La noche del 14 de Diciembre fue una de esas gratificantes veladas de las que a la mañana siguiente tienes agujetas en las rodillas y algún que otro charco en la memoria, pero que, al recordar que estos pormenores están completamente justificados por los desacompasados bailes de los que hiciste alarde en un buen concierto, dichos síntomas no hacen si no aumentar el buen sabor de boca con el que te fuiste a la cama. Si a todo esto se añade que el grupo al que viste fue a Eskorzo, este resultado está mas que garantizado. Los granadinos volvían a La Matriz Creativa a demostrarnos “El Encanto de lo Irreverente”, expresión que define de una manera bastante acertada la esencia del grupo y a su vez da título a su último álbum en directo.
El primer plato de la noche fueron los murcianos Paradile; banda joven de ska-fusión que se encargó de romper el hielo y empezar a animar al público que poco a poco iba llegando. En su repertorio se entremezclaron temas propios con algunas versiones de grupos clásicos de ska. El mejor momento de su actuación seguramente fue cuando se arrancaron a versionar el mítico “One step beyond” de los británicos Madness, tema que fue visiblemente el que mejor recibimiento obtuvo.
Una vez hubo terminado de entrar la poca gente que quedaba fuera y se vio conformada una Matriz a medio aforo, pero con un público entregado y dispuesto a disfrutar del concierto, salieron a escena el plato fuerte de la noche: los granadinos Eskorzo. Empezaron con uno de sus himnos más tempranos, “Pinta la pared”, tema que consiguió de manera inmediata poner a bailar a toda la sala. A partir de este momento las canciones se fueron sucediendo de forma frenética y sin apenas pausa: “Botas de siete leguas”, “El tío Bullanguero”, “No estaría tan mal”, “Cabeza abajo”, “Estoy mucho mejor”, “Paraísos Artificiales”, “Dámelo”, “El sicario”, fueron conformando un set list que fue prácticamente una reproducción de su último álbum en directo (salvo gratificantes excepciones como “Dámelo” o “Clavelitos”).
Durante el concierto se demostró que a pesar del enorme talento y el buen rollo que desprendían todos y cada uno de los miembros de la banda, el epicentro del terremoto sonoro que desata el grupo es Toni, el vocalista, que más que cantar navega a través de la música, meneando las caderas, saltando, siendo el arquitecto fundamental del directo del grupo. Este dinamismo se pudo comprobar a través de los generosos regalos con los que el público obsequió al frontman, entre los que se encontraba una degustación del thc de la zona acompañada de una generosa ración de níscalo para acompañar.
Así, entre “joint” y “joint”, y generosos halagos a los hongos locales (“¡Que buenas están las setas, Murcianoh!”), el grupo desplegó el último tramo de canciones: “El Muro”, “Clavelitos”, “C/ La Amargura”, “El roto”, “Poco a Poco” y “Ruido”. Tras un breve descanso, un servidor está seguro que para beber agua y comer algo dulce, el grupo culminó con los bises, que fueron dos de sus estandartes del directo, “Reggae pa Mai” y “El que tenga el amor”. Una vez el grupo hubo abandonado el escenario, tomó posesión del micrófono uno de los responsables del concierto para reprocharnos de forma cariñosa nuestro poco apego a la ley antitabaco y para anunciar la tentadora oferta de poder fumar y disfrutar de 3 minis de cerveza por diez euros durante el resto de la noche. Pero a pesar esto, resultó mucho más tentadora la opción de seguir la noche por algún lugar distinto para, definitivamente, tener a la mañana siguiente el grato recuerdo descrito al principio de la crónica.
Crónica por Daniel Sánchez Parra.
Fotografías por Concha Rubio Díaz.
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