Estuve en el Sonorama Ribera y me morí de envidia. Morí de envidía por ver como un festival es capaz de ir un paso más allá y saltar las vallas del recinto donde se celebra para llegar a toda una ciudad. Morí de envidia por ver como Aranda de Duero se volcaba con el festival y con todos los que acudían durante cuatro días, al fin y al cabo ellos eran los primeros beneficiados de ver sus calles llenas. Me morí de envidia por ver como el festival nunca terminaba, en cada rincón había un concierto, un dj o simplemente un grupo de gente montándose su propia fiesta. Cualquier bar, tienda o local de la ciudad era un elemento más del festival, integrándose en él en lugar de aprovechándose de él. Creo que cuando consigues algo como esto, el cartel pasa a un segundo lado.
Pero también morí de envidia con aquellos que han podido ver crecer algo así desde el principio, si hay una crítica al festival que he leído desde que terminó es su masificación y el exceso de gente, si aún así me pareció una pasada lo que habían conseguido no me quiero imaginar cuando el aforo no llegaba a estos números y todo era más cómodo y cercano.
Si hay algo que tenía ganas de descubrir de este festival era su famosa Plaza del Trigo, una plaza donde se dan cita esas bandas candidatas a ir de festival en festival y a llenar salas en los próximos años. «Si triunfas en el Trigo te irá bien» es algo que he oído muchas veces y quería saber de que hablaban. Una plaza no muy grande, abarrotada y con el sol pegando, a priori no parece algo atractivo pero una vez allí todo cambia. Llenar la Plaza del Trigo ya no tiene ningún mérito, siempre está llena, el mérito está en conectar con el público, hacerlo saltar, olvidarse del calor y disfrutar de esa manera de la que todos han oído hablar.
Puede que esta edición fuera un poco floja en cuanto a la selección de bandas para este escenario pero gracias a KITAI comprendí a qué se referían. Grupos como Modelo de Respuesta Polar lo hicieran genial, pero no era el sitio para disfrutar de su música de la mejor manera. De Taburete mejor no hablar. No llegué a tiempo pero me comentaron que The Purple Elephants aprovecharon su momento. Una auténtica pena que Viva Suecia quedaran relegados al camping, estoy seguro de que habrían oído eso de «escenario principal» (aunque también pudieron oirlo entre los árboles de la zona de acampada).
Pero la Plaza del Trigo no es el único escenario fuera del recinto del festival. Como ya he comentado, el festival está en cada calle de Aranda de Duero, con conciertos y djs a cada momento. Si tuviera que quedarme con un momento sería con la tarde del domingo en la Plaza de la Sal acompañado por Don Fluor y Me & The Reptiles, ahí terminé de entender qué era el Sonorama. Este no es un festival al uso donde lo que destaca son los grandes nombres de su cartel, uno va al Sonorama por el ambiente que se va a encontrar, por saber que te gusten más o menos los grupos que participan vas a pasarlo en grande durante varios días, por conocer gente e incluso hacer amigos, por desconectar de todo lo que te agobia día tras día…
Una vez dentro del recinto esa esencia del festival se pierde un poco ya que es ahí cuando más cerca está del resto de festivales del país. De los nombres internacionales me quedo con The Hives, su concierto fue como cuando te empujan para que bailes porque estás parado, y Talisco, uno de los descubrimientos del festival a pesar de haber actuado en el camping y el domingo. Mando Diao aportó poco más que su nombre al festival, una auténtica pena. Muy por encima de ellos estuvieron Kula Shaker.
La apuesta en cuanto al cartel del festival es el producto nacional y es que tenemos bandas que deberían llenar allá por donde van. León Benavente volvieron a confirmar que tienen uno de los mejores directos de este país. L.A. también lo tiene pero no fue su mejor noche y no lo terminaron de demostrar. Algo parecido le ocurrió a Second, no sé si fue cosa suya o por el sonido, pero puedo decir que los he visto mucho mejor en otras ocasiones. Belako son la hostia, no hay más, no hace falta andarse con rodeos para hablar de ellos, si vinieran de alguna ciudad inglesa o estadounidense estaríamos hartos de ver los festivales llenos con sus camisetas y a las salas pegándose por tenerlos en sus escenarios. Y qué decir de Maga, por escuchar en directo «Diecinueve», una de las canciones más bonitas qe he escuchado en mi vida, ya merecen la pena las seis horas para llegar desde Murcia. Por fin pude ver en directo a Mucho, ellos sí que son una banda ideal para la Plaza del Trigo. Triángulo de Amor Bizarro me conquistaron, me hicieron sentir mal por no haber disfrutado nunca antes de sus directos pero prometo que lo compensé. Delorean volvieron a cerrar la noche en un festival y es que no se me ocurren grupos en este país mejores que ellos para hacerlo. Tras haber visto su concierto en el Sonorama puede que Fuel Fandango pudieran luchar por ese puesto.
Es imposible no hablar de Izal. Puede que los ames o puede que los odies con toda tu alma pero es imposible no hablar de ellos y de lo que son capaces de mover. Da igual las veces que hayan tocado, su público no se cansa y, además, crece y crece sin parar. Es la banda indie del momento de este país, más por su poder de convocatoria que por su calidad, habiendo pasado ya a bandas como Vetusta Morla o Love of Lesbian. Y todo ello en apenas unos años.
Me hubiera gustado ver a mucha de esa gente en conciertos como el de Perro (plagado de problemas técnicos) o Trajano! aunque sí que me sorprendió ver como llenaba Ángel Stanich o Luis Brea y el Miedo, una buena noticia para la música. No me sorprendió tanto que Quique González llenara, aunque sí que me sorprendió verlo en un festival. Siempre que he disfrutado de su directo ha sido en auditorio y verlo de pie y rodeado de miles de personas fue una experiencia totalmente distinta. Ya solo me queda verlo en acústico y en sala para morir tranquilo.
Antes hablaba de las críticas que el festival ha recibido referidas a las aglomeraciones y la masificación, por mi parte tengo que decir que nada que ocurra en otros festivales. Siempre que llega el momento de los cabeza de cartel todo se pone imposible (barras, baños, entradas…) pero una vez terminado su concierto todo vuelve a la calma. Aunque unos cuantos baños y barras más no habrían estado mal. Me pareció un acierto que no hubiera ningún tipo de solpa entre los dos escenarios principales ni tampoco tiempos muertos entre ellos. Los precios son bastante aceptables, si además estás en la Zona VIP los precios son mucho más bajos.
Ha sido mi primera experiencia en el Sonorama, estoy seguro de que no será la última.
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