acaba de llegar para completar la temporada, o la historia de un triste payaso (James Stewart en el mejor papel de su carrera para el que esto escribe) que tiene que esconderse tras el maquillaje para huir de la justicia.
Ganadora de 2 Oscar: Mejor Película y Mejor Argumento Original, siempre se ha dicho que su victoria se debe más por la deuda que la Academia tenía con DeMille, literalmente uno de los padres del cine, que por la calidad de la cinta en sí, ya que competía con títulos como Solo ante el peligro o Ivanhoe. Ese año también se estrenó Cantando bajo la lluvia, obra maestra del séptimo arte que, sin embargo únicamente consiguió una nominación para Jean Hagen como Mejor Secundaria y otra para su música. Todos sabemos qué película ha pasado la Historia.
LA VUELTA AL MUNDO EN 80 DÍAS (1956)
Empeño personal del productor Michael Todd y adaptación de la famosa novela de Julio Verne, La vuelta al mundo en 80 días, es un film de unas ambiciones desproporcionadas. Literalmente, tres cuartas partes del star system hollywoodiense de la época aparece en el reparto realizando algún cameo. Marlene Dietrich, Peter Lorre, Buster Keaton, Frank Sinatra o Charles Boyer entre otros, son algunos de los rostros que se dejan ver. Una de las películas con más estrellas que se haya rodado jamás.
Protagonizada por el siempre elegante David Niven, Mario Moreno “Cantinflas» y Shirley MacLaine, nos cuenta la historia de Phinneas Fog, un multimillonario inglés que, en 1872, apuesta su fortuna a que es capaz de dar la vuelta al mundo en 80 días. Acompañado de su fiel mayordomo, ambos vivirán las más dispares aventuras en una carrera contra reloj para completar su objetivo.
Dirigida por Michael Anderson, la película consiguió llevarse nada menos que 5 Oscar, incluyendo el de Mejor Película. Una victoria que, pese a esperada debido a una gran campaña publicitaria y a una impresionante taquilla, siempre ha sido cuestionada debido más a la influencia de su productor durante la temporada de premios que a los méritos de la cinta. Méritos que sí que tiene pero que algunos se empeñan en no ver.
ROCKY (1976)
Una de las películas con menor presupuesto galardonadas con el premio gordo. Con tan sólo una inversión de 1,1 millones de dólares de la época, la cinta consiguió recaudar más de 100. Sin duda, todo un fenómeno que ha acabado trascendiendo y convirtiéndose en un ícono absoluto de la cultura popular. Rocky Balboa siempre será un poco el hermano mayor de aquellos niños que crecimos en los ochenta. Y muy pocos personajes pueden jactarse de eso.
Escrita y protagonizada por un desconocido Sylvester Stallone, Rocky cuenta la historia de un perdedor con muy pocas luces que a base de esfuerzo consigue cumplir su sueño y conocer al amor de su vida. Una historia de superación universal que es imposible que no llegue a lo más hondo del corazón de los espectadores.
Dirigida por John G. Avidsen, el filme está rodado con un realismo (que roza a veces lo televisivo, todo sea dicho) y un nervio que, sumado a la portentosa música de Bill Conti, da como resultado una de las más grandes y absolutas ganadoras del Oscar de todos los tiempos. Aquellos que siguen diciendo que ese año debería haber ganado Taxi Driver o Todos los hombres del presidente, seguirán manteniendo sus argumentos de peso a favor de dos grandísimas cintas. Pero, Rocky, la película, al igual que Rocky el personaje, partía en desventaja y consiguió imponerse a la adversidad ganando NBR, Globos de Oro y el premio en el gremio de directores. Y eso es algo digno de regocijo y alegría. Porque ver a Rocky Balboa subir las escaleras frontales del museo de arte de Filadelfia y celebrar su llegada arriba es cine en estado puro y el material del que están hechos los sueños. Pese a quien pese.
CARROS DE FUEGO (1981)
Mucha gente no conocerá la película. Pero todo el mundo conoce su banda sonora. De hecho, probablemente estemos hablando de la banda sonora más famosa de todos los tiempos y todo un himno olímpico obra del no menos mítico Vangelis. Este drama de época enmarcado en las olimpiadas consiguió alzarse con 4 Oscar en 1981 y arrebatándole el premio gordo a títulos como En busca del arca perdida, Rojos o En el estanque dorado.
La historia, basada en hechos reales, gira en torno a un joven cristiano y a un judío que competirán en las olimpiadas de París en 1924. Con orígenes familiares y religiosos tan distintos y pertenecientes a clases sociales tan diferentes, la rivalidad (que en realidad no fue tal) dará pie a una muestra de respeto mutuo y admiración.
Dirigida por Hugh Hudson con una delicadeza y una suavidad dignas de mención, Carros de fuego está considerada una película academicista diseñada para ganar Oscars y las simpatías de los académicos (como si eso fuera un delito). Lo que sus detractores se empeñan en no ver es una cinta de unas formas clásicas y una ambientación ante la que es imposible no rendirse. Y un guión tan bien estructurado que, pese a su extensa longitud, consigue armar una película que es tan liviana como encantadora. Y su comienzo es una de las escenas más míticas del cine. Aunque sólo sea por eso, la cinta ya merecería la pena.
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BRAVEHEART (1995)
Este drama medieval, dirigido por un Mel Gibson en estado de gracia, se llevó a casa (contra todo pronóstico) la friolera de 5 galardones, incluyendo Mejor Película y Mejor Director; dejando a la favorita, Apollo 13 (que había ganado todos los premios previos) con dos palmos de narices. Sin duda una victoria inesperada y atípica, pero no por ello menos celebrada por ciertos sectores en su momento. Con un presupuesto de 72 millones de dólares, la película acabó con una recaudación mundial de 274 millones. Un moderado éxito para una gran película.
Protagonizada por el propio Gibson, Sophie Marceau, Catherine McCormack y Brendan Gleeson, la cinta nos cuenta (libremente) la historia de William Wallace, un libertador escocés del s.XIV, que conseguirá aunar a todos los pueblos y enfrentarse al yugo inglés en la Primera Guerra de la Independencia de Escocia.
Tras su debut un par de años antes en la dirección con la muy interesante El hombre sin rostro, Mel Gibson nos ofrece aquí una aventura épica con un manejo del sentido del espectáculo y una dirección de escenas de acción ante la que era imposible que la Academia no se rindiera. Una película generacional, que ha quedado en el olvido, pero que cada vez que se recupera nos hace pasar tres horas sin pestañear y nos hace caer rendidos ante una de las propuestas históricas mejor rodadas de los últimos años.
SHAKESPEARE IN LOVE (1998)
Probablemente, la ganadora del Oscar de la que más ríos de tinta han corrido. Y no porque sea una indigna victoriosa; todo lo contrario, es una dramedia de época virtuosa, rodada con un pulso de hierro y con un guión portentoso. Sin embargo, la agresiva campaña publicitaria que orquestó la distribuidora hasta alzarse con la victoria ante una titánica cinta titulada Salvar al soldado Ryan y, sobre todo, el adalid de dicha causa, el productor Harvey Weinstein, ha provocado que se la viera como una de las más dudosas y más flojas ganadoras del Oscar.
Shakespeare in love nos cuenta, como si de una obra del propio bardo se tratase, la vida y de un joven William Shakespeare y como se enamora de una mujer de otra clase social que está prometida con un noble. Un amor imposible que, a su vez, veremos cómo va haciendo que el joven William de forma a la que sería su obra más famosa: Romeo y Julieta.
Escrita por Tom Stoppard y Marc Norman, dirigida por John Madden y con un reparto encabezado por Gwyneth Paltrow en el papel de su vida, Judi Dench, Joseph Fiennes, Geoffrey Rush y Colin Firth, Shakespeare in love representa la culminación del drama de época, la exquisitez y el trabajo de todo un equipo entregado a la causa. Pero también de la manufacturación pensada para ganar premios y la manipulación publicitaria. El alfa y el omega de los Oscar.
UNA MENTE MARAVILLOSA (2001)
Tras quedarse con dos palmos de narices cuando Mel Gibson se alzó con el Oscar al Mejor Director por Braveheart, Ron Howard, director de oficio (que no impersonal) que siempre está al servicio de la historia y un profundo conocedor del cine comercial, consiguió llevarse el Oscar por este título al que se le achacaron algunas de las mismas pegas que a Shakespeare in love: academicista, maniquea, pensada para ganar premios y un largo etcétera.
Protagonizada por un espléndido Russell Crowe (en el papel de su vida junto al de Gladiator), Jennifer Connelly, Ed Harris y Paul Bettany, Una mente maravillosa nos cuenta la historia real del ganador del Premio Nobel John Nash, un matemático experto en criptografía y su lucha interna y externa contra una enfermedad mental y las secuelas familiares y relacionales que eso conlleva.
Si bien no se le puede achacar absolutamente nada a la cinta de Howard, ya que es un drama espléndidamente rodado, escrito e interpretado, Una mente maravillosa competía con títulos de la envergadura de El señor de los anillos: La comunidad del anillo o esa obra maestra absoluta y fenómeno musical que fue Moulin Rouge y su victoria fue recibida con bostezos por esperada, pero no por ello injusta. Aunque daba muestra del cansancio de cierto sector de la industria por continuar premiando cierto tipo de cine.
CRASH (2004)
La más vapuleada, inesperada y vilipendiada ganadora del Oscar. Considerada por muchos una muestra de una Academia rancia y homófoba que no se atrevió a premiar a la favorita Brokeback Mountain, el drama intimista sobre la complicada historia amor de dos hombres dirigido por Ang Lee. Crash, un estudio vacuo sobre el racismo e historias cruzadas en Los Angeles, consiguió (con la sorpresa de Jack Nicholson incluída) alzarse con 3 estatuillas, incluyendo Mejor Película.
Dirigida y escrita por Paul Haggis (autor del maravilloso guión de Million Dollar Baby) y protagonizada por Matt Dillon, Thandie Newton, Sandra Bullock, Brendan Fraser y Terrence Howard, Crash es un crisol de historias cruzadas con el racismo de fondo en un Los Angeles con un clima criminal en ascenso.
Utilizando ciertos clichés, visitando algunos lugares comunes, cierta definición de personajes con brocha gorda y sin que sus piezas encajen del todo bien, Crash resulta una correcta película, que no da un segundo de respiro y a la que quizá la victoria le venga un poco grande. Pero eso no impidió que consiguiera ser el título más votado de todos los que optaban al galardón, incluyendo esa joya de Steven Spielberg titulada Munich.
EL DISCURSO DEL REY (2010)
Probablemente, la última ganadora del Oscar a Mejor Película que conoce todo el mundo. Y también una de las victorias que más ampollas levantaron. Sobre todo a raíz de que la Academia aumentase el número de nominadas e instaurase el voto preferencial para dar oportunidades a otro tipo de cine. Dichas oportunidades llegaron en años posteriores, pero en este que nos ocupa, la ganadora triunfal y de consenso fue una película británica de corte clásico a la que se le achacan todos los tics de “película de Oscar”.
Basada en la historia real del Rey Jorge VI de Inglaterra y su problema de tartamudez y de cómo ésta suponía un problema para sus funciones políticas en plenos albores de la II Guerra Mundial. Con ayuda de un actor venido a menos que ejerce de logopeda y que aplica técnicas poco ortodoxas, el monarca conseguirá aplacar su problema.
Si bien durante toda la larga de temporada de premios otorgados por la crítica estadounidense, la ganadora absoluta fue La red social, cuando comenzaron a entregarse los premios de la industria y llegaron los Oscar, fue imposible no rendirse ante El discurso del rey. Una película de una sutileza absoluta, un acabado de orfebrería y con un guión de hormigón armado. Con una dirección portentosa por parte de un Tom Hooper que sabe exáctamente cómo, dónde y por qué colocar la cámara y una lección de interpretación de Colin Firth y Geoffrey Rush como el rey Jorge VI y su logopeda, respectivamente, El discurso del rey es una cinta de una calidad intachable y una justa ganadora del Oscar.
MOONLIGHT (2016)
El triunfo más agridulce de toda la historia de los Oscar. Eclipsado por una victoria errónea que duró menos de tres minutos. Un error en el reparto de sobres provocó que Warren Beatty y Faye Dunaway proclamasen ganadora a La La Land. No fue hasta en que los productores y el equipo de la película subieron a recoger el Oscar que saltó la liebre y se anunció a la auténtica triunfadora de la noche: Moonlight. La primera película de temática LGTB que consigue tal honor. Una película con un presupuesto de 1 millón y medio de dólares y con un reparto íntegramente negro. Muchas barreras se derribaron con esa victoria.
La película, contada en tres tiempos distintos, nos narra la sobrecogedora historia de Chiron, un niño procedente de un hogar destrozado, con una madre abusiva que entablará amistad con Juan, un vendedor de drogas que ejercerá como figura paterna y mentor del chico. Sus abusos en el colegio por parte de sus compañeros y el descubrimiento de su orientación sexual, así como del primer amor, materializado en un amigo de la infancia, marcarán para siempre a Chiron.
Este relato con tintes de fábula está escrito y dirigido por Barry Jenkins, quien demuestra una auténtica maestría a la hora de narrar en imágenes la vida del protagonista. Pocas veces alguien consigue contar tanto con tan poco y hacer que el público empatice con lo que está viendo a un nivel tan íntimo. Sus tres Oscar son justicia pura. Porque Moonlight es eso, pureza hecha cine.