Desmitificando “La Montaña Mágica” de Thomas Mann
Thomas Mann. Premio Nobel de Literatura. Alemán. Escritor. Un genio. Retrata al ser humano y la sociedad que le engloba perfectamente. Y es un pesado de narices. Sí. Había que decirlo. Thomas Mann se recrea en el detalle hasta el punto de convertir sus obras maestras en cosas infumables. Lo reconozco, uno no puede coger a Thomas Mann con una actitud normal, debe cogerlo con los ojos que se pone para leer a Goethe, a Nietzsche o a Cela. No quedarse en la historia, doblar la página de vez en cuando y reflexionar sobre lo que se acaba de leer. ¿Es Tadzio en “Muerte en Venecia” un simbolismo de la idea nazi de pureza o de la homosexualidad latente y reprimida del propio escritor? ¿Qué nos quiere contar realmente desde los ojos de Hans Castorp? ¿La historia de un joven burgués en un sanatorio de tuberculosos? Obviamente no. Sus reflexiones más profundas se encuentran en esta obra. Y tiene pasajes magníficos. De los que quitan el aliento. Muy recomendables. El problema es todo lo demás. Thomas Mann, eres un pesado. ¿De verdad son necesarias dos caras completas para contarme como el protagonista enciende un cigarrillo? Tienes cosas interesantes que contar ¿por qué estropearlo convirtiéndolas en parte de una masa deforme e infumable?
Quizás es mucho mi atrevimiento, pero afirmaría que un escritor que aburre jamás puede ser calificado como un buen escritor. Thomas Mann es un buen filósofo y un ensayista de primera calidad. Como narrador de historias es ese abuelo que te cuenta sus años en la mili empezando la historia con “Mi padre tenía una granja” y te hace desconectar inmediatamente del resto. Una pena porque quizás sus años en la mili sean muy interesantes, pero desde luego puedo encontrar a muchos más que los hayan vivido y que puedan contármelos de una forma más agradable a mi oído. “La Montaña Mágica” es el libro más pesado que he intentado leerme nunca y esto último lo juro por el “Fausto” de Goethe. Sin embargo todos deberíais intentar leerlo, aunque fuese por llegar a párrafos brillantes como el de “un día sin tabaco sería el colmo del aburrimiento” o en el que el narrador se pregunta si es posible «narrar el tiempo como tal», y reflexiona acerca del tratamiento del tiempo en la narración, comparándolo con la música. Trata temas polémicos como la bisexualidad implícita y platónica que se oculta en cualquier ser humano. En definitiva sería una obra maestra si se pudiese leer sin ganas de suicidarse o de matar a Mann. Por simple diversión entrad en su ficha en Wikipedia. Hasta el resumen de su argumento es un peñazo de narices. Y demasiado largo, coño.
Aun así no desfallezco, estoy intentando leerme “Muerte en Venecia” pese a que sé que fracasaré y tengo ganas de hacer lo propio con “Doktor Faustus”. Tiene mucho mérito bajo mi punto de vista conseguir algo así. O quizás es que yo soy un gilipollas, pero si algún día lejano estoy frente a la tumba de Mann podré dejarle una rosa y afirmarle con fundamento y basado en mis propias experiencias: “Eres un pesado, Thomas Mann”.
2 Comments
Antes de pasarte a «Doktor Faustus», que te resultará aún más difícil de digerir que «La montaña mágica», yo te recomendaría los relatos. Son una manera extraordinaria de entrar en el universo Mann sin desfallecer en el intento. La editorial Alba tiene una buena edición de los «Relatos completos». Empezaría con «Tobías Mindernickel», «El camino al cementerio», «el pequeño señor Friedemann» o el tremebundo «Luisita». Y entre las grandes novelas, abordaría «Los Buddenbrook» antes que cualquier otra. Verás cómo Mann te parecerá mucho menos pesado.
Muchísimas gracias por el consejo. Lo seguiré porque «Muerte en Venecia» la verdad es que también se me está atragantando un poco y está en la fase esa crítica en la que aún está en la mesilla pero es cuestión de semanas que pase a la estantería.