Zambullirse en Irvine Welsh es como volver a tener 13 años e ir de visita a la piscina. Te pasas el día nervioso, cuando llegas el olor a cloro te inunda y por fin la ves y corres a lanzarte a ella dispuesto a tirarte en remojo hasta que te salgan escamas. Leer a este hombre es algo así. Absorbente. Coger un libro suyo es tener claro que no vas a disfrutar de casi el resto de todo lo demás que hagas hasta que lo acabes.
Su primera novela “Trainspotting” fue aclamada por la crítica y tuvo una adaptación cinematográfica que goza de fama de título de culto. Los personajes del señor Welsh suelen estar cortados por el patrón común del fracaso y la drogadicción. Desde auténticos desechos sociales aplastados por la heroína a jóvenes que necesitan el éxtasis para sentir algo parecido al amor (“Éxtasis”) o auténticos hijos de puta que toman de todo y nos hacen de espejo como Bruce Robertson en “Escoria”.
Irvine Welsh es un verdadero experto en retratar a hombres y mujeres que se han visto “atrapados” en su propia existencia (clase social, lugar de nacimiento, posibilidades laborales…) y obligados por algún impulso extraño a destruirla cuando todo parecía que iba a salir bien. La primera vez que escribió estaba en el colegio. Una historia sobre un hámster salvaje que vivía en una lata de judías. Su profesor le dijo: “Si tienes tanta imaginación, ¿cómo es que no sabes atarte los cordones de los zapatos?”. Su profesor probablemente esté muerto.
Tras la decepción que me supuso su penúltima novela, “Crimen” , en la que divagaba demasiado y se agobiaba en las descripciones más simples convirtiéndolas en algo más parecido a la prosa de Thomas Mann que a la suya espero impaciente “Skagboys”, su última novela. La precuela de “Trainspotting” promete mucho y él mismo ha afirmado en más de una entrevista que es “lo mejor que ha escrito en su vida”. Después del éxito de “Porno”, su secuela (“¿Es que Trainspotting tiene una secuela?”), no es de extrañar que la precuela entrase barriendo en las listas de ventas de Gran Bretaña.
Si debo recomendaros tres libros de él son “Éxtasis”, “Acid House” y “Porno” lo que también os obliga a leeros “Trainspotting”. Cosas que tiene la vida. Hasta la próxima.
Each One Teach One.
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