No me gusta el fútbol, soy incapaz de coger el mando de la televisión y pulsar un botón para ver un partido, ya pueden jugar «cristianos» contra «romanos» que me da igual, lo siento pero no me interesa esa clase de circos. Pero si tengo que recorrerme 400 km para ver un concierto ahí estoy yo, llámame loco, pero el concierto no me lo pierdo.
La banda escocesa Biffy Clyro tuvo la culpa de mi último viaje a Madrid. Tres semanas antes de su concierto en La Riviera, Simon Neil y los hermanos Johnson ponían el cartel de «Sold Out». Está claro que la gente se quedó con ganas de más Biffy Clyro el pasado BBK Live de Bilbao. Su primera visita a nuestro país fue en el 2007 como teloneros de Queens of Stone Age. No estamos hablando de un grupo de mayorías,estamos hablando de una banda que desde 1995 hasta ahora nos han ofrecido 6 discos y han sido teloneros de grandes grupos como Muse o los mismísimos Rolling Stones. Ahora piden su hueco y lo piden a gritos.
En la sala madrileña con una puntualidad «escocesa» a las 21:30 las luces se apagaban para empezar a oír «Different people» y a los pocos segundos esté trío (ya sin camiseta) sabía ya que tenía al público en el bolsillo. Fueron dos horas en los que el público disfrutó de Biffy Clyro y Biffy Clyro disfrutó del público. Simon Neil no paró quieto ni un segundo, a veces parecía que bailaba una curiosa danza extraña (como canta Sean Frutos), siempre agarrado a su guitarra que parecía una prolongación de su cuerpo. La mayoría de las canciones eran de su último disco «Opposites» intercaladas con algunas de discos anteriores.
Un gran concierto se merece un gran final y acabar con «Opposite», «Stingin’ Belle» y «Mountains» así fue. Tras el concierto nos invadió esa sensación de haber estado disfrutando de BUENA MÚSICA (con mayúsculas) y de estar deseando que vuelvan a nuestro país. El tema de los 400 km para volver a casa,es otra historia.
Antonio Puertas
Fotografía de Yolanda Moreno
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