Una de las mejores cosas que puedes hacer al ver el cartel de un festival es fijarte en la letra pequeña, en esos grupos que ocupan las últimas líneas y que aún no conoces. Así fue como descubrimos a Ligula, banda madrileña que estará en la primera edición del festival WAM Estrella de Levante. Alejandro Elizalde, Ignacio Fernández, Borja Menéndez, Diego Ruiz, Saúl Omar, Joan Carranza, Carlos Valladolid y Guzmán Sánchez forman este grupo que se parece bastante a una familia numerosa. Hemos hablado con ellos.
Es bastante probable que muchos de nuestros lectores aún no os conozcan, ¿cómo os presentaríais?
Durante un tiempo nos estuvimos presentando como una familia numerosa porque somos muchos, ¡siete!, y llevamos tanto tiempo juntos que las relaciones en la banda son más parecidas a una familia que a un grupo de amigos. Creo que la manera de hacer música está condicionada por esos dos factores, con la vertiente más multi-instrumental y con la sincronía entre todos, resultado de todos estos años de convivencia.
¿Y cómo surge Lígula?
Varios de los miembros del grupo íban juntos al colegio y pronto empezaron a tocar por las tardes. Hubo varios grupos antes de llegar a montar Lígula, gente que entró y que se fue.
He estado echando un vistazo a vuestros artistas relacionados según Spotify y creo que no anda muy acertado, ¿qué influencias comunes tenéis?
Creo que todos coincidimos en Wilco como una influencia importante pero cada uno escucha música distinta. Otras referencias pueden ser Radiohead, Bill Callahan o Iron and Wine.
Sé que es difícil pero… ¿cuál es vuestra canción que mejor os define?
Vaya… pues siento irme por la tangente pero como la propia banda no es un concepto estático es difícil definirla con una sola canción. Cada una es una foto fija de una época del grupo, ¡así que no hay excusas para darle una oportunidad a cada canción!
“Distant Stairs” vio la luz en 2015 gracias a un exitoso proyecto de crowdfunding, ¿cómo han sido estos años con el disco?
La verdad es que el disco ya tiene bastante recorrido. Llevamos un par de años enseñando el trabajo por España y más recientemente en EEUU, y estamos muy agradecidos por la acogida. De momento nuestra impresión es que está envejeciendo bien y las canciones a pesar de los años se entienden bien con las nuevas, que también estamos tocando en directo.
¿Y estáis ya trabajando en el siguiente?
Si, ya tenemos todos los temas grabados en versiones caseras y en julio nos metemos en el estudio para grabar el nuevo disco, que saldrá en otoño.
Escuchando vuestra música es fácil dejarse llevar a otros lugares; lugares tranquilos y en calma. ¿A dónde os transporta a vosotros?
Es cierto es que vemos cada canción como un viaje, con distintos pasajes hasta llegar a un lugar distinto del de partida. Pero este lugar no tiene por qué ser físico, puede ser más abstracto y emocional simplemente una idea o un concepto. Así es al menos para nosotros, y esperamos que hasta cierto punto sea así también para la gente que nos escucha. El otro día un técnico de sonido nos describió como cinemáticos y paisajísticos, lo cual nos hizo gracia. Quizás esto vaya en la línea del viaje.
¿Creéis que esa tranquilidad y calma que transmite vuestra música encaja bien con el formato actual de los festivales?
En los festivales, el componente de espectáculo y fiesta tiene su reflejo inevitablemente en la música. Las bandas adaptan sus sets a este contexto, y hay fórmulas musicales que son en general más fáciles de encajar. Pero creemos que hay público y momentos para todo tipo de música. La prueba es que estamos programados para unos cuantos festivales este año.
Hace unas semanas estuvisteis en el SXSW de Austin y actuando en Nueva York, ¿qué tal la experiencia? ¿Cómo surgió cruzar el charco?
Tocar en SXSW y en Nueva York fue una experiencia inolvidable y surgió de la mano de Sona la Dipu, el concurso que ganamos hace unos meses en Valencia. Formar parte de ese festival con los cientos de bandas que había allí fue increíble. Nuestro concierto en el Hotel Vegas (un garito con bastante historia en Austin) es algo de lo que nos acordaremos siempre. Después de Austin dimos dos conciertos en NY que disfrutamos también muchísimo, compartiendo sala con bandas locales de Manhattan y Brooklyn.
¿Alguna anécdota que contar de esos últimos viajes?
Digamos que lo del concepto de familia se reforzó más aún. Cuando compartes cama 10 días seguidos es casi inevitable.
Hemos leído que defendéis que «al final todo se cuece en las compañías escasas de los pequeños espacios», ¿sois más de salas que de festivales?
Bueno, eso en realidad se refiere al proceso de composición. A la cantidad de horas que pasamos dando vueltas a las canciones, añadiendo pintura y puliendo las aristas. Eso es en el fondo a lo que dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo. Y luego los directos son el resultado de todo ese trabajo en compañías más escasas. De ahí la comparación. A veces Nacho, quien compone la mayor parte de los temas, comenta la paradoja de estar tocando delante de cientos de personas lo que un día apareció en la soledad de una habitación.
Los festivales se han convertido en un gran escaparate, y en cierta medida necesario, para que bandas emergentes consigan llegar al público, ¿lo veis así?
Está claro que son esenciales para bandas emergentes. Gracias a esta exposición es más fácil que la gente te conozca o que consigas que más público escuche tus canciones. El reto luego está en mantener ese público y conseguir llenar salas.
Debe ser difícil de organizarse y tomar decisiones siendo siete en el grupo, ¿cómo lo lleváis?
Es todo un proceso en sí mismo, pero digamos que funciona bastante bien para lo que podría ser!
Hace ya años que nació Lígula pero 2017 parece estar marcando un antes y un después para Lígula, ¿cómo esperáis cuando termine el año?
Si, está siendo un año muy especial. Desde finales de 2016 hemos estado de gira por España (acompañando a Carlos Sadness y MissCaffeina), luego EEUU y ahora todos los festivales. Nos conformamos con haber conseguido conectar con algunas personas de todas las que nos habrán escuchado para finales de año, y que incluso quieran acompañarnos en este viaje.
¿Qué esperáis del WAM Estrella de Levante? ¿Cómo estáis enfocando el concierto?
Es un honor tocar en Murcia, con la tradición musical que tiene. Más que por el cante de la mina (que también) por el SOS 4.8 que llegó a ser uno de los grandes festivales de España. Ahora el WAM parece que continua haciendo las cosas muy bien. El concierto es de mañana (a las 12!) en el la Plaza Santa Catalina así que será una buena manera de empezar el día. De hecho nos gusta también tocar pronto, se crea otro tipo de atmósfera y se pueden plantear otro tipo de canciones que en horario de tarde no tendrían cabida.
Como una banda que tras años de trabajo empieza a abrirse hueco, ¿qué consejo daríais a todas esas bandas que están comenzando lo ven todo tan difícil?
Es difícil dar consejos. Por alejarnos de las fórmulas mágicas, imagino que lo que de verdad hay que hacer es disfrutar tocando y componiendo, y hacer esto independientemente del resultado. Y sobre todo siendo fiel a ti mismo, haciendo canciones que, más allá de ser buenas o malas, sea honestas.
¿Crees que la música en directo se ha convertido en una actividad más cercana al ocio que a una experiencia en si misma?
La típica pregunta facilita para ira acabando la entrevista (risas). Hay muchas maneras distintas de aproximarse a la música. Desde luego hay un componente muy importante de ocio y eso se nota, por ejemplo, en la cantidad de gente que va a conciertos y se pasa el rato hablando sin parar. Quizás para ellos eso no impide que sea también una experiencia (de otro tipo) pero a la gente de alrededor sí J. En fin, es un tema complicado. Inevitablemente, la música dentro de esta sociedad en la que vivimos tiene el riesgo de convertirse en otro producto de consumo. Pero al menos intentemos que sea un consumo responsable, ¿no?
¿Y creéis que se sigue disfrutando de la experiencia de escuchar un disco o vivíamos tan rápido y con tan poco tiempo que ni nos paramos a disfrutarlos como se merecen?
Vivimos rápido y aún así los vinilos están más de moda que nunca. Somos una especie cuanto menos peculiar! Es verdad que la capacidad de prestar atención a una sola cosa está en horas bajas pero cuando lo haces se convierte en algo muy reconfortante.
¿Cuál es el último concierto al que habéis ido como público?
En Austin estuvimos viendo bastantes buenos conciertos: Real State, Survive, Mark Eitzel…y nos perdimos al gran M. Ward porque tocábamos a la vez.
Una banda con la que soñéis con acompañar sobre el escenario.
¿Pero todos juntos? Una con pocos miembros que sino no cabemos (risas).
Un lugar donde os encantaría tocar y aún no lo hayáis hecho.
Por decir un lugar más o menos cercano, el Teatro Lara de Madrid. Allí se hacen cosas muy especiales.
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