Voy a ser claro y directo: Capitán América: Civil War es la mejor película de Marvel; es adulta, madura, compleja y, por suerte, no cae en maniqueísmos. Cuando hace dos años salí de ver Capitán América: El Soldado de Invierno estaba plenamente convencido de que Marvel había tocado techo y había hecho su mejor película. Se trataba de una suerte de thriller político que hablaba de temas tan transcendentales como la seguridad, la libertad y el espionaje sin dejar de lado las escenas de acción espectaculares y la pirotecnia característica de los blockbuster de Marvel; o lo que es lo mismo, un entretenimiento con cabeza y razón de ser. Lo más curioso de todo es que la película más seria y mejor construida del estudio la habían rodado dos directores (casi) desconocidos, los hermanos Joe y Anthony Russo, que solo habían dirigido dos películas y que eran reconocidos por su labor en la dirección de sitcoms como Arrested Development o Community. Ahora esos directores son el presente y el futuro de Marvel. Tras la salida por la puerta de atrás de Joss Whedon, cuyas exigencias autorales se dieron de bruces con Kevin Feige y su equipo, los Russo fueron los elegidos para capitanear las grandes citas de Marvel, que tendrán su colofón con Vengadores: Infinity War, una auténtica prueba de fuego para estos directores ya que, presumiblemente, será un film con un tono muy diferente al que han imprimido en sus dos entregas del Capitán América.
Dos años después de aquel Soldado de invierno llega Civil War para confirmarme que los que no tienen techo son los Russo. Porque estos hermanos consiguen agrupar a 12 superhéroes, que todos tengan su momento para lucirse (Ant-Man, Spider-Man y Pantera Negra, secundarios de lujo, se adueñan de la función), dotarlos de un solido desarrollo dramático y que la película, aun así, siga funcionando como una aventura del Capitán América. Nada de Vengadores 2.5, esto es una película del capi y la continuación natural de El Soldado de Invierno, sobre todo en la primera mitad de la película, en la que los Russo tienen de referentes thrillers de los 90 como El Fugitivo y las peliculas de Jack Ryan de Harrison Ford, pero sin dejar de mirarse en el espejo de Jason Bourne. Esa primera mitad se desarrolla entre despachos y persecuciones, con los Vengadores debatiéndose entre firmar el acuerdo de Sokovia y ser controlados por el gobierno o ser libres y respetar el código interno del grupo. Es valiente para la Marvel dejar que, durante un rato, sus personajes respiren, se sienten, hablen y expongan sus pensamientos e ideales políticos de forma coherente y argumentada; y es un logro que los duelos verbales de Steve Rogers y Tony Stark alcancen la misma intensidad y brillantez que los duelos físicos. Esto, aunque parezca insignificante, es lo que diferencia a un blockbuster excelente de uno mediocre, y si no que se lo pregunten a DC.
Desde su condición de thriller psicológico, los Russo y los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely plantean el debate entre el control político, la seguridad y la libertad sin necesidad de manipular al espectador. Tras las catástrofes de Nueva York, Sokovia, Lagos y el atentado en la sede de las Naciones Unidas, que es el desencadenante de todo lo que ocurre en la película, Tony Stark defiende que los Vengadores deben ser controlados por el gobierno; ve en el acuerdo de Sokovia una especie de redención y una oportunidad de exculpar sus pecados, mientras que el Capitán América piensa que los Vengadores deben actuar libremente y no estar bajo el control de ningún gobierno o institución porque conoce de primera mano lo que puede llegar a ocurrir. Sabe que el Gobierno los utilizaría para sus propios intereses políticos: derrocar Gobiernos y dictaduras, participar en guerras, espionaje… La trama de la película, por desgracia, traspasa la ficción y nos remite directamente a los atentados de Bruselas y París, a una realidad en la que las dudas sobre el control y la seguridad están más vivas que nunca. Lo fácil por parte de los guionistas, y más tratándose de una película del Capitán América, habría sido establecer al bando de Iron Man como los malos, los seguidores del egocéntrico capitalista Tony Stark, y al bando del capi como los buenos de la función, los centinelas de la libertad. La película no cae en ese tipo de maniqueísmos, un bando defiende el control político y acaban conociendo sus consecuencias; el otro bando defiende la libertad y el espectador se da cuenta pronto de que el egoísmo ético de Steve Rogers, al que solo le preocupa su amigo Bucky, hace que primen sus intereses personales por encima de los del grupo. El espectador puede salir de casa con el bando decidido y la papeleta debajo del brazo, pero una vez que comienza la película y ve que no todo es blanco o negro y que existe una amplia gama de matices morales, acaba convertido en un votante indeciso.
Las escenas de acción no se quedan atrás respecto a otros productos de la factoría. Los Russo consiguen mezclar a la perfección el tono de thriller político de su anterior film con el espectáculo propio de una película de los Vengadores. En Civil War siguen predominando los enfrentamientos cuerpo a cuerpo y las persecuciones, con la idea de que la acción sea más real, pero la escena del aeropuerto, posiblemente la mejor escena de acción que se ha visto en una película de superhéroes, es una muestra de como los hermanos Russo manejan la acción grandilocuente sin necesidad de abusar de explosiones, destruir ciudades enteras o imitar las florituras de autor de Joss Whedon y sus planos secuencia. Un pequeño adelanto de lo que nos pueden ofrecer en la tercera parte de los Vengadores.
Las nuevas incorporaciones funcionan muy bien y dejan al espectador con ganas de ver sus aventuras en solitario. Pantera Negra tiene un mayor desarrollo y protagonismo, además de sorprender por su estilo de lucha, pero Spider-Man consigue algo que parecía imposible, que volvamos a tener ganas de verle en una película en solitario. En poco más de 20 minutos, Tom Holland y los guionistas consiguen captar el espíritu del personaje de las viñetas, con las bromas y la ingenuidad propia de un Spider-Man de instituto.
Ni Iron Man ni Capitán América, los verdaderos héroes de esta historia son los Russo. En la época que vivimos de sobreexplotación de la fórmula superheróica, estos hermanos consiguen que no se pinche la burbuja e insuflarle vida al subgénero demostrando que se pueden hacer películas de superhéroes emocionalmente complejas, maduras y serias sin perder ni un ápice de espectáculo. Capitán América: Civil War pone el broche de oro a la mejor trilogía de un personaje de Marvel hasta la fecha. Si Capitán América: El primer vengador hablaba sobre la figura del superhéroe y la propaganda bélica, sus secuelas son un estudio sobre la libertad y el control en tiempos política e institucionalmente convulsos.
2 Comments
Una muy buena crítica para una excelente película, enhorabuena
Muchas gracias por esas palabras. Sin duda la mejor película de Marvel.