“¿Os puedo ser sinceros?”, así reza la primera nota que guardé con la intención de escribir esta crónica. No recuerdo qué significa pero, ¿os puedo ser sinceros? Sería un alivio porque, por primera vez en poco tiempo, he cubierto un evento que ahora se encuentra repleto de lagunas en mi cabeza. Pero igual que tengo lagunas, tengo muchos recuerdos tan grandes que hasta queman. Una cosa por otra.
Todo empezó en el Bside de Tapas, la culpa de todo la tiene el maldito Bside de Tapas. Los bares de Molina estaban a reventar y ese día todos éramos unos hipsters, de los peores que hay. De esos que llevan gafas de sol sobre otras gafas de sol sobre unas gafas de ver, y además sombrero de paja. Vale, solo yo iba así, pero es que en mi cabeza era una técnica para ligar sin fisuras y me sentía orgulloso.
Total, que a golpe de tapa y cerveza, al ritmo de Varry Brava DJ set, de Suzukid DJ, de las guapas Women Beat y al poco ritmo de The Purple Elephant en el Bar Celeste (los chavales lo intentaban, pero es que su música no cuajaba en ese momento, ni en ese lugar), no había comenzado el BSide y yo ya estaba en ese plan en el que uno no debería estar cuando va a cubrir algo. Menos mal que tomé notas porque un paraíso me lo dijo, y fotos, que también hice algunas.
Y aquí sí, comienza oficialmente el Bside y me separo de todos para entrar antes de que comience Vetusta Morla, que fue el centro absoluto de esta edición. Allí me reúno con el jefe, y con Alicia. La conozco poco a ella y un poco más a él, pero los encuentro encantadoramente familiares. Como voy muy jodido ellos lo empeoran con Jäger, lo que provoca una situación surrealista que intentaré ordenar en el tiempo:
– El jefe debe irse al foso a hacer su trabajo como un profesional, y yo me quedo con Alicia viendo como comienza a aparecer humo en el escenario. Vetusta Morla está a punto de arrancar.
– Comienza «La deriva«, Pucho lo está dando absolutamente todo y el recinto se ha llenado de repente hasta los cimientos. Aprovechando que el jefe se va, se me ocurre una cosa muy graciosa para él que incluía un selfie con Alicia. Este, en particular:
El problema es que me levanté sin recordar cuál era esa cosa tan graciosa. Si analizamos la foto observaremos que es muy posible que Alicia no supiese que estaba fotografiando el momento para insertarlo en la crónica y hasta puede ser que todo esto me lo esté inventando, lo cual está bien. O no y me despiden ipso-facto. O es ilegal. O yo que sé. Un beso para los dos.
– El concierto de Vetusta Morla estaba siendo espectacular. Y mira que yo era de los que decía que estaba harto de escucharlos, pero tuve que quitarme el sombrero muchas veces porque hacía un calor de tres pares de cojones allí dentro.
– Habían tocado casi todas las canciones del disco nuevo, el cuál no había escuchado porque yo soy una persona que se toma muy en serio lo que hace. Poco importaba lo que sonaba cuando lo hacía con tanta fuerza, la verdad, pero me estaba preparando para lo que estaba por venir. Hice bien.
– Cuando más concentrado estaba, pensé que llevaba tiempo sin un paraíso. Le pregunté a Alicia, como si ella tuviese la respuesta. Evidentemente no la tenía. Fue justo en el momento que comenzó «Cophenague» cuando, como si fuese un huracán de los que levantan granjas en Louisiana, apareció gritando muchas cosas, muy rápido, muy inconexas, sin sentido, encantadoras.
– Su canción favorita, «La Cuadratura del círculo«, explotó en esos instantes y su cabeza giró con una velocidad tan grande que yo pensaba que se iba a partir el cuello. Pero esa noche el paraíso era de goma.
-Mi amigo Carlos, con el que tengo unas fotos sumamente graciosas y muy gays, me susurraba cosas al oído. Al parecer las apunté en mis notas de periodista:
“Carlos: Tour de Francia”
“Baldosas amarillas”
Eran las canciones que iban sonando, solo intentaba ayudarme en mi ardua labor. Gracias Carlos, sin ti esto no habría sido posible (o sí).
– Vetusta Morla cada vez se venía más arriba, aquello estaba siendo frenético. Una santa locura. Ya no me queda voz para gritar pero para escribir sí. Creo que fue justo en ese instante donde escribí mi cuarta nota:
“No se forja la importancia de un concierto, a veces, solo por lo bien que esté yendo, que fue bien, pero que a veces importa más lo que acaba significando”
– Ooohhh, qué bonito (o no). Es que fue muy intenso, porque tenía a mis mejores amigos a mi lado, a mis nuevas amigas a otro, a un paraíso tan sumamente pirado que mi cabeza cree recordarla vertiendo queroseno por el césped para pegarle fuego a todo el campo de fútbol, y a Vetusta Morla recordándome que lo que me hace grande no tiene ni un cómo ni un por qué. Lo mismo porque lo que me hace grande sois precisamente los que me estabais ocurriendo aquella noche. O no. O yo que sé.
– Vetusta puso fin a su concierto y a su gira anual y la mitad del público salió pitando para no volver. En el Bside quedó un tercio de los asistentes pero a nosotros nos daba bastante igual.
– Un paraíso preguntó 56 veces en 2 minutos si lo que estaba sonando era Cycle. Porque mirar al escenario suponía demasiado esfuerzo.
– Tres minutos después comenzó Cycle y bailamos como verdaderos pastilleros. No en plan “parecíamos pastilleros”, no, estábamos imitando a la perfección los movimientos de unos pastilleros. «Confusion!!!» sonaba tan bien como bien sonaba en 2009.
– ¡¡2009!! ¿¿Pero qué coño..?? – pensé yo – estuve en ese concierto y no me puedo creer que tuviese menos de 20 años. Me deprimo un poco pero veo una notificación de Whatsapp para todo C´mon Murcia! y se me pasa.
“Graciaaoablooi Ver ezaaaa”
– Pienso “es brillante”, pero el jefe lo define mejor. “Es un paraíso”. No pudo dar más en el clavo.
– Comienza Buffet libre, y me van ganando canción a canción, cubata a cubata. Por cierto Pablo, Graciaaaoablooi Cuub aaaaaa tttaaeeeaa.
– El último cubata era demasiado así que me compro cuatro más con Carlos para no hacer cola, y me pongo de nuevo profundo. Pero en plan muy profundo porque Gavin James había enfermado y yo tenía ganas de llorar solo y apartado. Estaba tan tan profundo que saqué una foto para instagram y le puse un filtro en blanco y negro:
Yo no tengo instagram.
– Está sonando la melodía de Super Mario Bros y esto ya es la recta final y lo sabemos pero no queremos que llegue porque esta noche está siendo absolutamente antológica.
– Alguien vomita, se repone. Otro alguien comienza a hablar de tríos. Y Buffetlibre está poniendo temazos que dan en el clavo. De esos repertorios que son perfectamente simples para esos últimos momentos de B-Side, hasta 2016 por supuesto.
Nos largamos, pero porque queremos y porque un señor nos dice que nos vayamos a nuestra puta casa a dormir la pava. Pava es una palabra muy murciana y muy bonita. O no. O yo que sé.
Hoy mismo con un café en la mano y algo de resaca que, tras dos días, sigue aferrada a mí, una amiga me ha comentado que hace 363 días el pasado el BSide fue la mejor fiesta del año. Es rubia pero no muy tonta y dice que es surfista pero es mentira, y me ha hecho pensar que es cierto, que ese festival y yo tenemos que tener algo especial, porque año tras año ocurren cosas que lo hace inolvidable (para bien casi siempre, para mal de vez en cuando).
Y no sé qué es lo que hace grande a esta pequeña cara B. No es el cartel, que nunca decepciona, pero no puede ser eso. No es la duración, es un solo día. El lugar es genial, hay espacio, no hay suciedad y hay césped donde sentarse, pero tampoco puede ser eso. No sé qué es, pero no hay SOS, Low o Arenal que pueda hacer sombra al sabor de boca que me deja Molina de Segura en su humilde noche indie por excelencia.
No sé qué es lo te hace grande BSide, pero tengo la ligera sensación de que este ha sido uno de los festivales de música más locos e importantes que he vivido. Sólo el tiempo me responderá si sí, o si no. O no. O yo que sé.
Porfavor, no me despidas jefe.
4 Comments
El B-side fue y es mucho mas que el concierto de Vetusta Morla y una borrachera. Y una critica o crónica, ni que decir tiene.
Y el sentido del humor, ¿qué me puedes decir de eso? ¡¡Ilústrenos, oh, kaplan!!
¡Ah! Que es graciosa… Discúlpeseme.
Faltaba más… ¡Quedas más que disculpado!