Dicen que su amanecer perfecto sería en la habitación de un hotel después de un concierto, dicen que el rock es su estilo de vida, es un escenario, una noche de concierto, un local de ensayo, es, a fin de cuentas, una filosofía que utilizan para sobrevivir.
Mientras descargaban todo el material, nos metemos en la furgoneta Pedro, Nando, Edu y yo, y nos guarecemos del frio intenso que ya inundaba esa plaza de Mariano Rojas que tantas noches ha servido como backstage de un concierto, reunión de anónimos alcohólicos, de guarida en general. Se les ve cansados, van de un punto a otro de España haciendo lo que buenamente pueden en un escenario, revivir el rock&roll callejero, más poético que otra cosa, atrayendo al máximo de público posible, llevando sus canciones a dónde les llamen.
Más de Cien Amaneceres es un disco creado en la carretera, un disco redondo como ellos dicen. Raíces tuvo una gira larga y aprovecharon para ensayarlas, perfeccionarlas, “e ir al estudio con casi todo montado” dice Pedro. Le echan la culpa al Iker Piedrafita, mago del rock y productor en sus tiempos libres, gracias a él han creado un colchón de guitarras en todas las canciones increíble, dándoles más potencia y, como se dice popularmente, “ahora es más cañero”. Con Dikers, con Barricada, da igual que cuál sea el currículo de Piedrafita que todos confían en él.
“Queríamos un disco más cercano al directo y sabíamos que con él iba a funcionar, queríamos algo más rockero y con más fuerza que los anteriores”.
No sé si querrían llamar al disco de Raíces un estorbo, una mancha negra, algo que como dice Nando, no dio tiempo a madurarlo ni componerlo como es debido. Les hubiera gustado haber hecho una mini-gira antes de sacarlo, pero al menos se quedaron con esos 120 conciertos que les ayudó a conseguir experiencia y madurez, cosa que se refleja en este nuevo disco.
A todo amante del rock&roll no se le habrá pasado por alto que la mayoría de grupos nacen en el Norte de España, ellos lo achacan al frio, a que hay que mover los cuellos y a que de otra cultura han mamado. Nando recuerda a todas esas bandas que desde Pamplona, pasando por Bilbao, Santander y Ourense, han hecho crecer una forma de expresión. “Quizás nace de un espíritu combativo, siempre ha estado la protesta social unido al rock y ha ayudado en cierto sentido a emerger grandes bandas allí arriba”.
En el siglo XVIII nació uno de los movimientos literarios más importantes, Sturm und Drang, la época del romanticismo: libertad, amor, pesimismo y desolación.
-¿Os consideráis unos románticos?
-Más bien unos románicos (risas). El amor está en todas las facetas de nuestras vidas. Las canciones salen de cosas que nos pasan, en las giras, en los conciertos… En cada historia siempre hay una historia de amor, da igual que haya injusticia, encuentros, desencuentros, pero siempre habrá una pequeña historia de amor.
Sus letras sólo van con la intención de que se nos mueva algo por dentro, porque también existen esas canciones que sin mensaje acaban pasando desapercibidas. Pero esas canciones con alma son atemporales, pasará el tiempo y alguien las seguirá cantando.
Nando habla de un cierto malestar en la banda y en el público cuando ocurrió aquello. Sacarles “la pregunta” a veces les puede incomodar, otras quizá no. Tuvo su momento de presión el hecho de que Rulo abandonase La Fuga, pero como dice el guitarrista: “a la mayoría de grupos que nos gustan les ha pasado lo mismo, aquella formación es un hecho que no cae en el olvido pero que ya está en el pasado de La Fuga”.
Ellos dicen que no se suben a los escenarios por dinero, se suben por la pasión que saben que generan, por el furor de las grupis, los cuernos en alza de los más viejos, de las ollas entre el público mientras tocan una canción rápida como No solo respirar. Saben que no vive momentos fáciles eso de la música, las entradas de sus conciertos se han bajado de precio, el beneficio no es tanto como se cree, pero se apañan con otro amanecer, en otra ciudad, en otra habitación de hotel…
-¿Seguirá La Fuga con su crítica social?
–Quien tiene voz, la tiene que usar.
Por Alberto Sánchez de la Peña.
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