David nos ha echado el ojo. Acabamos de entrar en Sala B y ya se dirige a nosotros. Hay gente llevando cables e instrumentos de aquí para allá, comprobando niveles y gesticulando. Pero David viene hacia nosotros y nos dice que la sala cierra y que cuándo podemos hacer el acústico y la entrevista. Dice que le jode que no se pueda hacer tranquilamente y que mejor antes del concierto. Salimos a la calle y le decimos que la entrevista llevará unos 20 minutos. Que con él nos sirve. No hace caso y organiza: Adán y Joselito, venid conmigo. Vamos a hacer la entrevista. Al final de la calle hay un bar que nos imanta. Pedimos un par de litros de cerveza y nos sentamos. David señala los litros y exclama: ¡Joder, gracias! con un deje que dice que no hacía falta. Llegan Adán y Joselito y se sientan. David reparte y enciendo la grabadora.
El inicio del inicio
Estamos en 2014 y surgen bandas que mezclan mil influencias. Escuchamos grupos con un pie en el oscuro Mississippi y el otro en Madchester. Sí. Estamos en 2014 y cualquier corriente encuentra su nicho. Sí. ¿Pero a quién se le ocurre crear una banda en España que incluya guitarras acústicas, saxofón, acordeón y mandolina? David señala a Adán y este cuenta la historia. Todo se le ocurrió a David, que ahora baja la mirada, casi ruborizado. David terminó Comunicación Audiovisual y se fue a Dublín un año. “Se empapó de la cultura de allí y cuando volvió se dio cuenta de que los instrumentos acústicos se adaptaban mejor a sus necesidades. Además, varios colegas tocábamos instrumentos que no son los habituales en las bandas”.
Me llama la atención que sea Adán quien cuente cómo a David se le ocurrió formar el grupo. Bien. Hay banda. El nombre: “Pusimos el nombre completo y, a los 15 días, Adán se dio cuenta del acrónimo –cuenta David- y lo dejamos como broma porque son opuestos”. Imagino a los seis chavales en el local de ensayo, buscando inspiración. De pronto alguien dice: Lo tengo, La Maravillosa Orquesta del Alcohol. Adán comenta que no se puede decir que el alcohol estuviera muy presente en el local. “Alguna botella de vino, si acaso”, concede, apretando los labios. “Es la fama –salta David- pero ahora somos La Maravillosa Orquesta del Agua, nos vamos a cambiar el nombre”, ríe.
Ríe hasta que le pregunto por la temporada que pasaron en Francia. No se puede hablar de gira porque tocaban en la calle y cada noche hablaban con el dueño de un bar, ofreciéndose. “Las pasamos canutas porque coincidió con una ola de frío y nosotros tocamos siempre en camiseta de tirantes”, explica David. Hay unos segundos de silencio. Se frota el antebrazo con la mano y asiente al apostillar: “Pero sobrevivimos”.
Cada vez que David habla crece en su mirada un matiz de resistencia. Imagino que se adoptó perfectamente a Dublín. Dice que allí tocar en la calle es una gran tradición, que toca quien quiere y que es el público el que determina si eres bueno o no. Igual que aquí: desde noviembre del año pasado, todos los músicos que tocan en las calles de Madrid deben pasar una “prueba de idoneidad”. Y algo me dice que en esa prueba de idoneidad no te dicen frases del tipo: creo que, dado tu perfil, deberías ahondar en las huellas sentimentales de tu ruptura y escribir canciones crudas. David concluye: “Allí no necesitas que alguien que quizá no sepa ni lo que es una nota te haga un examen para decidir si eres válido o no. En cuantos más sitios esté la cultura, mejor”.
Pero no entiendo por qué volvió. Ahora mueve la cabeza y explica: “Fue una etapa muy bonita, me sentía el personaje de una novela: vives cosas que jamás soñaste en un país que nunca habías visitado…pero está la otra cara. La otra cara es que estás viviendo en un albergue con otras 30 personas. La otra cara es que sacas lo justo para comer unos espaguetis. La otra cara es tocar sin cazadora y pillar una bronquitis”. David hace una pausa y, al poco, me vuelve a mirar a los ojos: “Fue una experiencia intensa pero vi que no iba más allá. Quería montar un grupo y entendí que no me podía quedar atrapado en aquello”.
Social Distorsion, Eskorbuto y Mumford & Sons: el sonido y el eco
Somos más de Eskorbuto que de Mumford & Sons. Digo la frase y David mira a Adán y ríe. Es lo que más me choca de La Maravillosa Orquesta del Alcohol desde que busqué información: no han dado una entrevista en la que no nombren a Eskorbuto o a Social Distorsion –ojo al logo de la banda- o a AC/DC. David dice que sus influencias no se reflejan en su música, y que eso es interesante. Es interesante, sin duda. David se explica: “Esa frase es la reacción a tantas comparaciones, porque además esa es una comparación fácil. Mucha gente escucha un banjo y ya se refiere al único grupo que conoce que toca el banjo, como si lo hubieran inventado”. Como si lo hubieran inventado. En cada palabra que pronuncia David se escucha el peso de la música popular como vehículo transmisor de tradiciones, de formación de pueblos. “Mumford & Sons nos gustan, pero no es el grupo que nos llevó a querer formar una banda”.
«Mucha gente escucha un banjo y ya se refiere al único grupo que conoce que toca el banjo, como si lo hubieran inventado»
Cada vez que David suelta algo contundente matiza a continuación. No es que suavice: sigue pensando lo mismo, pero es tan respetuoso y coherente que si te pega una hostia solo pensarás que lo merecías. David suelta el puño y después acaricia. Es un punk responsable, si es que eso es posible. Dice que el punk les ha influido “en cómo llevar el grupo, en respetar a la gente que te va a ver, en no tener delirios ni tonterías en la cabeza, y en hacer canciones cada vez mejores”.
No entiendo cómo nunca han reventado el acordeón contra la pared y han enchufado las guitarras y han gritado que no hay ningún futuro. Les estoy diciendo esto y vuelven a reír, son tan corteses que me he crecido. David dice que sí han tenido esa tentación, pero que “el objetivo de la banda es sonar como un grupo eléctrico tocando instrumentos acústicos”.
La Maravillosa del Alcohol publicó en 2011 su primera referencia: No easy road. Un año más tarde editó The shape of folk to come, otro EP que incluía su primera canción en castellano: Gasoline. Ya en 2013, la banda publicó su primer LP: ¿Quién nos va a salvar?, cantado íntegramente en castellano. David cree que cantar en inglés sirve para poner el parche, para dar el pego, pero si quieres decir algo, mejor utiliza el castellano. “El castellano llega más en nuestro entorno. Es el idioma en el que nos comunicamos día a día y nos podemos expresar con más claridad. Cuesta más, pero también llega más”. El entorno, la expresión y llegar a la gente: otra vez la música como elemento socializador.
Vivir sin burbujas
Como sociedad deberíamos provocar que estos seis chavales pudieran vivir de la música. Sería una inversión de futuro. ¿Cuán lejos está lo de vivir de la música? David resopla. Adán y Joselito niegan con la cabeza. “Con el nombre que tenemos jamás podríamos pensar en eso”, suspira David. Joselito Maravillas abre la boca por primera vez e interrumpe: “No vemos ni un duro”. David vuelve a la carga: “Con que nos diera para pagar las cuerdas, ya sería un triunfo; aunque no vivimos en una burbuja y sabemos que cada vez viene más gente a los conciertos y recibimos más atención”. La duda sobrevuela la cabeza de los tres chavales que tengo enfrente. Se hace tan grande que inunda el bar. “Quién sabe, nos encantaría. Pero no es algo que dirija nuestros pasos. Ahora a escribir y a tocar”, concluye.
Cuántas veces habrá dicho David eso de Ahora a escribir y a tocar, cómo de sagrado es el fuego con el que se lo tatuó en el alma.
Nómadas es la canción que abre ¿Quién nos va a salvar? ; sirve para que caigas en la cuenta de que La Maravillosa Orquesta del Alcohol está en el mismo fango que tú. Hay una frase que resume lo que sentimos:
No me preguntes por qué nunca vamos a volver
No me lo preguntes, abre los ojos. Esa es una frase para nuestra generación igual que aquel Something is happening here, what you don´t know what it is, do you, Mr Jones? de Dylan. Ese verso no te pilla por sorpresa porque antes de que pase un minuto ya tienes metralla en la piel al escuchar:
El camino no va donde tú quieres llegar
Como Jack Kerouac, siempre contra el viento
Aquí nunca es buen momento
¿Jack Kerouac? ¿Ahora? ¿Pero Jack Kerouac no había envejecido mal? David dice que ese libro le marcó y por eso está en el disco, pero señala a Adán, que es “más leído”. Parece que Adán ha estado un rato mordiéndose la lengua: “La gente dice que Kerouac hace un viaje de pijos, pero fue el primero que lo hizo. No deja de ser una persona que, de pronto, se enfrenta a una experiencia nueva y lo cuenta. Y marcó a una generación”. David escucha. Está atento a cada cosa que pasa a su alrededor y crea un diálogo:
– Bueno, lo de viajar en remolques…
-Eso es, la gente dice que era rico y que por eso se lo podía permitir, pero a mí me parece una gran experiencia. Nos dicen que por qué no ponemos a Burroughs o a Bukowski, que están otra vez de moda, pero este libro es el que nos marcó. Y creo que es un libro que todo el mundo debería leer.
David ríe. Cuando alguien de la banda dice una frase que podría resultar vanidosa, la risa de otro es apresurada y rebaja la contundencia. David dice que el libro refleja muy bien lo que es irte de casa, y lo dice con la verdad sobre sus hombros. Percibo que no es la primera vez que Adán ha defendido esta idea, porque no ríe. Sigue con su reflexión:
-Lo que refleja el libro le está pasando ahora a mucha gente. Todos tenemos colegas que están fuera, y podrían escribir una novela similar. Igual no tan romántica…
-Ni tan bien escrita –interrumpe David- pero bueno, al menos una entrada en Facebook.
Ríen.
«Todos tenemos colegas que están fuera, y podrían escribir una novela similar [a El camino, de Kerouac]»
Quedarte y luchar, abandonar e irte
“Yo soy una persona con muchas contradicciones y en las letras se cuela eso. Por un lado quedarte y luchar, y por otro abandonar e irte”.
Eso responde David cuando le pregunto por esa dicotomía presente en su música: resistencia y escapismo, trinchera y abducción. La trinchera está clara. Son de Burgos y Burgos es noticia por Gamonal. Adán tuerce el gesto y explica: “Ahora, viajando, nos hemos dado cuenta de que ese sentimiento está en toda España, ese sentimiento de: Joder, están haciendo con nosotros lo que les da la gana. Estás en medio de algo y no sabes si mañana se va a estudiar en los libros o si va a ser una cosa aislada. Pero te sientes parte de algo más grande, y es algo que nuestra generación nunca ha hecho”. Adán calla unos segundos, como para poner en orden las 50.000 ideas que se le vienen a la cabeza. Continúa: “Nos lo dieron todo hecho y de repente nos lo quitaron todo. Es la primera vez que nos hemos levantado del sofá para hacer algo distinto. No lo llames rebelión, pero es algo distinto”.
Escucho y pienso que todo está hecho una mierda, sí, pero hay alguna esperanza. Adán levanta las cejas y dispara: “Somos la primera generación que lo ha tenido todo, igual tenemos que ser la primera que se da cuenta de que no lo tiene todo. Y eso nace de nosotros mismos. Somos los más formados y nos están dando en los morros”. Adán nos señala. “La esperanza –advierte- son los que tengo ahora mismo enfrente y los que tú tienes ahora mismo enfrente. Si no somos nosotros, ¿quién va a ser?” Hay otro silencio. Remata: “Mariano seguro que no”.
«Igual tenemos que ser la primera generación que se da cuenta de que no lo tiene todo»
Me acuerdo de esos señores que, entre arruga y arruga de pura amargura, dicen que nuestra generación no tiene discurso. Me acuerdo y entiendo que cualquiera de esos señores se mearía delante de estos chavales.
También entiendo por qué Adán contó cómo a David se le ocurrió formar el grupo. La conexión entre ellos es tan profunda que pienso que están hablando entre ellos -sin que nadie se entere- mientras me responden. Tan profunda que creo que cuando uno sonríe al escuchar al otro es porque le ha recordado mentalmente que no olvide decir algo.
Me queda una pregunta. Es la primera que tuve clara cuando nos dijeron que estarían encantados de que pasáramos un rato charlando:
¿Quién nos va a salvar?
David se yergue y responde sin titubear: “Pues nosotros mismos. Las canciones y la gente que va a los conciertos y la gente que se mueve y hace cosas diferentes y tiene inquietudes, sean las que sean: música, literatura, carpintería, lo que sea. Todavía queda gente así. Esa gente nos salvará”.
«Las canciones y la gente que va a los conciertos y la gente que se mueve y hace cosas diferentes y tiene inquietudes, sean las que sean: música, literatura, carpintería, lo que sea. Todavía queda gente así. Esa gente nos salvará»
Apago la grabadora. Rematamos el litro mientras me cuentan cómo son Frank Turner y Quique González, sus dudas sobre si tocar en muchos festivales sería quemarse. Me doy cuenta de que son esa clase de gente con la que podrías hablar días y días y días sobre las diferencias entre los AC/DC de Bon Scott y los de Brian Johnson o de cómo Tom Petty está envejeciendo mejor que nadie. Pero alguien dice que es tarde y que tienen que cenar. Cuando voy a pagar los litros me dicen que ya están pagados. Joder, no hacía falta.
Nos despedimos y vago por las calles. Aquí, a las afueras, parece que la ciudad te va a sepultar. Me sorprende mi alegría: tenemos banda sonora.
Fotografías por Sergio Mercader
8 Comments
aquí estuve yo!!
Muy bueno
Gente como tú, Santini, Y como ellos. Vosotros nos vais a salvar de esto.
ESTE ES EL CAMINO.
Uh, exageras un pelín, pero muchas gracias, May.
Normal que te pusieran matrícula pedazo de…
(Arrodillome ante ti)
Bueeeno, seguro que tú también sacas matrícula.
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