A veces ocurre que la literatura se convierte en un fenómeno al que siguen miles y miles de personas. En ocasiones, la lectura de un libro se vuelve deliciosa y adictiva. Aunque son pocas las veces, pasa, que de vez en cuando un escritor consigue crear un mundo en el que distintas personas, en diferentes momentos y lugares del mundo pueden sumergirse y vivir aventuras conjuntas. La trilogía de novela negra creada por Toni Hill (1966) es uno de esos fenómenos singulares que ocurre de vez en cuando. Con sus dos anteriores libros consiguió poner de moda el género negro y con ‘Los amantes de Hiroshima’ cierra el exitoso thriller y le da unas pequeñas vacaciones a Héctor Salgado, el personaje que protagoniza estas obras. Pero el aclamado inspector promete volver. Aunque, -parafraseando al propio autor-, para algunos lectores las manecillas del reloj se moverán con lentitud, los verdaderos seguidores de Salgado sabrán aguardar su regreso porque “la espera forma parte del juego”.
Los amantes de Hiroshima da fin a una trilogía. ¿Te resultó complicado preparar el desenlace de todos los misterios que habían quedado pendientes?
La verdad es que fue bastante complicado porque aunque tengas la solución y todas las piezas en la cabeza, cuando te pones a escribirlas, siempre hay que reajustarlas y volver a pensarlas, lo que siempre resulta complicado.
El hecho de que sea el fin de una trilogía, ¿significa que ya no veremos más a Héctor Salgado, el protagonista, rondando por aquí?
En realidad no, significa que esta última novela cierra un ciclo de tres, que, no obstante, pueden leerse por separado sin que el lector se pierda algo esencial, lo cual implica que el final de Los amantes de Hiroshima sea sólo parcial. Aunque es cierto que me gustaría volver con Héctor en algún momento, quería darle un tiempo de descanso, a él y a mí, teníamos que descansar mutuamente.
¿Qué tiene de ti Héctor Salgado?
Supongo que tiene muchas cosas de mí, pero no sólo él, todos los personajes. Héctor tiene de mí, sobre todo, el gusto por el cine. Se lo di porque me resultaba muy cómodo, de una manera muy fácil podía empatizar con él, hablar de películas que me gustan a mí y que le gustan a él. También nos acerca el hecho de tener una cierta obstinación, si me propongo algo normalmente no paro hasta que lo consigo, como le ocurre a Héctor.
¿Qué hace de Héctor un buen detective?
Es un tipo absolutamente normal, ni es el más listo de la comisaría ni nada por el estilo. Es un señor muy honesto con su trabajo y que lo que hace es trabajar mucho, dedicarle muchas horas y esa es la razón por la que al final acaba resolviendo los casos que se le plantean. Salgado repite una cosa a lo largo de las tres novelas y es que a las víctimas no les puede dar justicia, porque la justicia sería que no hubieran muerto, que nadie hubiera acabado con ellos; lo que sí puede hacer es, al menos, ofrecerles la verdad, que lo que les ha ocurrido se haga público. Esa es su máxima, lo que importa es sacar la verdad a la luz, hacer justicia ya no depende de él.
La novela negra, como género, intriga mucho al lector, lo mantiene siempre en vilo y le genera quizá algo de ansiedad. ¿Qué te intriga a ti al escribir la novela?
Se trata de una escritura que ha de tener sus partes de tensión, la tiene que tener para transmitirla de alguna forma. Lo que personalmente más tensión me genera es trasladar la idea que tengo en la cabeza a través de palabras y que los lectores lo perciban igual, con la misma intensidad.
¿En qué te inspiras para construir estas novelas?
Un poco te inspiras en tu alrededor y en nada a la vez. No hay nada concreto. Lo único que sí recogí de la crónica negra real fue el tráfico de mujeres africanas, la trata de blancas en las que utilizaban el vudú en lugar de coaccionarlas por violencia física, vivían coaccionadas porque son unas firmes creyentes en ese tipo de ritos. La gente creía que era ficción pero es algo completamente real. Poco después de salir la novela se desmanteló una red que funcionaba así. Te vas inspirando en cosas por el estilo. Luego, el caso en sí mismo, te viene un poco por intereses propios. En esta última novela, Los amantes de Hiroshima, quería hablar del amor y del desamor y de cómo el desamor puede llevar a un crimen. Voy montando una trama en función de mis propias ideas, no me inspiro en nada en concreto.
Uno de los ejes principales de la historia es el amor. ¿Es negro el amor?
El amor, evidentemente, es uno de los grandes temas de todo, de la literatura, de la música, de cualquier arte… Desde la perspectiva de la novela negra, el amor es visto como obsesivo, tóxico. Se observa cómo existe gente incapaz de asumir que ya no los quieren y se vuelven violentos. Gente que no puede olvidar o no es capaz de pasar página ante una relación que ya ha terminado. El amor en sí es una emoción positiva ahora en el momento en que deja de existir, ese hueco que deja, ese vacío, puede llevar a cometer actos violentos. Héctor lo dice en la primera novela: “No existe el asesinato pasional, nadie mata por amor, sólo se mata por amor en los tangos, la gente mata por codicia, por ambición, por desesperación y también por desamor”. Se mata en muchas ocasiones al tener esa sensación de “a mí no me quiere nadie y no soporto que otras personas se quieran”. En el fondo se trata de envidia, es una mezcla de emociones.
¿Es fácil escribir una novela de género?
No es fácil en ningún caso, en ningún género. Escribir una novela no es sencillo. Escribir una novela de género puede parecer más fácil porque de alguna forma tienes que tener una estructura clásica: hay un planteamiento, hay un crimen, nudo, se investiga, desenlace como solución. Pero claro, lo que intentas a partir de ahí es innovar. Puedes complicar muchísimo cada una de las partes de la novela, puedes darle toda la profundidad que quieras, tanto al caso en sí mismo, como a la investigación o al desenlace. No es fácil. Ya he escrito tres novelas, con lo que ya voy cogiendo algo de oficio a la hora de enfrentarme al género. Lo que procuro es dotarlo de cosas distintas para conseguir que mis novelas sean diferentes a las que hace otro autor de novela negra. Cada uno intenta darle su toque personal y creo que el mío es darle una especial complejidad a las tramas y a los personajes hasta tal punto que la gente dice me tienes liado. Esa es la intención que tengo.
¿Qué te aporta a ti el género a la hora de escribir?
Me aporta la posibilidad de explorar unas emociones muy extremas. Nadie, a no ser que seas un asesino psicópata de esos que matan por afición, está cerca de emociones así. De manera que tratar con una parte de la personalidad tan oscura o tratar los efectos que pueden llegar a tener los crímenes en el entorno de la víctima. Y luego también me interesa el juego de pistas que se establece con el lector, no lo engañas nunca porque no lo puedes engañar, si lo haces, se enfadan, pero sí le vas dejando caer la información con cuentagotas vas montando un puzle en el que todas las piezas encajan. No hay lector más sagaz que el lector de novela negra, de manera que no puedes dejar nada al azar. Como haya algún cabo suelto alguien acaba encontrándolo.
¿Te gustaría probar a escribir otro tipo de literatura?
Sí, de hecho, aunque no salen a la luz, sigo escribiendo relatos. En Los amantes de Hiroshima hay uno incluido. Sí me gustaría hacer otra cosa porque ha llegado un momento en el que tengo que probar otro, tengo que moverme un poquito, no cambiando radicalmente pero sí probarme a mí mismo para poder evolucionar como autor y que los lectores vean esa evolución. De ahí viene también el hecho de que de momento las novelas de Salgado se acaben, no va a haber dentro de seis meses una cuarta entrega de la serie. Tiene que descansar, son muchos libros, son muchas horas pensando en él, conviviendo con él mentalmente, conviviendo con todos los demás personajes, no sólo Héctor, está Leire, está el comisario, el hijo de Héctor, la exmujer de Héctor…Hay todo un grueso de personajes a los que he cogido mucho cariño porque han vivido conmigo casi cinco años pero creo que es suficiente, hay que probar otras cosas, hay que oxigenarse.
¿Te gustaría ver a Héctor y a los suyos en el cine o en una serie? ¿Crees que quedaría bien en pantalla?
Estoy convencido de que sí, de hecho, hay un aire cinematográfico en todas las novelas así que serían fácilmente adaptables. Pero bueno, no ha sucedido hasta ahora, así que no tengo esperanzas. Y también te digo, sí me gustaría en parte pero también me da algo de miedo porque yo a Héctor me lo imagino de una manera y casi que lo dejamos mejor en el libro para no decepcionarnos. En su momento se habló y hubo un intento que llegó bastante lejos para adaptar la primera novela en una miniserie de dos capítulos y la verdad es que estaba contento porque colaboré con los guionistas pero al final falló la financiación española. La serie se había vendido fuera y había financiación incluso de Alemania pero faltaba la grande que tenía que venir de alguna cadena estatal importante. Cuando eso ya no salió en pleno boom de la primera novela yo ya olvidé. Tampoco me ilusioné mucho porque lo veía difícil pero ya lo veo prácticamente imposible.
Nos quedaremos en los libros porque últimamente hay mucha tendencia a llevarlo todo a la pantalla y quizá donde mejor estén los personajes es dentro de las tapas de los libros.
Yo creo que sí, son personajes de papel.
Con la colaboración de Araceli Muñoz
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