Ya os contamos aquí que la ducha estaba terminantemente prohibida y hoy os dejamos la charla intensa, lúcida, divertida y un poco sucia que tuvimos con dos murcianos: el escritor Juan Soto Ivars y la ilustradora María Serrano, respectivamente, las letras y los dibujos del libro infantil que todos deberíais leer para tomaros la vida menos en serio: ¡Prohibida la ducha! (Siruela, 2015). Porque como ellos dicen, nada es para tanto.
¿Estáis diciendo que si no nos duchamos nos ocurrirán mil y una aventuras?
J. De mil y una aventuras no puedes volver limpio. La sociedad de los críos es un reflejo de los activos que son y de la cantidad de cosas que hacen. Que esté tan mal considerada es como borrarles esa rebeldía. La suciedad no se adquiere en casa jugando al ajedrez, se adquiere yendo a la calle a apedrear ventanas. Además, da mucha pereza ducharse cuando eres crío.
¡Prohibida la ducha! y seguro que alguien acaba duchándose por rebeldía. Y si decimos ¡Prohibida la lectura!, ¿leerá algún rebelde?
J. Pues no lo sé, eso sería muy guay. Lo que creo es que los niños cuyos padres no leen, casi nunca leen. A mí me pasó una cosa muy graciosa aquí en Murcia cuando era muy pequeño: en casa de mis amigos de Alcantarilla no había libros y una vez vi que había una enciclopedia y dije “hostia, en esta casa sí hay libros”, fui a coger un volumen y salió toda una caja de esas de las tiendas de muebles. ¿Cómo van a leer los hijos de esa gente?
¿Creéis que son útiles iniciativas de fomento de la lectura como las que se llevan a cabo en los colegios e institutos o, por ejemplo, en el Premio Mandarache?
J. El Premio Mandarache es una iniciativa preciosa. Yo me imagino que esas cosas sí sirven, porque provocan que se ponga de moda entre los niños leer y al final unos se imitan a otros. Ellos son originales en su forma de pensar pero sus comportamientos son imitación, ahora hablan todos como en Hora de Aventuras y nosotros hablábamos como Chiquito de la Calzada…
¿Qué tiene la literatura y la ilustración infantil que no tenga la que va destinada al público adulto?
M. Creo que en los libros infantiles y en los libros ilustrados hay un componente muy importante: el estético. Con él, los niños se pueden sentir identificados con unos personajes y unas circunstancias de una manera más fácil. La literatura infantil y cada vez más, la literatura para adultos va acompañada de ilustraciones, lo que añade un valor muy importante al objeto del libro.
J. En ningún momento me planteé publicar este libro sin ilustraciones, desde que lo escribí pensé que eran indispensables. Las letras dan pereza a los críos, a mí me pasaba también. Con ellos no puedes experimentar, tienes que darles un texto que esté muy redondo porque siempre van a por los fallos. Hay que dárselo todo concentrado y que pasen cosas todo el rato.
¿Quién es más exigente, el adulto o el niño?
J. Los niños son más tajantes, no hacen matices en la crítica. O encumbran o destrozan.
M. Son sinceros, nosotros estamos más constreñidos. Quizá tú llegues hasta el segundo capítulo de un libro que te han recomendado antes de tirarlo por tierra, pero un niño si a la segunda página no le gusta, seguramente no lo leerá.
¿Qué hay del lenguaje que has utilizado para acercarte a los niños?
J. En Ajedrez para un detective novato utilicé un lenguaje muy parecido, si le quitas las putas y las cosas de drogas sale un poco esto. Lo que he intentado ha sido no ocultarles nada, no poner diminutivos, no maltratar mi propia prosa pero tampoco tratar de hacer algo muy complejo. Escribir para niños es como escribir para el periódico, decir algo, contar algo que se entienda, no andarte por las ramas, sin maquillaje. A mí los diminutivos me parecen lo peor: el pastelito, la cosita… Me dan ganas de liarme a hostias, ¿cómo te atreves?, ¿qué te crees? ¿que es un cursi como tú? Me acuerdo del primer libro que rompí en mi vida, uno del Barco de Vapor que estaba lleno de diminutivos de este tipo. Vaya cabreo tenía…
Letras y dibujos son la fórmula ganadora para los niños, pero también para los adultos. ¿Cómo llegáis a tener este idilio vosotros dos?
J. Un día empezaron a aparecer en el buzón de mi casa en Barcelona papeles con dibujos muy raros y yo decía ¿y esto? Sin nombre, sin firma…
M. Y es que yo me había enterado de que había un escritor muy famoso que residía en Barcelona y que había venido a Murcia a dar un curso y dije: “voy a enseñarle mi trabajo”.
J. Pero como no ponía la dirección, ni su nombre, al final tuvo que llamar al timbre y subir y decirme “eh que la de los dibujos soy yo” y como no me lo creía le dije “demuéstralo”. Se puso a dibujar agobiada y después de someterla a unas pruebas, vi que realmente era ella.
M. Ahora en serio. En realidad, nunca decidimos hacer un libro juntos. Juan tenía un texto y tuvo el detalle de decirme “mira, léetelo y si te gusta, dime si te apetece ilustrarlo”. Yo me lo leí en un día y dije: “¿cómo no lo voy a hacer?”.
Entonces el libro estaba totalmente terminado y tú empezaste a dibujar.
M. Sí, yo empecé a dibujar y aproveché el verano que es una de las épocas más asquerosas y que más odio para invertir tiempo en ello. Le mandé unos cuantos ejemplos y cuando me dijo que le gustaba por dónde iba la cosa…
J. Es que imagínate qué divertido, a mí nunca me habían ilustrado un libro y me hizo muchísima ilusión ir viendo los dibujos, era genial.
M. Juan ha sido muy benevolente, porque normalmente la gente no tiene muy claro lo que quiere pero luego son unos pejigueros, porque se han creado unas imágenes en la cabeza de cómo debería ser. A Juan todo le parecía bien. Yo pensaba que le importaba una mierda…
J. Me importa media mierda (Risas) En serio, yo flipaba, pegaba gritos. Cuando llegaba un mail suyo, le pegaba un grito a Andrea, venía corriendo y ella misma reconocía perfectamente las escenas sólo con verlas.
M. No sabes la ilusión que me hace, porque estas cosas, no están pagadas de otra manera, siendo sinceros. Así que esto lo que realmente te empuja a seguir porque la vida es muy dura y en estas circunstancias dedicarte a dibujar es difícil. Al principio había pensado en hacerlo de una manera tradicional, con acuarela y lápices, pero el que hoy es mi agente, me dijo “no sé, yo esto lo veo un poco flojo” y yo “me cago en la puta que lo ve un poco flojo”. Entonces decidí rehacer algunas de las escenas que le había mandado a Juan en el ordenador, por ser más rápida y más versátil y Marc, mi agente me dijo “infinitamente mejor”.
¿Por qué los no tan niños tenemos que entrar en el país de Péstor?
J. ¿Como lectores o directamente? Porque a alguno lo mandaba por cabrón al país de Péstor pero sin billete de vuelta. A mí como me gusta tanto la literatura infantil y me divierte tanto… yo leo Manolito Gafotas y me parto el culo. Me encanta la literatura infantil buena y también ese tipo de escritores, que, como Elvira Lindo, escriben para niños y para adultos siendo reconocibles: Tú coges la novela más seria de Elvira Lindo y coges Manolito Gafotas y reconoces a la autora. Al final, la escritura para adultos y para niños es igual, es una fórmula para contar algo y para transmitir sensaciones. Ya está.
¿Qué tiene el libro que no tenga la Play Station?
J. Qué tiene la Play que no tenga el libro… es que la Play mola tanto… Los videojuegos ahora cuentan historias muy chulas, son como películas, es alucinante, yo pienso que lo que le falta es más literatura, de hecho, he estado pensando con un amigo, Guillermo Aguirre, en cómo meternos en la industria de los videojuegos porque hacen falta guionistas: ahí hay literatura. Ahora es temprano para verlo, pero hay videojuegos buenos con buenas historias. Tú coges el Fallout III y es literariamente cojonudo, tiene unas líneas que son de novela negra muy buena. Independientemente de eso, creo que con la lectura llegas más lejos que con el videojuego, llegas a sitios a los que el videojuego no llega ni de lejos. Sin embargo, me parece que la parte literaria del videojuego es el futuro y creo que es de donde vamos a poder sacar algo de pasta los escritores. Los libros ya no son una forma de vivir.
M. Con los videojuegos sí, flipas mucho, te lo pasas muy bien pero no trasciende tanto como el hábito de leer.
J. En el plano del entretenimiento no hay competencia posible porque el videojuego es infinitamente más atractivo, hasta que aprendes a leer bien y el libro empieza a tomar una dimensión bestial de entretenimiento. En cuanto a la trascendencia… pobres de los niños que no se hagan lectores porque se la van a meter dobladísima. La cultura guarda una serie de cosas que sólo son accesibles de una forma y esa es leer muchísimo y tratar de olvidar lo menos posible. Pobres niños si no leen…
El humor, la fantasía, la ficción… en ellos nos resguardamos todos, independientemente de la edad que tengamos.
J. Los adultos estamos todo el día jugando a cosas nuevas que a veces no parecen juegos, que a veces tienen consecuencias inesperadas, estamos todo el día en las redes sociales, nos vamos a festivales, nos emborrachamos por los bares, jugamos como críos… es frivolidad pura. Luego lo que sí me jode es cuando intentan hacer de los niños adultos en miniatura, como las tiendas de ropa: cuando veo la ropa de niñas de ahora y me acuerdo de cómo iban las niñas de mi clase con chándal y con rodilleras, sí que digo que estamos peor ahora y cuando veo a los niños esos imbéciles en Máster Chef Junior y los que tocan muy bien la guitarra, niños prodigio de esos repelentísimos. Eso me da una tristeza… Lluvia de Estrellas por ejemplo era distinto, cogían a un crío, le ponían un disfraz ridículo como de la Pantoja, era más de chiste que ahora. Las madres de Lluvia de Estrellas lloraban y cantaban a la vez y las madres de Máster Chef Junior están como si fueran un consejo de accionistas, defendiendo no al hijo sino su éxito empresarial. Es horroroso.
El libro se sustenta en el humor, además de en las aventuras y Juan, casi todo lo que escribes está plagado de humor.
J. Humor guarro, además. Hay gente a la que no le hace gracia, el humor es muy personal, hay gente a la que no le hace gracia Miguel Noguera y espero que no te hagan gracia los hermanos Calatrava o algo así, pero hay gente a la que sí, con el humor nunca le gustas a todo el mundo.
M. Que te haga gracia o no ya es cosa de cada uno pero está claro que para escribir en tono humorístico, tienes que tener mucho sentido del humor.
J. Mira, yo con la novela de Ajedrez para un detective novato he recibido mis peores críticas, ha habido muchísima gente a la que no le ha hecho ni puta gracia y no es gente que esté contra mí, es gente que no conozco. El humor no te sirve para hacer amigos escribiendo.
No está tan reconocido tampoco…
J. No, uno de los mejores escritores que tenemos en España es Jardiel Poncela y no lo lee nadie porque es humorístico.
Y sin embargo, mucha más gente va al cine a ver comedias, ¿por qué esa diferencia?
J. Parece que la cultura tiene que ser seria en España, los ingleses tienen una tradición satírica bestial y antes éramos así los españoles, el Quijote es un libro con el que te rulas de risa. Por ejemplo, Luces de Bohemia es una obra con la que yo me parto el culo de risa y la he visto representada tres veces y ninguna de las tres veces me he reído, era todo como grave, sórdido… Nunca me he reído en el teatro con una obra con la que me parto el culo leyéndola. Eso ya te dice algo, parece que la cultura tiene que ser seria, densa, que te haga pensar.
Pero el humor también te hace pensar…
J. Los niños ayer se partieron de risa cuando dije en la presentación que había muchos pedos en la novela. Me sorprendieron sus carcajadas, les dio una risa muy loca y sólo habíamos pronunciado la palabra pedo. Pero claro, ¿qué les hacía gracia? Que un adulto, en una librería -que parece un sitio serio-, diga detrás de una mesa esa palabra. No creo que les hiciera gracia el pedo sino la situación: se trata de romper un tabú y eso no les hace pensar a los niños pero ellos ya saben que hay adultos que son capaces de subirse a una mesa y decir la palabra pedo delante de un montón de gente mayor. Esa rebeldía en los niños se queda, estoy seguro.
¿Por qué escribir y por qué dibujar?, ¿no tenéis nada más divertido que hacer?
M. Es mi vida, sinceramente no sabría qué hacer si no estuviera haciendo lo que hago, por eso sufro tanto, porque te frustras. No podría plantearme otra cosa.
J. No sé, yo antes quería ser escritor, estaba obsesionado con serlo y cuando publiqué el primer libro ya me daba igual, me parece que había perdido toda la fuerza, ya no significaba nada. Veía a los escritores y quería ser uno y luego… ya no le veo sentido a esto. Este libro me está reportando muchas alegrías, por los dibujos y por los lectores que está teniendo, pero con los libros de adultos…veo ahora el que tiene mi agente y digo…no tiene sentido.
M. Se convertirá en un best-seller.
J. Si eso ocurriera, cosa improbable, creo que no me gustaría, pensaría que no lo entienden, no sé.
M. Es muy tremendista y pesimista eso…
Pensaba que tu respuesta iba a ser la más optimista…
J. Esto no me lo tomo mal, no me parece terrible, escribo porque tengo que hacerlo, tengo historias en la cabeza y quiero que salgan pero sé que una vez que salen, ya está, no me importan. Lo que pasa después de escribir me toca los cojones. Hay un montón de gente que le da una importancia suprema a su obra, creen que es su vida y para mí, la vida es estar con Andrea, hacer viajes, leer, fijarme en las cosas… Escribir vale, pero la parte de alrededor es una decepción siempre, pero sin pena, eh, no es lo que yo pensaba.
M. La vida es otra cosa. Nada es para tanto.
J. No hay nada que sea tan guay como parece.
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