Debería disculparme por mi ausencia de la semana pasada. Y es que a veces no soy consciente de la importancia que puede tener estos análisis para la ingente cantidad de lectores que cada semana devoran mis seguimientos (quien dice ingente cantidad dice 20 personas). Ayer recibí una carta que lo cambió todo, una carta que me puso la carne de gallina, casi tanto como la relación entre el inmaculado sin pene (en esta serie hay demasiada gente sin pene) y la chica que habla como un cavernícola. Pero leedla vosotros mismos:
«Querido Ángel
Tengo una hija de tres años que padece una enfermedad muy rara, diagnosticada en otros diez niños más. Afecta a la nariz, destruyendo el sentido olfativo e impidiendo la detección de cualquier olor que no sea el de la caca. Al principio era gracioso, cuando olía alguna flor y decía que le olía a caca, pero poco a poco empeoró y ahora yo misma, su madre, le huelo a caca.
Justo cuando ya pensábamos que nuestra hija olería caca toda su vida, empezó a ver tus análisis. No sabe leer, pero mientras estaba comiendo su merienda, empezó a mirarlo en mi Tablet y, de repente, dijo que olía a magdalenas. ¡A magdalenas! Es cierto que estaba comiendo chocapics, pero desde entonces mi hija espera ansiosa cada semana tu análisis para oler cada vez más cosas que no sean caca. No sé cómo agradecértelo. Nosotras también odiamos a John Snow, es un maldito h***»
Es emocionante, ¿verdad? Pues retiro el símil del inmaculado y Missandei. Por favor, por favor, que los maten ya. A nadie le importaba esta relación desde el comienzo de la serie, pero es que nadie se imaginaba que llegarían tan lejos. Aún sigo sin poder creerme que hayan acabado con el consejero, que al menos apuntaba maneras, y hayan dejado a Gusano Gr…OOOOAAAAUUHH.., perdón, un bostezo.
En fin, vayamos al capítulo de esta semana, “kill the boy”. Si me explayo tanto en una introducción que muy poco tiene que ver con Juego de Tronos es porque, sinceramente, esta temporada me está aburriendo. Ninguna semana he asistido impaciente a mi cita con juego de tronos, como solía pasarme con cada una de las anteriores temporadas. No hay emoción.
Están echando mucha carne en el asador, pero al final no sale ninguna. Y los espectadores sabemos que algo gordo va a venir, que se nos va a olvidar en un suspiro los flojos episodios que vamos viendo, pero ahora que no estamos gritando improperios y cagándonos en lo incagable porque el bueno de Jackson se ha cepillado a siete personajes en siete segundos, vamos a ser justos: Juego de Tronos ha bajado el listón.
Eso sí, al menos Kill the boy ha tenido un par de detalles memorables. Empezando por Snow, que aunque esté teniendo demasiado protagonismo a pesar de lo sumamente imbécil que es, hay que admitir que tiene valor enfrentándose a todo ser viviente en el muro. Todos le han dado la espalda excepto el pesado de Stannis, que se va ganando mi respeto poco a poco, primero con esas palabras de afecto a la pobre niña que se parece a Ben Grimm de Los 4 fantásticos, y después con esa fe ciega en Snow, en un Stark, lo que demuestra un espíritu norteño real.
No como el podrido de Boltón y su asqueroso bastardo. Mira que Theon no es voto de mi devoción, pero es que está sufriendo una tortura demasiado larga hasta para él. Quiero creer que lo que se ha vislumbrado en Sansa era un atisbo de piedad, aunque sería perfectamente compresible que le desease lo peor, porque el norte nunca olvida.
Hoy la anciana que me emocionó hace dos capítulos ha vuelto a aparecer para dejar claro que la Stark no está sola, que prenda una vela en la torre donde empezó todo, donde Bran cayó empujado por Jaime. Todo esto me ha llevado a una hipótesis terrorífica… ¿y si toda esta venganza que se está forjando por parte de cada Stark, es tan evidente porque al final todo va a salir mal? Mejor no pensar, mejor no pensar…
Pero vamos con el final, lo único realmente divertido del episodio. Tyrion tiene síndrome de abstinencia, como todos ahora mismo vamos, en época de exámenes es lo que hay. Lo entendemos perfectamente, pero Jorah no tiene vino, no vaya a ser que se divierta un poco.
La extraña pareja pasa por Valyria, una ciudad que es tan hermosa como sombría. Las enredaderas han conquistado las edificaciones y la vegetación salvaje crece a alturas que hacen imposible la visión más allá del frente. En ese momento Tyrion se levanta y su cara cambia. Cambia como si de repente te hubieses dado cuenta de que el único tema que no te has estudiado ocupa la mitad de tu examen. Como si cayeses en que queda una semana para empezar los exámenes y ni siquiera has empezado a prepararlos…
Un dragón. Más bien Drogon, el rebelde de Daenerys, el que todos sabemos que acabará siendo su arma más poderosa aunque no sabemos bien a cambio de qué. No hay mucho tiempo para reflexionar porque los hombres de piedra se lanzan sobre la barca. Tyrion se hunde y se usa el recurso de apagar la luz y despertar en la orilla con todo resuelto sin saber exactamente cómo (un poco cutre, pero vale).
Jorah ha sido tocado y tiene psoriagrís, y ahora se arrepiente de no haber bebido más vino a lo largo de su vida…
No Comments