Abro la puerta y veo a un grupo de gente recogiendo cables y riendo. Aquí no es, seguro. Me he equivocado de sala. Es imposible que no haya nadie en la prueba de sonido de la mejor (nueva) banda de rock and roll de este país. Salgo y miro el cartel. Sala B. Es aquí, pero no puede ser. ¿Dónde están las groupies y los periodistas y esos tipos que pululan y que nadie sabe de qué se encargan exactamente?
Salgo y llamo a Alberto. Está echando fotos en el acústico de Sexy Zebras, me dice que vaya a Sala Jo! Subo las escaleras y veo a Mario entrevistando a los madrileños. La gente de Audiovisuart, Alberto, May y algunos de esos tipos que pululan y que nadie sabe de qué se encargan exactamente. Alberto resopla y niega con la cabeza y me pregunta si vamos ya a entrevistar a Los Zigarros. Claro que vamos ya, afirmo apresurado. Corremos el peligro de que la mejor banda de rock and roll de este país piense que nos da igual su música. Bajamos y a los pocos metros nos cruzamos con dos tipos delgados que merodean los dos metros.
-Tío, ¿no teníamos una entrevista o algo así? –le pregunta uno de ellos al otro.
-Creo que sí…
Alberto lo oye y los aborda. Sí, tienen una entrevista. Bajan la mirada y nos encuentran. Les decimos que al fondo de la calle hay un bar y podemos hacer la entrevista. Emprendemos la marcha. Yo no sé qué decir. Son ellos los que entablan la conversación, que quién toca esta noche en Murcia, que qué puto calor hace. Ellos son los hermanos Tormo. Ovidi, cantante y guitarrista rítmico, lleva una gabardina que parece comprada en Carnaby Street y unos botines que parecen comprados en el Mercado de Sonora. Pelo rizado, tan enmadejado como sus ojos. Álvaro, guitarra solista, lleva una camisa de cuadros remangada, vaqueros y botas moteras. Después Javi me contaría que Álvaro “es motero seguro, porque si no, no tendría tan desgastadas las punteras.” Cosas de fotógrafos.
-¿Y de qué medio sois?
Es suficiente. Alberto y yo le contamos a Álvaro, Ovidi ha entrado a pedir dos cañas, que como la universidad no nos ofrece nada y el futuro es negro y nos gusta la música y escribir y grabar, los alumnos montamos C´mon.
-Qué guapo, de puta madre –suelta Álvaro. Es la primera de las 200.000 veces que Álvaro dirá de puta madre.
Ovidi sale. Me mira a los ojos, como esperando un disparo. Saco la grabadora y leo la primera pregunta. Llega Javi rezongando algo, Álvaro y Ovidi se presentan, Javi me mira como diciendo vaya marrón, ahora te cuento. Vuelvo a formular la pregunta.
Los Zigarros editaron este año su debut, homónimo, desde Universal. Giran desde verano y llenan salas. Todo ello, tocando rock and roll. Todos levantamos las cejas. Ellos ya lo han asimilado. Habla Ovidi: “Estar en una multinacional no es más que tener un mayor apoyo. Se dan cuenta de que no les funciona lo que hacen y tienen que volver a probar con cosas que han funcionado antes.” Y tanto. En España, el catálogo de Universal incluye a gente como Antonio Orozco, David Bisbal, Bustamante o Pablo Alborán… tenía tres nombres más en la lista, pero Ovidi me corta: “A nosotros nos tratan de puta madre”. Álvaro apostilla: “Nos hacemos muchas ideas de lo que es que te fiche una multinacional. A lo mejor en los EEUU de los 80, que te ficharan significaba kilos de coca, rubias…pero eso nunca ha pasado en España, y menos ahora.” Repiten, casi a coro: “Simplemente supone un mayor apoyo.”
El rock y las raíces
Lo primero, ¿de qué va el rock and roll? Álvaro se mesa una perilla que no existe. Ovidi empuja: “Va de no amodorrarte y aburguesarte en tu propio lodo, y vivir una vida acorde a tus creencias, a tu medida.” Álvaro ya ha encontrado su respuesta: “Va de hacer lo que quieras. Siempre ha estado a la contra de lo que ha pensado todo el mundo. Y en contra del aburrimiento. Es un poco de diversión.”
Parece que han trazado un plan: solo pronunciaremos frases que quepan en un estribillo de los Stones. Ovidi es el rock y Álvaro el roll. Ovidi clava el puñal y Álvaro lo restriega. Ovidi tira la piedra que Álvaro ha cogido. Dentro del fenómeno revival, Los Zigarros son la única referencia de calado en España. “Es que este es un país de flamenco, copla y rumba. El rock no está en el ADN. Mi abuela no ha escuchado Black Sabbath como las abuelas británicas”, dice Ovidi. Álvaro contextualiza: “Black Sabbath es como aquí Paco de Lucía. Es su música.”
Citan a The Strypes, una banda irlandesa formada por cuatro adolescentes que ha publicado este año su primer LP, Snapshot. The Strypes son los Beatles cuando los Beatles no habían cruzado el charco. Suenan a Cavern. Habla Álvaro: “Hacen el Rhythm and Blues británico de toda la vida y salen en los programas de máxima audiencia. Eso aquí es impensable.” Ovidi remata: “Les suena puro porque ellos inventaron eso.” Llevan toda la vida juntos, no se miran mal cuando uno interrumpe al otro. Álvaro sabe que su cuchillo es de sierra y Ovidi, que el suyo está afilado.
Hay factores como la cercanía con EEUU o la democracia que permitieron que, por ejemplo, Argentina recibiera esa influencia, parte hoy de su cultura. “Allí, en los 60, la cultura entraba y salía, había puertas abiertas”, señala Ovidi. Álvaro tuerce el gesto: “También es verdad que en este país…nosotros siempre decimos que aquí Marilyn Manson no sería nadie. Si sale un tío en plan Anticristo Superstar la gente diría: ¿Este qué hace maquillándose, es maricón? Vete a tu casa. Aquí reventamos a todo el mundo. Como a Bunbury, por ejemplo.” Ovidi suelta humo y afirma: “Bunbury…allí sería Bowie, salvando las distancias, y aquí…” Álvaro apunta: “Aquí muchos piensan que es un maricón flipado. Y es Bunbury, – cuando Álvaro pronuncia Bunbury se le abren los ojos más aún, la admiración desborda sus pupilas– que ha hecho un carrerón después de Héroes del Silencio, se va a EEUU a vivir y lo tachan de desertor, ¿pero cómo no se va a ir, si es que yo me iría también? Si es que aquí muchos no tienen ni puta idea.”
Valencia in my mind
Ovidi dice que vive de la música, “no de Los Zigarros -advierte- pero sí de la música.” Versiones, horas como músico de sesión o clases de guitarra: todo vale. “Puedes vivir de la música si eres consecuente, ya no tienes una limusina en la puerta y no te cae un caché de 70.000€, porque eso era un despropósito. Es como cuando recalifican un terreno e inflan su valor 30 veces. Lo que ha pasado.”
Lo que ha pasado. Quién mejor que unos valencianos para hablar de lo que ha pasado. La comunidad que un día fue encumbrada como paradigma del crecimiento perdió su maquillaje y ahora se le ven las costuras. Se ha erigido en paradigma de la putrefacción. Fabra, Camps, Barberá, el accidente de metro silenciado, el cierre de una televisión pública, un aeropuerto para que un pariente lejano de Vito Corleone se lo enseñe a sus nietos o trajes manchados de desvergüenza. Todo ha valido y todo sigue valiendo.
“Siento una depresión con respecto al 80% de seres humanos. ¡Qué mierda de todo! Y en Valencia más claro. Allí todo lo que ves es una puta mierda, y claro que se filtra en la música”, afirma Ovidi, fuera de sí. Álvaro se muestra más reflexivo: “La mala hostia se nota en las guitarras. Somos guitarristas de rock and roll, no somos La Oreja de Van Gogh. En Hablar, hablar, hablar contamos eso. Venimos de lo más oscuro que se puede encontrar en España y odiamos todo eso, odiamos ese hablar para no decir nada.” Una negación constante con la cabeza acompaña lo que sale de su boca: “Llega un momento en que pongo Los Simpsons en vez del puto telediario, porque me dan ganas de quemar mi casa y poner bombas. Terrorismo total.” Después de casi 15 minutos hablando con ellos, sé que Álvaro ha sacado las garras. Agacha la mirada. Chasquea. Hostia, es que…no. No. No. Repite.
You can´t stop rock and roll
Los Zigarros son una máquina y no dan un respiro. Mientras Álvaro habla, Ovidi apunta. Ahora dispara: “Además, nosotros siempre nos hemos sentido un poco marginados. En el colegio veía que no era como los demás. Eso lo siento en Valencia, en Córdoba y aquí. En todos lados.”
Álvaro tira del hilo:
-Cuando la gente se iba a jugar al fútbol nosotros nos íbamos a la esquina a fumar porros y a escuchar a Nirvana. Y no nos importaba una mierda que fuera así. Hay algo dentro de ti que te lleva hacia eso. En ningún momento piensas: hostia, debería juntarme con estos o debería jugar al fútbol.
-Simplemente escuchábamos Nirvana y queríamos quemar el Parlamento.
-Y destrozar el colegio y destrozarlo todo. Y eso lo sientes o no lo sientes.
Nos hemos vuelto invisibles. Las cámaras de Javi y Alberto no suenan. Yo no les estoy apuntando con la grabadora. Son dos hermanos recordando por qué están en Murcia esta noche.
Pregunto si alguna vez han sentido que el rock es lo único que jamás les fallaría y no me dejan terminar la frase. “Siempre”, contesta Ovidi sin pestañear. “Toda la vida”, afirma Álvaro. Se entienden tan bien que parece que uno sabe cuánto va a durar la respuesta del otro. Ovidi habla de Keith Richards, quien en su autobiografía Vida comenta que en los días en los que odia a su mujer y a sus hijos piensa que la música es lo único que siempre quedará. “Yo veo a mi chica y veo a mi guitarra –continúa- y sé que mi guitarra siempre va a estar. Mi chica no lo sé. Es así, jamás me enfado con la guitarra.”
Álvaro tiene un gran angular en el cerebro. Todo lo que cuenta ofrece una visión total de su situación: “Teníamos claro que queríamos tocar la guitarra desde los 12, cuando vimos a Kurt Cobain colgarse una.” Me cuenta que han trabajado en mil cosas que odiaban –obras, fábricas, etc.- y que dedicaban los fines de semana a la música. “Pero llegó un día en que decidimos que no queríamos volver a la obra. No queríamos eso. Nunca más.” Álvaro pronuncia eso como quien pronuncia infierno cuando está en el paraíso.
Debajo del puente
No hay rock en la radio. No hay rock en la tele, ¿ha vuelto a la cueva? Ovidi me dice que no tiene ni idea. No parece dispuesto a reflexionar más. Álvaro comenta que “es underground en los medios. No hay ningún medio mainstream que apoye al rock and roll. Ninguno. Ni uno.” Ni uno, repite, como queriendo revertir la situación: “Y en Rock Fm solo suenan los clásicos. Hay que apoyar la cultura de tu país, no solamente al puto Bertín Osborne.” Creo que he prendido la mecha de Álvaro: “¿Cómo puede ser que Ariel Rot no suene en los 40 Principales? Es rock and roll de puta madre, no es death metal, no es Cannibal Corpse. Es un talentazo, vive en tu país, lo hace en tu país. Les da exactamente igual.”
Todo en Los Zigarros huele a amor por una tradición bien hecha. Álvaro camina por ese sendero: “A nosotros nos cogió Universal a la manera antigua. No puedes ser Led Zeppelin y sacar el IV el primer año. Ahora usas y tiras: Operación Triunfo y la puta Voz. Y eso no es música.” Álvaro está rugiendo: “¿Qué quieres que haga, como Rihanna? ¿Quieres que coja a los 100 tíos que mejor escriben en EEUU y que me hagan un disco lleno de éxitos? No, tío. No.”
La música que encuentra hueco en la radiofórmula es diametralmente opuesta a la que hacen Los Zigarros. Viendo su amargura, pienso en aquellos versos de Calamaro:
Siempre seguí la misma dirección
La difícil
La que usa el salmón
Ovidi se ha recuperado:
-Claro que nos sentimos a contracorriente. A contracorriente de lo introspectivo, del cansinismo. De la mierda de poner la tele y es como…¿¿otra vez lo mismo?? ¿Cómo era ese guiri gordo que salía en Crónicas Marcianas?
-Leo Bassi –contesta Álvaro, que no para de reír.
-¡LEO BASSI! Era un rompedor. Un tío al que veías y decías: hostia, qué hijo de puta. O cualquier figura que tenga un poco de filo. Es que hoy en día es todo una puta mierda. –dice Ovidi, separando en sílabas la última frase.
Ha vuelto a pasar: ha aparecido su conexión y nos hemos vuelto invisibles. Procuramos no hacer ruido.
-Hoy nadie se la juega –responde Álvaro.
-Pero no sabemos por qué. Si preguntas en un bolo: ¿qué queréis rock and roll o una balada? Nadie te va a decir una balada. La gente quiere salir el viernes, que está hasta la polla de su mujer, de su trabajo, de su puta madre, del paro…
-Que es para lo que estamos nosotros –interrumpe Álvaro, encauzando la conversación- tú vas a un concierto o al cine o te lees un libro para, durante ese tiempo, olvidar todo lo que te rodea. Llevamos muchos años en este país en los que te cuelgas la guitarra y le das al delay y quinquinquinquinquinquin –imita a un guitarrista, con voz cansina y cara de asco- y luego el otro guitarra quinquinquinquinquinquin y luego el bajo pumpumpumpumpum…¡Venga tío!
–Y luego los imitadores. Quique González y Calamaro son grandes. El problema es todos los que tratan de ser eso, de ser ellos. No saben hacerlo bien y son un puto coñazo. No les aguanta ni su puta novia.
From Her to Eternity
En 1962, cuatro chavales de Liverpool hicieron una audición para Decca. El sello los rechazó “porque la música de guitarras estaba acabada.” El resto es Historia. Si, 51 años después de esa audición, una banda puede tocar rock and roll y sonar moderna es porque tiene canciones. “Yo creo que cada cosa con poso y talento que salga es nueva. Nosotros aportamos canciones nuevas y nunca sonaremos a los Stones, por mucho que nos gusten. Como forma artística –continúa Ovidi, sin vacilar ni un segundo- todo está inventado desde hace 60 años, pero se trata de canciones.” Por si fuera poco, añade la puntilla: “Cuando dices que una banda suena demasiado a algo es porque es mala. Cuando es buena, suena nueva.” Y punto. Cuando habla Ovidi no hay más que decir.
Álvaro está mascullando algo que de repente toma forma de palabra: “No necesito que alguien me junte el reggaetón con el jazz para decirme: hostias, he inventado algo nuevo. El otro día escuchaba Abbey Road, y ahí tienes a Queen y a Black Sabbath 10 años antes, y por eso no van a dejar de gustarme Queen o Black Sabbath. Se trata de canciones.” Se trata de canciones, otra frase que podría cantar un desbocado Mick Jagger. Medito sobre la frase, pero Álvaro no ha acabado aún: “A nosotros nos dicen que nos parecemos a Tequila. Pues menos mal, porque si nos pareciéramos a Antonio Orozco estaríamos jodidos.”
Respiremos aliviados. Nuestra generación ya tiene banda de rock and roll. Que la siguiente se busque la vida. Ovidi cree que siempre habrá gente tocando guitarras eléctricas: “Ese poder de la electricidad. Escuchas un riff de Angus Young y dices: HOSTIAS, no me suicido porque existe esto.”
La última. Un joven Mick Jagger respondió un tajante no cuando le preguntaron si seguiría haciendo música pasados los 50. Ovidi responde con la misma decisión, pero en sentido contrario:
-Sí, claro. ¿Cómo no? Quizá ya no demos botes pero…
-Solo tenemos hasta octavo de EGB, es esto o nada –suelta Álvaro, interrumpiendo a su hermano.
Se han cambiado las tornas. Ahora Álvaro ha sacado la cuchilla mientras Ovidi intentaba enhebrar la aguja. La entrevista ha terminado. Tengo la sensación de que podrían estar años hablando de música y ninguna de sus funciones vitales se vería afectada. Tengo la sensación de haber hablado con dos personas que serán muy importantes. Imagino que el periodista –o estudiante de periodismo- que entrevistara a Calamaro a principios de los 80 tendría la misma impresión. Y si no hay groupies ni periodistas ni uno de esos tipos que pululan y que nadie sabe de qué se encarga exactamente es porque somos gilipollas.
Fotografías por Javier Gambín
5 Comments
Enhorabuena por la entrevista !!! Grandes Los Zigarros !! Larga Vida !!
Estos chicos y sus palabras son verdad. Buen formato de entrevista. Enhorabuena.
Estoy deseando verles en Madrid. Hace poco estuve en la capital para ver a los Arctic Monkeys y después de un espectáculo escaso me muero de ganas de un rock ´n roll de verdad, bailar, saltar y berrear sus canciones en la Sala Costelo, Los Zigarros, madre mía qué grandes!!!
Buen trabajo y menuda suerte entrevistar a los antiguos Perros del boogie 😉
Claro, hay grupos que suenan a esto y a lo otro. Sólo los buenos suenan a algo nuevo…Claro…antes de los Zigarros no hemos escuchado a Los Rodríguez, MClan, Platero…
Podría reescuchar «Buena Suerte», coger mi guitarra y sacar en una tarde cuatro canciones para mandarlas a Universal. Quien sabe si seré «algo nuevo y original». Dependerá de un ejecutivo y un plan de marketing cojonudo. Enhorabuena, aprovechad a toda la gente que no tuvo los cojones de poner a los Rodríguez en el sitio que se merecían. Puto país.
Me temo que tu disco no dependerá (solo) de un ejecutivo y un plan de plan de marketing. Sin canciones no vas a ningún sitio, y Los Zigarros tienen canciones. Si suenan frescos utilizando los mimbres de las bandas que mencionas es porque son muy buenos y porque no venden humo. Destilan honestidad.