Charlamos con el gran Fernando Rubio, excelso compositor, guitarrista y cantante, además de una de las figuras esenciales de la historia de la escena musical regional, con motivo de su concierto con los Inner Demons en Alviento (Puerto de Cartagena), mañana a las 22:15 horas. Una oportunidad de oro para disfrutar de alguno de los grandes clásicos de su repertorio, maravillosas versiones y, sobre todo, los temas de ‘20th Century’, un último disco que continúa asentado sobre los pilares de la excelencia, como ya es tradición en el mapa profesional del cartagenero.
Lo normal sería pensar que, a estas alturas del partido, los nervios ya no forman parte de la ecuación. Sin embargo, hablamos del primer concierto de presentación de ‘20th Century’ con banda, en formato eléctrico y en casa. ¿Cómo está viviendo estos momentos previos?
Con muchas ganas. Apetece mucho tocar el nuevo repertorio con estos músicos amigos. Ya hicimos un concierto el pasado 29 de octubre en el Almería Western Festival, en Tabernas, y fue genial, así que vamos con cierta tranquilidad. También ando bastante atareado haciendo entrevistas y programas de radio, para promocionar el nuevo disco y el concierto.
Estará felizmente acompañado por sus queridos Inner Demons. ¿Qué supone para usted contar con ellos sobre el escenario?
Supone saber que, aunque yo parara de tocar, seguiría sonando bien. Y que vamos a pasar muy buenos ratos en los ensayos y en el concierto.
A nivel personal y creativo, ¿qué aporta cada miembro de la banda a la vida y el sonido de Fernando Rubio?
¡Uf! Todo. Con Carlos Campoy llevo tocando desde mediados de los 80, cuando hicimos Ferroblues. Aprendimos juntos y seguimos compartiendo muchas cosas, entre ellas la pasión por la música negra. Carlos es un músico incandescente. Cualquiera que le haya visto tocar sabe que puede hacer saltar chispas en el escenario. Con Joaquín Talismán pasa algo parecido. Empezamos a colaborar en Malaventura, nuestro dúo acústico, hace 30 años. Es un guitarrista exquisito que me ha enseñado mucho, y nos complementamos muy bien. Sus slides son de lo mejor de nuestros conciertos.
Los Marañones es el grupo que más veces he visto en directo, así que llevo admirando la forma de tocar el bajo y de hacer voces de Román García también desde los 80. Ya llevamos tiempo tocando juntos en los Chamanes, la banda de Talismán, y cuanto más le conozco más me gusta. Por no hablar de lo que sabe de música. Atención a su inminente libro sobre Frank Zappa, cuya obra conoce como pocos. Y Paco Del Cerro, con quien llevo tocando desde 2016 en Bantastic Fand, es un tipo de un talento y una sensibilidad fuera de lo común. Multiinstrumentista, toca batería, guitarra, banjo, teclados, canta…lo que le eches. Nos entendemos musicalmente a la perfección y mis dos últimos discos no serían lo mismo sin su toque. Y encima son todos buenos amigos, así que no se puede pedir más.
Hace unos meses realizó una deliciosa presentación en formato acústico del disco en el local Mr. Witt de Cartagena. Más allá del evidente cambio de formato y el ya citado potencial que aportan los Inner Demons, ¿de qué manera ha trabajado en el salto de estos nuevos temas al escenario para esta ocasión?
Todo está discurriendo de un modo muy natural. Ya llevamos unos años con esta formación y la maquinaria funciona. Las canciones van pasando por distintos formatos: solo, en dúo con Paco, en distintas combinaciones de trio, en cuarteto con Paloma Del Cerro, Paco y Carlos Campoy, como en Mister Witt… Todas tienen su encanto y aportan matices distintos. Los músicos conocen las canciones y cada vez suenan diferentes, y esto es muy estimulante. También abordamos versiones de otros artistas, diferentes para cada ocasión. El sábado sacaremos la vertiente más eléctrica, por contraste y porque nos apetece dar un poco de caña después de tantos acústicos.
Desde su publicación, ‘20th Century’ obtuvo una ya casi tradicional unanimidad de crítica y público, quienes coincidieron a la hora de valorarlo como un trabajo de auténtica altura. ¿Se termina uno de acostumbrar alguna vez a que su obra sea recibida siempre con tanto cariño, respeto y admiración?
Yo no. Siempre es una alegría y un alivio ver que gusta lo que te ha llevado tanto tiempo y trabajo culminar. Agradezco mucho la atención que me prestan y me sigue maravillando que haya gente que permite que mi música forme parte de sus vidas.
¿Hasta qué punto se podría considerar ‘20th Century’ el final de una trilogía compuesta a lo largo del tiempo por ‘Tides’ y ‘Cheap Chinese Guitar’?
Pues hasta que publique el próximo disco, lo es, aunque no me lo he planteado así. Yo voy haciendo canciones y cuando tengo suficientes saco un álbum. Y ya tengo algunas para el próximo.
Lo que está claro es que hablamos de un conjunto de discos unidos por una serie de referentes directos de la talla de Neil Young, Bob Dylan o Van Morrison, por citar tres gigantes. En ese sentido, ¿cuáles son esos artistas de toda la vida que han ejercido una influencia capital en su manera de crear?
Los tres que mencionas son de mis favoritos, como notará quien conoce mi música. También los Beatles, Bob Marley, Hendrix, Clapton… Me pillas en una recaída en la música negra, que he tocado mucho con Ferroblues: Otis Redding, Sam & Dave, Albert Collins, Freddie King, Big Bill Broonzy, Brownie McGhee, Billie Holiday…
En este maravilloso trabajo encontramos múltiples géneros como el soul, el pop, el country, el funk o incluso el góspel. ¿Trabaja de una manera específica esa búsqueda de distintos estilos musicales o surge de manera natural en los primeros tramos de la composición?
No, no es una búsqueda. Cuando se me ocurre una canción ya sale con su ADN estilístico. Luego les doy vueltas, pero no suelen cambiar mucho.
Con el paso de los años, ¿cuál es la mayor o más valiosa lección que le han dado los escenarios?
En el escenario el tiempo corre de otra manera. Tienes tus cinco sentidos en la comunicación con el público y con tus compañeros y siempre pasan cosas inesperadas, contratiempos que tienes que capear, decisiones que tomar en segundos. Enseguida aprendes a no parar la canción mientras puedas, a no delatar con tu mirada a alguien que toca una nota equivocada, a mantener el tipo aunque por dentro estés sufriendo por algo. Todo eso vale para la vida en general. Muchas veces te subes a tocar cuando algo te va mal o te han dado malas noticias, pero el espectáculo debe continuar. Y si luego el problema se soluciona, no te has perdido el buen rato que has pasado tocando música. Aunque a veces no se puede. En una ocasión el técnico de sonido olvidó poner mi micrófono, que había retirado para que no se le agotara la batería, y al empezar el show con una parte instrumental me acerqué a cantar y no estaba. Recuerdo cómo alargábamos la intro con gallardía, a ver si el técnico se daba cuenta, pero sin micro no se puede y hubo que parar. Al final nos salió un concierto muy chulo. Esto también vale para la vida (risas).
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