
El murciano Kiko Caravaca (1994) irrumpe en el panorama literario con Invierno, su primera novela, una obra que combina ficción distópica y profunda exploración emocional. Ambientada en un escenario post-apocalíptico tras una pandemia devastadora, la historia propone al lector un viaje a través de la soledad, la violencia y la necesidad de humanidad en tiempos límite.
Un mundo helado, roto y profundamente humano
La trama sigue a Ariadna, una joven que intenta sobrevivir junto a su padre en un territorio donde las ciudades han sido reducidas a paisajes desolados y hostiles. En este entorno marcado por la desconfianza y la brutalidad, la protagonista se enfrenta no solo a la escasez y el peligro, sino también a un vacío emocional que amenaza con consumirla.
Caravaca utiliza este escenario extremo para ahondar en la soledad como una experiencia que va más allá del aislamiento físico. La novela aborda ese «sentirse vacío» —como recuerda la cita de Mario Benedetti que atraviesa la obra— y lo convierte en el eje emocional de su protagonista.
Una reflexión sobre la esperanza en tiempos de ruina
Más que una historia de supervivencia, Invierno se presenta como una meditación sobre la necesidad de conexión humana. La obra invita a reflexionar sobre los vínculos, el propósito y la resistencia emocional cuando todo parece perdido. En este viaje, el lector se encontrará con una narrativa que cuestiona la naturaleza humana y que, a pesar del frío que domina el relato, deja entrever destellos de esperanza.
Sobre el autor
Graduado en Derecho y Criminología y actualmente funcionario de la AGE, Kiko Caravaca ha cultivado desde joven un mundo interior que ha guiado su impulso creativo. Tras años de escribir relatos cortos y varios intentos de novela que no llegaron a ver la luz, Invierno se consolida como su debut literario y como muestra de su interés por explorar las emociones humanas en situaciones extremas.