Lapido: Dícese de la primera persona del singular del presente de indicativo del verbo lapidar, que consiste en lanzar piedras a alguna cosa. También es el apellido de un músico de una ciudad con nombre de bomba. Un monstruo de la composición que lleva por nombre el de José Ignacio y que es uno de los mejores músicos de este país. El viernes tocaba en la sala REM para cerrar una extensa gira de presentación por decenas de ciudades y que está llegando a su final. Pocos nombres para un tour mejores que el de “Formas De Matar El Tiempo”. Los alicantinos Sra Robinson abrieron con un set acústico ya que su batería se había accidentado.
La última vez que parte de la banda de Lapido y él mismo tocaron en Murcia fue junto al grandísimo Quique González. Un setlist y un concierto diferentes. El caso es que todo vuelve. Todo en la vida vuelve, viene y se va. Hay músicas grupos o cantantes a los que uno siempre vuelve. Como el galgo que da vueltas en su canódromo, como el peregrino que vuelve a su habitación después de un día de camino o como el cochecito del tiovivo vuelve a pasar ante ti. Pues yo vuelvo a Lapido. Uno vuelve a Lapido en cualquier situación y momento. Pero especialmente en los de bajón o de rabia. Su música trasmite. Trasmite una esperanza envuelta en una capa de negatividad. Como la vida misma.
“Buscasteis el sentido de la vida
Y la vida siempre ha sido así
Dura como el olvido, breve como una caricia.”
La encriptada mirada de Jose Ignacio es difícilmente penetrable. “Sabéis que no soy mucho de hablar, pero prometo prodigarme un poco más hoy”. Hay promesas difíciles de cumplir en plenitud, pero desde luego aumentó su locuacidad para lo poco suele dirigirse al público.
Viste de negro riguroso y con un reloj discreto a modo de complemento. – “Que bien te sienta el rosa”-, gritan desde el centro de la sala, que contempla una gran entrada. A lo que Lapido pregunta –“¿Rosa?”-. Se mira sus atuendos y al darse cuenta, esboza una sonrisa.
El problema de escuchar a Lapido es, por curioso que parezca, que escribe demasiado bien. Me explico. La mente intenta asimilarlo todo pero no puede. Con seguirle el ritmo un poco me conformo. Pocos letristas le llegan a la altura del tobillo en lo que a rock en español se refiere.
La Gibson Sg de tono cereza, que sostiene con firmeza pero suavemente, es una parte mas de sus venas. Su estilo guitarrístico sigue los canones del rock’n’roll mas inmaculado y perfeccionista posible. El riff del principio de “Lo Creas o No” es el disparo fallido en una ruleta rusa. Un alivio para las orejas.
También debo hablar de cuando escuchas la canción favorita del grupo la que vas a ver en concierto. Pero como se agolpan las cosas que decir, prefiero que escuchéis “Nadie Besa Al Perdedor”.
La banda mejora lo inmejorable. Los celestiales coros del teclista murciano Raúl Bernal, de su fiel escudero guitarrístico Víctor Sánchez y del batería Popi González son deliciosos. El conjunto es completado por David Herrera.
Escoger un listado de veinte canciones entre los 7 discos de tu discografía debe ser una labor complicada. Seguro. Y más aún si consigues no dejar fuera a ninguno de tus trabajos. Pero las tablas del escenario de la Sala REM saben que es uno de los mejores conciertazos que han contemplado.
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