El Bosco pintó la perversión humana. El Bosco y la perversión.
El Bosco denunció el pecado humano. El Bosco y el pecado.
El Bosco fue un brujo, un mago, un cósmico. El Bosco y la brujería, la magia, el cosmos.
¿Quién fue el Bosco? ¿Qué hizo el Bosco? ¿Por qué el Bosco? ¿Dónde el Bosco? ¿Cuándo el Bosco? ¿Quién el Bosco?
No estamos en Bélgica. Esto es Murcia. Muy cerca la huerta y los parajes que cada vez son menos. Tierra olvidada. La tierra y el olvido. Aun así y así permanece inmutable. Todo aquel imaginario tradicional, el pensamiento onírico escrito en hojas macilentas, sigue en la mente de algunos, los menos. Una visión que trasciende su huerta, su Murcia, su Arboleja, que traza un camino etéreo a las islas, su isla, su Ibiza y al fin del mundo, Finisterre, el Bosco, Galicia, el cosmos.
El Bosco va a tocar en la sala Musik de Murcia. Los que conocen a esta banda murciana saben que no es el mejor sitio para disfrutarlos. Aún así ellos, como es costumbre, llevan la naturaleza a su espectáculo. Por poco que cobren, por pequeño que sea, sea donde sea. La escena es tan importante como el mensaje, deben pensar. La audiencia lo agradece. Aquí estamos, en la plaza de toros. Donde se da morte, dese ahora amore. David Moretti (cantante) alude a ello con su natural y desenfadada ironía. “Templo de muerte, templo ahora de sacrificios.” La ceremonia comienza, el ritual. No podemos beberla, pero la vemos, la oímos, la sentimos, la -emos, la –ímos. La ayahuasca que Bosco ha preparado nos conduce el resto de la noche. Somos muertos en la soga, somos almas abandonando sus cuerpos para experimentar aquello que solo alcanza lo pleno en las ideas.
El Bosco no es una banda para la sala Musik. Su acústica y su visibilidad no dejan lugar a la recreación. Esta sala hace a la gente irrespetuosa. Hablan, no escuchan. Es un templo de muerte, de desconsideración more quien lo more. Aún así Bosco hace un viaje al bosque y nos abandona. Un lugar del bosque donde el recreo de la mente no es un mero pasatiempo. “Qué dulce es el destino del pastor que vaga desde el alba hasta la noche. Seguirá a sus rebaños todo el día y poblará su lengua de alabanzas” Pronto la inquietud irrumpe en el bosque. Una brisa gélida, la zozobra de una rama, la mirada penetrante de una lechuza, un destello proveniente de un estrecho, un sátiro con su flauta. La psicodelia de Bosco no es definible. No hay un rol, no hay puente entre la enciclopedia y su sonido. Son como son y su música no muestra más. Aún así, todo es comparable. Vine al concierto buscando a Gilmour y lo encontré. Jesús Fictoria (guitarra y voces) es una mezcla entre la pausa de éste y la bossa-nova de Rodrigo Rodrigues. Esto puebla el doble disco que tienen editado. Sin embargo en canciones como Tejido Cósmico me surge una duda. Bosco trae consigo un cierto neohippismo, como diría Jam Albarracín. Hablan de una nueva conciencia cósmica, de una nueva conciencia mística. Esa que lo une todo desde la distancia y que trata de alejar el desasosiego y la tragedia humana. Pero, ¿entiende esto el público? Con esta canción de ritmo y estribillo fácil lo hacen bailar y cantar, ¿pero realmente comulgan con lo trascendental de su letra? Tengo serias dudas.
Vuelvo la cabeza hacia atrás, los charlatanes ni siquiera bailan. Ojala pudiera cargármelos. Pienso en una vida de estudio entre rejas. Prefiero seguir escribiendo.
Sigue la inquietud. Un druida camina entre el público ataviado con una túnica roja. La capucha y una tupida barba ayudan al misterio y la congoja que produce mirarlo. Valente Seisdedos, gallego y amigo, invitado y venido desde esas lejanas tierras, sube al escenario decidido a leer unos versos. Cuando suelta el papiro recita un conxuro para sí mismo y ahí, en mitad del escenario, prende fuego a una queimada.
“¡¡Ariel y Mikael!” El sátiro nos espeta cada vez que puede Lo Natural. Bosco es un diamante en bruto que Murcia ha estado gestando estos años. A pesar de su marcado misticismo arrancan sonidos festivos y no dudan en tocar un reggae, ponerse progresivos o sacarse un bouzouki y bailarse un sirtaki. En su aclamado El Timón David Moretti salta del escenario a la audiencia y organiza un “círculo de fuego” y ahí bailan como otrora lo hiciera Zorba el griego. “La vida es un problema, solo la muerte no lo es”. Discurso existencialista para un concierto que bebe de la magia y la ilusión.
Hace bastante calor y más con un señor quemando orujo sobre el escenario. Fictoria y Juande Mestre (bajista) se descamisan. El público sigue haciendo ruido. Muchos chistan, pero siguen. No saben que se están perdiendo uno de los mayores acontecimientos creativos acontecidos en Murcia. Entonces suena Silence. Nuestro fauno, aupado por dos caballeros, pide con la sola ayuda de su voz, sus manos y su posición de altura silencio, silencio, silencio… Decía Heidegger que si pudiéramos proyectar el silencio como sonido seríamos capaces de entender el ser de las personas. El silencio es el mecanismo de los niños para asombrarse y la sala Musik, sorprendida, es ahora silencio. Lo alumbra nuestro fauno con un candelabro. Ha penetrado en nosotros con su quietud y el dulce sonido de los armónicos de una guitarra que mece el alma. Bosco ha conseguido lo que yo creía imposible desde que empezó el concierto, emocionar y callar a una panda de cabrones impasibles.
Para ser honestos se notó al grupo un poco frío, cosa que no es habitual. Además pueden cambiar el formato que la experiencia a pesar de ser otra contiene la misma esencia. No obstante a la hora de cantar el romance de A Little Girl Lost pincelaron esa excentricidad que rodea a un personaje como William Blake. Y a pesar de bailar al regreso y la magia de la bruja en Viimeistä päivää o en su Children of the island sus temas lentos cierran completamente el círculo que han prendido y demuestran por qué es el grupo más original, atrevido y talentoso de toda la región.
El placer, el deseo, la pureza, el pecado, la poesía, lo natural sale de la huerta de Murcia, algo que nadie hasta ahora podría haber imaginado. Concierto tras concierto ganan adeptos, fieles que los acompañan en todas sus ceremonias. Fieles que seguirán yendo semana tras semana porque este ente, etéreo, inusual e incomprensible anda suelto y solo su estudio ontológico podrá decirnos por qué usted, si lo ve, no va a poder separarse de él.
Texto Javier Arnedo
Fotografías de Kiko Asunción
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