Y una vez más aquí estamos, los madrileños Hamlet, sus fieles y el escenario de la mítica Garaje, donde les he visto un mínimo de 3 veces ya. Todos esperando. Confieso que es difícil redactar una crónica de un grupo al que le has redactado ya cuatro o cinco porque sólo hay dos opciones: o vuelven a cumplir, como siempre, o por primera vez te decepcionan. Ardo en deseos de ver ‘Berlín‘ en directo, porque es un disco tan sumamente potente y que me ha gustado tanto que cierta parte de mí teme que esa segunda opción sea una posibilidad. Pero los madrileños salen y, como llevan haciendo treinta años, persisten, insisten, resisten y repiten. Ahí está el secreto: no hay secreto. Trabajo, ganas de arriesgar y esa siempre imprescindible pizca de suerte que hace que las cosas salgan tan bien.
Molly tiene el pelo completamente cano y yo tengo algo menos que en 2013, pero Luis Tárraga suena como siempre. Ahí están, con su potencia habitual y con un discazo mejor que nunca para presentarnos. Lo que podría parecer la lógica evolución de ‘La Ira‘ es en realidad un salto cualitativo hacia delante de una magnitud sorprendente para un grupo que lleva ya tres décadas en el panorama. Hay Hamlet para rato y si alguien tenía alguna duda se le ha olvidado mientras grita Eclipse en dirección al escenario. Volver a hablar de la envidiable forma física de Molly y de su capacidad para ofrecer espectáculo como front-man es tan repetitivo como necesario. Saben quienes son y han venido a demostrarlo una vez más, por si hiciera falta. Persisten, insisten, resisten y repiten.
El setlist es extenso, completo (que a veces no es lo mismo) y repasa los grandes clásicos que queremos oír, además de los mejores cortes del nuevo disco como Héroe, Salvajes o mi favorita No sé decir adiós, e incluso hay tiempo para recordar ‘Syberia‘ con Imaginé, el álbum menos celebrado por gran parte de su público y donde seguir evolucionando y arriesgar esta vez no les salió tan bien. Pero es lo que tiene arriesgar, y eso se agradece. Lo de insistir, digamos. La intensidad, que ha ido in crescendo durante todo el directo, llega a su culmen en el momento de acabar con el clásico trío de ases: Jodido Facha, Habitación 106 y Egoísmo.
Molly se ha paseado por la barra, Paco ha tirado las baquetas, Ken (al que ya no se le puede llamar ‘el nuevo’) ha optado por permanecer en un discreto segundo plano más estático que Tárraga y el público hemos gritado, coreado canciones, saltado, chocado unos contra otros cuando la ocasión lo merecía y nos hemos agarrado de los hombros entre desconocidos. Como siempre, por fortuna. Y por muchas más.
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