Existen personas iluminadas dentro del mundo del arte, capaz de crear, crear y crear a pesar de tener todos los elementos en su contra. Personas que, de pronto, parece que desaparecen de la faz de la Tierra y, cuando crees que definitivamente han tirado la toalla, renacen de sus cenizas como si fueran un ave fénix en todo su esplendor. Creo que no me equivoco en absoluto si afirmo que Trent Reznor es uno de esos iluminados.
Trent Reznor es conocido dentro del mundo musical por ser el frontman y prolífico cabeza pensante de la banda de industrial americana Nine Inch Nails, quienes desde los años 90 (recordemos que su primer disco, Pretty Hate Machine, data de 1989) llevan impartiendo lecciones magistrales sobre cómo hacer buena música. Pero para Reznor, NIN no es suficiente para calmar sus ansias de creación, y ello lo ha demostrado desde siempre al colaborar (a pesar de las adversidades) produciendo y componiendo canciones y discos junto a Marilyn Manson, Bowie, temas para bandas sonoras como The Perfect Drug (perteneciente a las OST de Lost Highway de David Lynch) y un largo etcétera que nos lleva hasta el año 2010, donde decide formar junto a Atticus Ross (con quien ganara un Oscar gracias a la banda sonora de The Social Network), Rob Sheridan (primero director artístico de la banda para luego pasar a ser además uno de los componentes) y su esposa Mariqueen Maandig Reznor la banda que nos ocupa, How to Destroy Angels.
Las andaduras de How to Destroy Angels (cuyo nombre proviene de una canción de Coil publicada en 1984) comienzan en el 2010, año en el que saldría a la luz el primer EP de nombre homónimo a la banda y del cual dos temas fueron extraídos como singles: A Drowning y The Space Between. Dos años más tarde, ya en 2012, se publica un segundo EP, An Omen, del cual Keep it Together es elegido como single; y menos de un año después podemos disfrutar de Welcome Oblivion (Columbia Records, 2013), publicado el pasado 5 de Marzo y donde se mezclan temas que ya pudimos escuchar en An Omen con otros completamente nuevos.
Lo primero que hay que remarcar es que el sonido de How to Destroy Angels no tiene nada que ver con los trabajos anteriores de Trent Reznor, pero no obstante es capaz de imprimirle esa atmósfera oscura, a veces angustiosa, tan típica de todas sus creaciones.
Si bien es la voz de Mariqueen Maandig la que predomina en todas las composiciones, Reznor canta coros y segundas voces como si su voz viniera de otro mundo muy lejano (tal y como sucede, por ejemplo, en We Fade Away). Los componentes electrónicos y sonidos ambientales se coordinan en perfecta armonía con otros instrumentos, a veces tradicionales (en Ice Age suena una especie de koto japonés, también visible en el videoclip). Si bien es imposible imaginar el álbum y el concepto de la banda como una radiofórmula, el tema How Long? podría sonar en cualquier emisora del mundo sin que nadie sospechara la maquinaria que se mueve en las sombras de tan asombrosa composición. En Welcome Oblivion no vais a encontrar un disco para saltar y gritar en los conciertos, sino más bien seréis partícipes de una comunión oscura con la banda entre los susurros ‘The begining is the end, it keeps coming round again’ que suenan en The Loop Closes. Lo que comienza como un viaje hacia lo desconocido con The Wake-Up, con sonidos industriales; se cierra en Halloween Grounds con una atmósfera tétrica y a ratos espeluznante. And the Sky Began to Scream o Too Late, All Gone nos transportan a un pre-apocalipsis sonoro, anunciando la tormenta que precede a la calma sin la necesidad de grandes riffs de guitarras o potentes baterías. No, en el fin de los tiempos que nos dibujan How to Destroy Angels no hay bombo y platillo, sino más bien una oscuridad que subirá desde nuestros tobillos hasta nuestros ojos, congelando nuestros sentidos; tal y como muchos de sus temas consiguen hacer.
Sin duda, y en mi más modesta opinión; hay música, buena música y composiciones que dejan de ser música para convertirse en obras de arte en todo su conjunto y esplendor. How to Destroy Angels entran dentro de esa última categoría; y Welcome Oblivion es una muestra impecable de ello.
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