“Cuando tenía veinte años me esperaba otra vida…” dice Luis (Carlos Santos), sentado en una sillita de plástico azul mientras mira nostálgico el peluche que tiene en sus manos. “Quería viajar, cubrir noticias por medio mundo, conocer a mucha gente, ligar…”. Ahora es periodista, está en paro, y es padre. Tiene que encargarse de cuidar a su hijo y hacer de ama de casa, mientras Laura (Laura Dominguez), su mujer, arquitecto de profesión, está ocupada viajando de aquí para allá a causa de su trabajo. Jaime (Javier Mora), divorciado, también padre de un pequeño. No se despega del teléfono móvil debido a las continuas llamadas de su ex-mujer para echarle una reprimenda o bien para recordarle que debe recoger a su hijo. Jaime lo tiene todo: es guapo, tiene un cuerpo de gimnasio, tiene un hijo, una ex-mujer, una moto,… y también tiene una novia, una jovencísima novia. Se llama Lluvia (Adriana Torrebejano) y tiene 21 años. Esta princesa cuyo príncipe divorciado conduce una moto, tiene como mayor ambición en la vida llegar a ser concursante de Gran Hermano… Y por último, Raquel (Cristina Alcázar), una mujer que parece que va a dar a luz de un momento a otro y que se pasará toda la obra hablándole a su bombo, porque dice que Violeta, el ser que lleva en sus entrañas, puede entenderlo todo y las malas, y buenas, vibraciones.
Estas parejas y padres tan inversamente convencionales, o tan del día a día, competirán por conseguir la última plaza disponible en una guardería de ostentosa fama, donde a los parbulitos se les puede llegar a dar clases de matemáticas o chino.
“La Vida Resuelta”, de Marta Sánchez y David S. Olivas, guionistas de las famosas series “7 Vidas” y “Aída”, es una obra de teatro que retrata una generación de personas que a sus “treinta y tantos” se da cuenta de que no han llegado a ser lo que querían de jóvenes y que por mucho que lo intenten o lleguen a ciertas metas nunca llegarán a solventar y satisfacer su vida por completo.
La obra, que ha sido dirigida por Juan Pedro Campoy, desarrolla las premisas y responsabilidades de la maternidad/paternidad, el trabajo, la (in)fidelidad y el amor. Al principio, da la impresión de que puedes presenciar algo parecido a “Un dios salvaje” de Yasmina Reza (o la misma adaptación cinematográfica Polanski), pero no tienen nada que ver. “La Vida Resuelta” es una pieza cómica, con una considerable influencia de sitcom, sin embargo, tiene un retoque final bastante agridulce que encaja a la perfección con la idea de casi desencanto y conformismo con “la vida que nos ha tocado”.
De este reparto tan televisivo, encabezado por el murciano Carlos Santos, para mí la “guinda del pastel” es Adriana Torrebejano (“Tierra de Lobos” u “Hospital Central”, ¿os suena?). No es porque sea más la guapa y joven, porque el resto del elenco también lo es, sino porque tiene un personaje, Lluvia, que está en medio de todo, va a caballo entre la generación de los “treinta y tantos” y la de los veinte. Bajo su inocencia o apariencia de ignorancia es la que más sabe de los asuntos de amor, y además los dramaturgos han dejado en boca de este personaje fan de Gran Hermano las mejores perlas de la obra:
“Yo no leo… periódicos, ¿para qué? Creo que se deberían resumir todo en una página y que pongan: TODO MAL”
El Teatro Circo se llenó casi por completo esa noche de viernes con “La Vida Resuelta”. Los palcos y el gallinero estaban ocupados, sobre todo por gente joven, y todavía había gente recogiendo entradas en la taquilla unos minutos antes de la actuación. Al terminar, escuché algún que otro comentario de personas que se esperaban otra cosa de esta obra de teatro, decían que el final no les terminó de convencer… Quizá es que esperaban que fuera un spin off de “7 Vidas”.
“Había una vez una princesa que ya desde muy joven decidió extirparse el corazón”
No Comments