La guionista de la (esencial) Kids nos propone una distorsión de las princesas Disney hacia una aventura deliberadamente trash. Que un James Franco reconvertido en traficante aparezca justo a una semana del estreno de la (también disneyana) Oz deja entrever que Spring Breakers no podía haberse estrenado en mejor momento ni lugar; el feísmo de las imágenes de la realizadora Harmony Korine (una mezcla del cine de Larry Clark combinado con Jersey Shore) vaticina una de las películas más arriesgadas y esquivas del año. A verla.
Por otro lado el excesivo (no siempre en virtud) Joe Wright presenta Anna Karenina, enésima adaptación de Tolstoi guiándose bajo la el glamour del Mouling Rouge de Luhrmann y la estructuración teatral del Dogville de Lars Von Trier. Narrada en un teatro para transmitir la sensación de escenificación constante que viven los protagonistas, la película ha suscitado críticas diversas pero nadie puede negar el poderío visual de un Joe Wright desatado tras esa virtuosa anomalía que fue “Hanna”. Protagoniza el film una Keira Knightley de época (como viene siendo habitual), intento fallido de conseguir el Oscar que le llegará pronto, muy pronto.
Jose Manuel Sala Diaz
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