Borro y escribo, borro y escribo. Transcurrido el suficiente tiempo para que mi cabeza descanse, consigo volver a escribir… para borrar de nuevo. Cada uno de los minutos de “Mother´s mercy“ tiene dos caras, y puesto que este ha sido un capítulo con muchos rostros, que el análisis sea igual. Triple trabajo para mí, triple sueldo para nadie.
La «obra maestra»
Uno no está preparado para ver a Stannis hundirse en la peor de las miserias en tan poco tiempo. No está preparado para ver un motín, el suicidio de su esposa, la huida de Melissandre, la masacre de su ejército y su propia muerte a manos de la peor protectora de los siete reinos en menos de diez minutos… y ha sido muy extraño como un atisbo de compasión por Stannis brotaba sin querer brotar. Me he apiadado de él porque en el fondo era la única esperanza contra los Bolton.
En medio de la guerra hemos asistido al grandísimo momento del regreso de Theon Greyjoy. Lo veía venir desde el momento en el que la perra de Ramsay apuntaba a Sansa, pero no he podido evitar emocionarme porque, en el fondo, un atisbo de compasión por Theon ha brotado sin querer bortar. Me he apiadado de él porque en el fondo era la única esperanza para Sansa.
En Desembarco del Rey también hemos sido partícipes de un paseo de la vergüenza de una Cersei (jodidamente sexy con el pelo corto) que nos va a costar olvidar. Pero ojalá hubiese sido más corto, porque no he podido evitar que brotase un atisbo de compasión sin querer bro… bah, a quien quiero engañar, ojalá te corten en trocitos y se los metan en la garganta uno por uno a La Montaña, maldita puta.
Un episodio espectacular también para Arya. Por primera vez quería quedarme en Braavos y no salir. Una chica ha quitado la vida equivocada y ha engañado a la diosa de los rostros, ¡y de qué manera oiga! Ver agonizar sin ojos al asesino de su antiguo maestro ha sido espeluznante y extrañamente excitante. Ya no voy a ver más a Arya con los mismos ojos (¿Lo pilláis? ¿Eh? Espero que sepáis perdonarme por estas cosas, aunque sólo sea porque se trata de una despedida)
La “¿Pero qué coño?”
Vale, empecemos por el principio. Stannis se carga a su propia hija provocando su propia muerte y la de todo su ejército, así como la de su mujer. Entonces Melissandre, que tonta del todo no es, decide pirarse al Castillo Negro. Le preguntan pero prefiere callarse y ella entra tan tranquilamente a darse una ducha y, yo que sé, a matar inocentes y pasarse por la piedra a todos los cuervos.
También aparece la antigua amante de Ramsay y apunta a Sansa con un arco que más bien parece un arma fabricada en el mismo año que los Terminator. En serio, ¿habéis visto ese arco? ¡Era más grande que ella! Entonces se descalabra contra el suelo y yo me río mucho. Es justo ahí cuando me doy cuenta de que el hecho de que me haga mucha gracia algo así podría ser signo de estar como una puta regadera.
No hemos comentado aún lo que ha ocurrido con la princesa Myrcella, y es algo que ha parecido intencionalmente cruel. No compro que se confiese, que la muy espabilada ya lo sepa, que se abracen felices y que muera. La pregunta que ahora surge es, ¿será posible que el Rey Daeron no sepa en el acto quién ha cometido el asesinato? ¿Habrá un motín en Dorne? ¿A alguien más se la suda totalmente, viendo lo visto en el resto de tramas, aparte de a mí?
Analicemos lo que ha ocurrido en Braavos. Primero Arya ha dejado la cara en su lugar, pero han aparecido Jaqen y la desquiciada de su ayudante para decirle que ha errado y que el precio es la muerte. Pero habla de la muerte de Jaqen, que no es Jaqen, que es una anciana, un anciano, la desquiciada y también Arya. Pero la desquiciada original le dice que no era nadie, y cuando Arya mira resulta que la desquiciada es Jaqen. Y todo esto hace que Arya se quede ciega (tras lo cual mi cara se ha retorcido hasta parecer una espiral). Total, que como no tenía bastante con ser fea, ahora le hacen esto a la pobre.
El «brillante sinsentido»
Y el final, clave para entender por qué este episodio será el más recordado de la serie. La muerte de Jon ha sido espectacularmente fría, ha ocurrido en cuestión de segundos, y ha borrado cualquier rastro de catarsis que el espectador pudiese lograr viendo Juego de Tronos. Y ahora yo me pregunto, ¿es esto meritorio o es un sinsentido? Creo que las dos cosas.
Lo que ha ocurrido en este capítulo es lo mismo que ver cómo Dexter muere en la quinta temporada, con la excepción de que estamos seguros de que eso no va a pasar. Creo que todos estábamos acostumbrados a que las muertes en Juego de Tronos fuesen algo, como decirlo… significativo. Bien ocurrían en momentos clave, bien se trataba de altas traiciones, o bien ocurrían con honor y con mucha intensidad.
Pero lo que ha ocurrido en esta season finale ha sido simplemente una cuchillada sin ningún tipo de compasión hacia el espectador. No solo ha muerto a manos de unos personajes que nos importan tres pimientos, sin venganza posible, y sin poder vislumbrar qué puede ocurrir después, es que lo ha hecho justo después de habernos ofrecido esa pelea contra los caminantes blancos. Es, a todas luces, una crueldad indiscriminada.
Y me temo que es muy posible que el equilibrio que siempre se debe mantener para con tus lectores o espectadores esté a punto de romperse, si es que no se ha roto ya en muchos casos. O no, o tal vez estemos hablando de un golpe en la mesa, un golpe en la mesa que va a permitir que la siguiente temporada nos deje sin uñas a todos, de la tensión. Porque si esto le ha ocurrido a Snow, ¿quién está a salvo? Siempre se ha dicho esto de Juego de Tronos, siempre se ha hablado de anti-catarsis, hasta se han hecho estudios. Pero esto es diferente, muy diferente.
Tras mucho deliberar y pelearme conmigo mismo, la decisión es clara: ha sido una obra maestra. Y la razón es tan sencilla como la siguiente: tras la muerte de Snow el espectador debería bajarse del carro, pero no lo va a hacer. Y no lo va a hacer porque es Juego de Tronos. No hace falta darle más vueltas.
Ahora sí, ya no hay compasión, que el espectador sepa que no hay vuelta atrás. No seamos falsos y admitamos que, al menos durante unas horas al año, nos gusta ser sadomasoquistas. Y aunque haya sido muy fría, la muerte de Snow ha sido fiel a su personaje: ha actuado exactamente igual que siempre, sin gesticular, hasta el último aliento. Descanse en paz, sosainas.
Ha sido un verdadero placer, semana tras semana…
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Súblime!