En esta vida existen muchas clases de hermanos, pero yo solo conozco a tres: los que se quieren con locura y lo manifiestan sin miedo, los que se quieren con locura pero les cuesta horrores reconocerlo y los que se odian sin remedio. Mi hermana y yo pertenecemos a los segundos, por suerte y por desgracia, y si hay algún medio por el que puedo transmitir esas cosas que tanto me cuesta decir, es este. Todo gracias a una película. No, todo gracias a un cuadro en movimiento.
«La canción del mar» habla de cómo un hermano mayor trata con un desprecio sin ningún sentido a una hermana muy pequeña. Habla de cómo la maltrata y de cómo la culpa de todos sus problemas. De cómo la compara con una carga sobre su espalda por el simple hecho de ser una niña que juega a desordenar las habitaciones o que se atreve a tocar (y solo tocar ya es suficiente) el juguete favorito de su hermano. La canción del mar habla, sin ninguna duda, de mí. Y de ti claro, y de todos los que sepan de lo que hablo.
Es además una obra espectacularmente bella con un trazo animado reconocible a trescientos millones de kilómetros luz. Es como un atardecer en la orilla de la playa, es algo que te deja con la boca abierta y te invita a reflexionar. Despierta el niño que llevas dentro en el peor de los sentidos, porque despierta cabreado contigo por no haber sabido comportarte como un adulto. Te dice sin ningún rodeo: “que yo no pudiese hacerlo es lógico, era demasiado pequeño y estúpido, ¿pero tú…? Tú no tienes excusa”. Odio que el niño que llevas dentro siempre tenga la razón.
Si bien es cierto que nadie tiene la culpa de su propia introversión, también podemos admitir que siempre se es capaz de realizar un pequeño esfuerzo. Los hermanos que se adoran y lo manifiestan son envidiables, y los que se odian a muerte no tienen problemas. Pero nosotros vivimos en una continua frustración y en un constante miedo de que una de las personas más importantes en tu vida no sepa nunca lo que significa para ti, o que simplemente un día lo olvide sin vuelta atrás.
La ventaja que tienen los hermanos de un cuento como «La canción del mar«, es que viven una aventura llena de peligros que acaba afianzando su relación para siempre. La ventaja que tiene la vida real es que no es necesario nada de eso para conseguir algo muy similar. Entonces, ¿por qué a muchos nos cuesta horrores expresar lo que sentimos? Pues supongo que un psicólogo podría soltar un rollo sobre el yo, el superyó y tus padres, pero a mí me vale con esta película y este blog para hacerlo: esto va por ti, porque te quiero Julia. Y tú, querido lector, busca la forma, la que sea, pero hazlo.
No Comments