Cómo le gusta a Él este nuevo juego de teatro, madre mía, cómo lo está disfrutando. Esta libertad para hacer lo que nos plazca y que no deje de ser eso, que no deje de ser un juego. Él, o sea yo, ha caído enfermo en la semana en la que debía ir a otro de esos cuentos con los que poder jugar después. La gripe, mi enemiga compañera, ha decidido visitarme cuando no debía, y «De erecciones y escafandras» no podía esperar a nadie. ¿Qué hacer entonces?
Os decía que esta vez yo, o sea Él, no he podido ir al Teatro Circo, pero entonces ella me dió la solución, que no Ella, que Ella recordad que es Cynthia, aunque odie decir su nombre en vez de decir Ella. Total, que al principio pensó ella, «puedo ir y fingir ser Él«. Y yo dije que sí, temeroso de que esto se acabase convirtiendo en un jaleo tan grande que nadie se enterase de nada.
Pero en resumidas cuentas: Esta vez no va ni Él, ni Ella al Teatro Circo, esta vez rompemos las reglas del juego para que vaya ella, y ella, pequeños, es una escritora de estas que… en fin, que los escalofríos están servidos, y las erecciones, también. ¡A jugar!
Esta es la historia de un joven llamado Romeo y una joven llamada Julieta. La historia, como ya podréis suponer, será de amor. De amour fou como todas las buenas historias de amor. Porque si no fuera una locura, simplemente no sería. Todos lo sabemos. A ellos les ocurrió que tuvieron que luchar contra la “cordura” de su alrededor -¿y quién no?- Pero eso que nos contaban en los cuentos de príncipes y princesas, lo de que el amor todo lo puede, no les ocurrió a ellos. Quizá el mundo de los adultos no esté hecho para que el amor sea eterno. “El vivieron felices y comieron felices” sólo nos lo creemos cuando aún tenemos edad para jugar a las Nancys.
Espera, espera… me estoy liando. Que la historia que yo quería contar es la de un muñeco llamado Garbo y una muñeca llamada Cuneta. Garbo y Cuneta. Romeo y Julieta. Ya sé por qué me he confundido. Por eso y por lo de la guerra contra la “cordura”. ¿Cuándo se darán cuenta de que la locura es la nueva normalidad?
Lo que iba contando, Garbo y Cuneta –Miguel y Rita para los aburridos normales- son dos muñecos tipo «Nancy». Pero no os vayáis a creer que son así de guapos e ideales:
Ella no es rubia. Está calva y lleva una escafandra. Él está torneado y tiene un pelazo pero siempre va acompañado de una erección (No se ve, pero os la imagináis, que esto es para todos los públicos, no seáis pervetidos:
La culpa fue de la gravedad. A ella el centro de la tierra la atraía de forma enfermiza. A él lo repelía. Ella caía. Él flotaba. La gravedad los trataba de manera diferente porque eran distintos a los demás. La normalidad les daba la espalda cuando ellos sólo corrían por alcanzarla. Esto también me parece familiar… ah ya, es justo lo que nos ocurre a todos y cada uno de nosotros. No os atreváis a decirme que no.
Demasiado alto, demasiado bajo, demasiado gordo, demasiado flaco, demasiado antipático, demasiado bueno, demasiado curioso, demasiado triste…
Demasiado. ¿Para quién? ¿Para qué? ¿Qué tal si dejamos de juzgar(nos)? Venga va, dejo de ser un iluso. Ya sé que es imposible.
Hay que ser demasiado valiente para ser uno mismo.
¿Y qué nos hace valientes? Pues por mucho que nos cueste negarlo… el amor. El que una Nancy calva se enamore de ti aunque no puedas tener los pies en el suelo ni el paquete en su sitio en los momentos menos apropiados, te deja luchar y ganar contra todo(s). ¿Qué más dan mis extrañezas si enamoran a alguien? Nadie acaba comiendo perdices con esa chica que está tremendamente buena, más que nada porque una chica así probablemente sólo se alimente de copos de avena. Nadie acaba viviendo feliz con ese chico con tableta de chocolate eterna a no ser que quiera trasladar su nidito de amor al gimnasio porque quizá él no tenga tiempo de salir de ahí.
Begoña Iriarte, la mitad del corazón de Terranova Teatro –junto a Alfredo Angarita– nos brinda un inteligentísimo texto lleno de ironía y de realismo crudo a través de una portentosa actuación. Nos reubica en un mundo que no parece aceptarnos si no somos iguales y nos recuerda que con nuestras diferencias nos hacemos imprescindibles para que la Tierra gire.
Que dos muñecos vengan a decirnos esto nos vuelve a dejar muy claro que cuanto más nos alejamos de la niñez, más nos alejamos de la locura (según el DRAE algo extraordinario, fuera de lo común,) ¿Y quién quiere dejar de ser un poco extraordinario? ¿Quién no quiere estar un poco fuera de lo común?
Por Garbo y Cuneta, que se dieron cuenta a tiempo de que sus pequeñas idiosincrasias les darían un final feliz. Por suerte no les ocurrió lo que a Romeo y Julieta. No se tomaron la vida tan en serio y siguieron jugando.
«cuanto más nos alejamos de la niñez, más nos alejamos de la locura«. Lo sé, lo sé, sé lo que estáis pensando, que por qué no cambíamos a Él por ella. Pero os tendréis que conformar con Él, o sea conmigo, porque ella es una chica la mar de ocupada… ¡nos vemos en las butacas!
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[…] jueves Ella, que no ella ni Él, iba a presenciar el estreno de ‘Ninette y un señor de Murcia’ de Miguel Mihura. Bueno, […]