En cuanto supe que Él mató a un policía motorizado tocaría en Murcia, le pedí a Sergio que me consiguiera una entrevista con ellos. Se podría decir que le rogué que me consiguiera una entrevista con ellos. Él llevaba casi un año gestionando pases de prensa y entrevistas para C’mon. No es un experto, pero había tratado con gente. Y echaba pestes. Tío, las promotoras grandes pasan de nosotros. Y hay mucho lameculos, me contaba. A los pocos días le pregunté si sabía algo del tema. Me contestó, casi emocionado: Me han dicho que lo que queramos. Que ok, que de puta madre. Muy majos, tío. Me han dado hasta el número del cantante.
Llegamos a la sala 12&Medio a la hora que nos habían dicho, 19:30. La puerta está cerrada. En la puerta encontramos a varios tipos con instrumentos. Luego supimos que eran La maniobra de Q, teloneros. A los 10 minutos nos abren la puerta. Entramos. Él mató a un policía motorizado están haciendo la prueba de sonido. Son casi las ocho. A las nueve empieza el concierto. Pepe, dueño de la sala, nos dice que igual no da tiempo: hay que hacer dos entrevistas y un acústico en menos de una hora. Cada dos minutos miro el reloj. Sobre el escenario, el tiempo es otro. Santiago Motorizado, Pantro Puto, Niño Elefante, Chatrán Chatrán y Doctora Muerte tocan sin parar. Suben, modulan, bajan. Cuando Santiago ajusta su bajo, se sienta. Niño Elefante está probando su guitarra, pero Santiago no deja de acariciar el bajo. No para en toda la prueba de sonido. Me calmo. Si no da tiempo, que le den a la entrevista. He escuchado que las pruebas de sonido son un coñazo, que son lo peor de estar en una banda. Este no parece el caso. Estos músicos disfrutan de cada sonido que sale de sus dedos. Disfrutan limpiando guitarras, bajando amplificadores, ajustando micrófonos. Termina la prueba de sonido. Bajan del escenario. El primero en saludar a todo el mundo es Gustavo Monsalvo (Niño Elefante). A todo el mundo.
Suben a la segunda planta. Pepe nos dice que van a hacer la primera entrevista y que en un rato hacen el acústico y la entrevista con nosotros. Al rato bajan. Salen a la calle. Se apoyan en su furgoneta, situada enfrente de la sala. El acústico lo grabará la gente de Audiovisuart y May, que ha venido como apoyo. Están preparando las cámaras y buscando un sitio. Monsalvo, Manuel Sánchez (Pantro Puto), Agustín Spassoff (Chatrán Chatrán), Willy Ruiz (Doctora Muerte), Lucas Rossetto (técnico de sonido) y alguien que les acompaña y que suponemos les hará de roadie y guardaespaldas, hablan de a qué hora juega River Plate, de si les dará tiempo ver aunque sea un trozo de la segunda parte, de que en España hay un canal que da toda la liga argentina y de cómo quedó Boca anoche.
Santiago acaba de salir. Son las ocho y media. Les decimos que primero el acústico, por el tema de la luz, y después la entrevista. ¡Dale, dale! Exclaman mientras sonríen. Por momentos parece que a ellos les va más en hacer esto que a nosotros. Queda poca luz, así que cruzamos la calle y vamos a una gasolinera. En la parte trasera hay un rincón que no llega ser íntimo, pero que tiene una farola y una pared blanca al fondo. Santiago y Agustín tocan Yoni B en acústico. Willy también ha venido. Enciende un cigarro y se da cuenta de que estamos en una gasolinera. Se esconde detrás de un poste. Después llega Manuel.
El acústico ha terminado. Son las nueve menos cuarto. Tengo poco tiempo para hacer una entrevista. Alguien dice que tienen que ducharse y cenar. Lo capto.
Pero a Santiago le da igual. Le pregunto qué tal les fue en Francia, con un público no hispanohablante, y me suelta una parrafada de un minuto. Esto promete. Cerca de Santiago, uno nota cómo las ideas le vienen a la cabeza. Sonríe y las convierte en palabras. Me cuenta que en Marsella vivieron una noche mágica: “Había unos polacos, que eran medio punk, haciendo pogo. Por otro lado había modelos francesas bailando con look Coco Chanel. Fue una mezcla rara. Son aventuras, puede pasar cualquier cosa.” Medita y a los pocos segundos dice: “Nos esperamos nada, solamente viajar, tocar…”
No esperamos nada, solamente viajar y tocar. Santiago lo dice con una sonrisa resignada. Pero la frase tiene la fuerza de un mantra budista. Uno imagina que antes de bajar de la furgoneta todos gritan: ¡No esperamos nada, solamente viajar y tocar!, ¡no esperamos nada, solamente viajar y tocar!
El indie y ser independiente: la música
En España se ha catalogado a Él mató a un policía motorizado como indie. Las razones están claras: no hacen ni flamenco ni metal ni hip-hop, tienen menos de cuarenta años y apenas vende discos. Pues ya está, indie. Santiago lo tiene claro: “Desde hace tiempo se usa el indie como un género musical puntual, pero la idea no es esa.” Entonces, ¿qué es ser un músico independiente? Es la primera vez que Santiago responde algo sin titubear: “Ser libre a la hora de hacer nuestro arte. Hacerlo como queremos y cuando queremos.” Su respuesta recuerda a aquel DIY (Do it yourself) que reinó en los suburbios musicales desde el punk y que resurgió a finales de los 80. Dinosaur Jr., Sonic Youth, Pixies o Pavement.
Sabe de lo que habla. En España, el sello independiente más importante, Limbo Starr (Nacho Vegas, Christina Rosenvinge o Tachenko), ha editado su segundo disco, La dinastía Scorpio, y un recopilatorio, El nuevo magnetismo (2003-2012). En Argentina se lo montan ellos mismos. Laptra es un grupo de bandas (Él mató a un policía motorizado, 107 Faunos, Go-Neko! o Las ligas menores) que en su web se define como “un colectivo artístico que en determinado momento se autobautiza y crea una marca para salir al encarnizado combate de las corporaciones. El objetivo actual de la empresa es brindar a los artistas la posibilidad material de registrar y difundir música.”
«Desde hace tiempo se usa el indie como un género musical puntual, pero la idea no es esa. Ser independiente es ser libre a la hora de hacer arte. Hacerlo como queremos y cuando queremos»
Santiago hace referencia al sello Matador, fundado en Nueva York en 1989 y casa de bandas como Guided by Voices, Yo la tengo o Mission of Burma: “Nos pegó muy fuerte la música y el espíritu que tenía el sello. Tratamos de hacer lo mismo con nuestro propio lenguaje”. Desde la primera vez que los escuché, vi una relación con The Strokes. No solo en los guitarrazos de Yoni B, a la altura de lo mejor de los americanos, también en la estructura de los discos. Is this it y La dinastía Scorpio comienzan entre bruma, con Is this it y El magnetismo, respectivamente. Los dos son crónicas de juventud, una en Nueva York y otra en La Plata. Santiago reconoce la influencia, aunque tira del hilo y llega a Guided by voices, también referencia para Casablancas y compañía: “La aparición de los Strokes coincidió con el final de nuestra adolescencia. Es una banda que nos pegó mucho. Me parecen geniales, con una personalidad propia. Retomaron cosas viejas del rock que siguen latentes.”
Ese espíritu que tiene Él mató a un policía motorizado también lo tuvieron los Strokes de principio de siglo. Sin embargo, perdieron frescura. Hoy son una banda más. Otra banda que quiere sonar como las bandas que se dejan la piel para sonar como los Strokes. Cada disco es un poco peor que el anterior. Los sintetizadores y los falsetes cada vez comen más terreno a los guitarrazos y los aullidos. Ese viraje hacia la electrónica se ha convertido en tendencia, ¿veremos a Él mató a un policía motorizado haciendo electrónica? Santiago es contundente: “La verdad es que no. Creemos que para abordar con personalidad una estética o un lenguaje hay que empaparse bien”. Se mesa la barba. Duda. Suelta: “Bah, no sé…eso sentimos nosotros, no digo que esté bien o mal…que cada uno haga lo que quiera.”
Habla de personalidad. De estética y de lenguaje. Me cuenta que inventan categorías cuando alguien les pide referencias acerca de su música. “Para no encasillarnos. Para ser libres de hacer cualquier cosa”, advierte. Las etiquetas. Le pregunto por el sexo, drogas y rock n´roll y suelta una carcajada. “Nosotros somos anti rock star clásico. Eso es transformó en una pose medio tonta. No nos representa ese cliché del rockero reventado.”
Amigos, formemos una banda de rock n´roll
Santiago disfruta hablando de música. Son las nueve menos diez y tengo la sensación de que le gustaría estar hablando de cómo surgió todo hasta el día siguiente. Estudió Bellas Artes y trabajó dos años como maestro de plástica en una escuela de La Plata. Hoy sigue dibujando. Crea un cartel para cada concierto y se encarga de las portadas de los discos de la banda. Se trata de fundir todas las disciplinas en un solo proyecto, pero ¿desde cuándo fue la música el vehículo principal? Vuelve a hablar de Matador. Cuando dice que les golpeó está diciendo la verdad. No he leído una sola entrevista en la que no mencione al sello americano: “Esas bandas que sonaban lo-fi pero que a la vez tenían tanta potencia en sus ideas y su música, todo lo que representaban…” El lo-fi como forma de arte. Crear a partir de la chatarra. Ni el nombre de la banda es casual: Él mató a un policía motorizado es una frase que aparece en la película R.O.T.O.R., hito de Serie B dirigido por Cullen Blaine en 1989. Si buscas el nombre de la película en Google, encontrarás el título seguido de frases como ¿la peor película de la historia? o ¿la mayor basura jamás creada?
«El punk, el rock independiente en su parte más cruda (…) nos motivó para empezar a hacer música sin tener conocimientos, la urgencia artística nos empujó»
También nombra a Embajada Boliviana, una banda punk de La Plata. “Las canciones tenían un sentimiento que me volvió loco y me dieron ganas de hacerlo a mí también. Esa cercanía…Imagino que si alguien escucha a Queen y quiere hacer una banda que suene como Queen le va a ser más difícil arrancar desde cero. Pero el punk, el rock independiente en su parte más cruda, uno se siente más cercano a generar algo muy fuerte con ese lenguaje. Eso nos motivó para empezar a hacer música sin tener conocimientos, la urgencia artística nos empujó.”
Santiago escribe las letras de las canciones. “Cuando usamos una canción para la banda trato de que represente a todos. Por más que la letra la escriba yo, tengo que sentir que es algo que pueda representar a todos los chicos juntos.” El resto -“las más personales, las más tontas o las más despojadas”- las canta en solitario, apoyado en una guitarra acústica. Gira la cabeza y me mira fijamente, como dejando claro que la banda es lo primero: “Las de Él mató son las mejores”.
La nación que sueña despierta
Gran parte del público que Él mató a un policía motorizado tiene en España se interesó por ellos a partir de J, de Los Planetas. En el Primavera Sound de 2011, el gurú granadino nombró a los platenses como la mejor banda del mundo. Y lo que dice J suele ir a misa. Santiago habla de Los Planetas con devoción, aunque lamenta que en Argentina no sean muy conocidos: “Es una lástima porque es una banda genial. Culturalmente, si hubiese estado presente en Latinoamérica hubiese sido mejor para todos.”
Culturalmente hubiese sido mejor. Le pregunto por la crisis, sin especificar, y me cuenta la situación en Argentina. Dice que han sacado ligeramente la cabeza desde la crisis de 2001, que el momento actual es más tranquilo, aunque lejano del ideal. Dice que desde entonces se han impulsado las producciones independientes de discos y libros. Habla de política cultural y recula: “Bueno, no sé si hay una política cultural propiamente dicha, tampoco quiero alabar mucho al gobierno.” Argumenta que la salida de la crisis tuvo que ver con el crecimiento de lo independiente, al margen de las grandes empresas. Vuelve a recular: “Argentina venía de una especie de bienestar de mentira, de cartón. Entonces la crisis siempre está latente.” Baja la cabeza. Silencio. La vuelve a levantar y afirma: “Lo bueno, para rescatar algo, para ser optimista, es que los que verdaderamente tienen pasión por esto le van a dedicar su tiempo. Más allá de si es rentable, de si les obstáculos en el camino. En los momentos de crisis, la pasión por la música y por el arte es más sincera.”
«En los momentos de crisis, la pasión por la música y por el arte es más sincera»
Desde el primer momento pensé en preguntarle a Santiago por las descargas. Estaba seguro que un tipo de nuestra generación no me saldría con la retórica demagógica de los dinosaurios. Le pregunto si se descarga música y casi antes de que acabe la pregunta me responde: “Claro. Antes de venir dejé descargando en el Torrent un par de discos”. Su respuesta me golpea. Esperaba algo de pudor. “Está buenísimo –continúa- sobre todo para bandas como nosotros. Históricamente, algo que dificulta mucho a las bandas es la distribución. Las grandes distribuidoras siempre se han dedicado a la música que más vendía, y quedaban las distribuidoras pequeñas para las bandas chicas. Internet rompió esto en cierta forma. No del todo –señala- porque la gente quiere tener el disco. Pero ayuda mucho a transmitir la música. A nosotros nos ayudó para poder viajar a lugares donde no se habían editado nuestros discos. Gracias a internet pudimos hacerlo. Es una bendición.” Integridad y coherencia. El músico como artesano. Quizá el gran error fuera aquellos rockeros en limusina.
«Siempre es buen momento para estar en una banda, ¿si es el ideal? No importa si es el ideal. Si uno busca el ideal no va a ningún lado. Siempre es bueno estar en una banda. Siempre. Siempre.»
Son casi las nueve. Tengo un par de preguntas más. Después de lo que hemos hablado, sé la respuesta de la primera.
–Santiago, ¿es un buen momento para estar en una banda?
-Siempre es un buen momento. ¿Si es el ideal? No importa si es el ideal. Si uno busca el ideal no va a ningún lado. Siempre es bueno estar en una banda. Siempre. Siempre.
Lo suelta sin titubear, sin silencios, sin acariciarse la barba. Lo dice mirándome fijamente a los ojos. Cree en cada letra que ha salido de su boca. Sabía la respuesta pero me sigue impactando que un tipo tan simpático, tan bonachón, sea capaz de resultar tan tajante. Pero claro, aún no sabíamos lo que iba a hacer sobre el escenario.
Él mató a un policía motorizado publicó en 2006 un EP titulado Un millón de euros. La primera canción se llama Chica rutera. Dura casi cuatro minutos. La banda despliega su arsenal sónico. En esos cuatro minutos, Santiago canta solo una frase: Eh, espero que vuelvas, chica rutera.
-¿Volvió la chica rutera?
-Este…no, no…no volvió.
Hay un silencio. Después ríe. Ríe con fuerza. Eso es la música de Él mató a un policía motorizado, esa frase y esa risa. Esa consciencia de que el mundo es una mierda, pero esa voluntad de tirar hacia adelante, pese a todo. Riendo o reventando salas a guitarrazos. Da lo mismo.
Son las nueve. Le doy las gracias a Santiago. El resto de la banda nos despide. Nos separamos. Van a cenar. En un rato tocan. Supongo que la conversación seguiría en torno a River, a las barbaridades que hace el Cholo con el Atlético o a discutir si Messi es mejor que Maradona. Supongo que cuando Leonard Cohen dijo “Seremos feos, pero tenemos la música”, pensaba en cinco tipos de La Plata.
Santos Martínez Álvarez
4 Comments
Gran entrevista. Muy intensa.
Creo que esa es la gracia del grupo. Cinco chavales, cinco amigos, que hacen la música que les viene en gana. No hay más pretensiones.
Santiago parece un tipo majo, afable, culto. Me iría a tomarme unas cañas con él.
Estoy de acuerdo. No hay más pretensiones pero son muy respetuosos con lo que hacen. Eso les permitirá llegar a donde quieran. Y sí, yo también me iría de cañas con Santiago.
q buena nota , che. saludos desde rosario.
[…] pasó por Murcia para dar un concierto en 12&Medio. Aprovechamos para hablar con ellos (aquí puedes leer la entrevista) y, de paso, grabar un acústico. Por motivos ajenos a nosotros ese […]