Aunque no suelan estar posicionados en los top de destinos turísticos soñados, copados por grandes metrópolis como Roma, París, Nueva York, Tokyo o Sydney; lo cierto es que en nuestro país tenemos escondites con un encanto mágico que te permite desaparecer del mapa durante unos días y disfrutar de la vida a ras de piel. Entre ellos, Aranda de Duero se ha convertido en la culpable de que más de cien mil personas prefieran emplear algunos días de sus vacaciones cada año en sumergirse entre croquetas, lechazo, vino tinto, pistolas de agua, magia y música (mucha música) antes que el brutalismo arquitectónico de las grandes ciudades. Sonorama Ribera ha puesto en el mapa un pueblo de treinta y tres mil habitantes, haciendo que durante unos días cuadruplique su población y llene de vida y diversión este punto de la España vaciada.
Sonorama Ribera se presentaba en este 2023 ante el reto de mejorar, o al menos igualar, la edición del año anterior en el que celebraba su cuarto de siglo de vida. Veintiséis ediciones dan para mucho aprendizaje y se nota que lo hace gente que ama su producto. Más allá de la narrativa y grandes historias que siempre se cuentan sobre él, el Sonorama te hace sentir que estás en el festival más especial del panorama nacional. Lo organiza y crea la asociación cultural sin ánimo de lucro Art de Troya y no una gran promotora como sucede con el resto. Aman su tierra y su festival, y tú como público te sientes un poco más persona y un poco menos número. Llama la atención que cedan el nombre de los distintos escenarios para ensalzar el nombre de Aranda y su vino. Aranda de Duero, Ribera del Duero y Tierra de Sabor eran tres de los nombres de los escenarios del festival. Solo uno de los cinco estaba patrocinado por una gran marca. Los dos escenarios principales, Aranda de Duero y Ribera del Duero, representaban las fachadas de las casas típicas de la zona. Además, la oferta de actividades por parte del festival está totalmente sumergida en el municipio y es tan amplia que abruma: conciertos a todas horas, catas de vino, charlas, eventos especiales, muchas sorpresas, y un pueblo volcado con el festival, que le sirve también como altavoz nacional de sus demandas históricas en inversión e infraestructuras.
Musicalmente, el formato que propone el Sonorama son conciertos de entre cuarenta y cinco minutos y la hora. No parece la mejor opción para disfrutar de tus grupos favoritos, aunque los vas a seguir gozando, ya que seguro que se dejan canciones fuera del repertorio; pero desde luego es una buenísima forma para ver y descubrir numerosas propuestas y comprobar si te gustan o no. Este ritmo le viene muy bien a un festival como Sonorama, donde todo se vive muy intenso y rápido.
El festival comenzó el miércoles. Se notó que era el primer día más en un recinto a medio gas que en el camping, que prácticamente se llenó en pocas horas, y que supuso algunos problemas de aforo y espacio en los días posteriores. Nosostros nos alojamos en él y quisimos estar preparados para disfrutar de Jimena Amarillo, pero los tiempos en un camping son otros y entramos cuando Depedro ya estaba encima de uno de los escenarios pequeños haciendo bailar a muchos cientos de personas, con canciones como Mañanita o Nubes de Papel. Además, arrancó el primer gran coro grupal del público cantando su sentida versión de Llorona.
El reducido espacio útil del festival para esta noche permitió que la gente no se disgregara demasiado creando un buen ambiente que fue yendo a más durante la noche, y llenando el recinto ferial de colorido gracias a cientos de personas que se habían tomado muy en serio lo de la fiesta de disfraces. Así Beintiuno, con B de Barbie como pusieron ellos mismos en la pantalla que tenían detrás, disfrazados de distintos personajes de la recién estrenada película, favorecieron el espíritu festivo de la noche. Los toledanos hicieron saltar al público con canciones que ya son hits consagrados como Dopamina o Haters y otros más recientes pero que apuntan a convertirse en algo importante como La Ruina o La Vida Moderna, en la que don Héctor de Miguel ‘Quequé’ sustituyó a Santi Balmes para cantar eso de le llamáis poliamor a los cuernos de siempre.
El último concierto siguió con la tendencia al alza en cuanto a público y a la baja en cuanto a la edad media frente al escenario. Pimp Flaco y los suyos salieron ajenos a la fiesta de disfraces pero dispuestos a hacer vibrar a todos los presentes. Cupido tiene la capacidad de que te vengas arriba cantando canciones lentas y tristes. Son de lo mejor en lo suyo y lo demostraron con un repertorio donde destacaron Galaxia, La Pared, No Sabes Mentir o Santa. Resulta curioso cómo Pimp Flaco, alejado de actitudes de rockstar, consigue conectar con el público y crear una energía arrolladora.
Además de los conciertos, también nos asomamos por el escenario Comedia/Dancehall donde se realizaban los monólogos, grabaciones de podcasts y sesiones de los distintos djs. Durante todo el festival consiguió llenar un espacio amplio haciendo disfrutar especialmente con las sesiones de música, generando un ambiente muy potente y poco habitual en este tipo de espacios en otros festivales donde le dan menos protagonismo. Además, contaba con una gran pista de coches de choque (Warm Up, toma nota). En este escenario disfrutamos a Álex Curreya y a Isaac Corrales, que consiguieron llenar hasta la bandera y convertir el Sonorama en una gran discoteca de indie y electrónica hasta las tres de la madrugada, finalizando la primera de las cinco jornadas de Sonorama Ribera 2023.
El jueves abría con muchas expectativas: primer día de música en las plazas y de escenario principal abierto. El pueblo se llenó desde bien temprano de gente, vasos de calimocho y pistolas de agua. Intentamos acercarnos a ver Se Ha Perdido Un Niño en la Plaza del Trigo, pero pagamos la novatada de no madrugar lo suficiente para poder acceder. Debido a la regulación del aforo, las calles estaban cortadas y ya solo se permitía la salida de gente de la plaza y la Calle Isilla. Aunque luego nos enteramos por distintas fuentes que habían triunfado. Así que, resignados pero orgullosos nos fuimos al escenario Charco, donde encontramos un espacio muy verde a la orilla del Río Arandilla justo en la desembocadura en el Duero, perfecto para descansar y disfrutar de la música con menos bullicio que en el centro del pueblo, donde nos enteramos que el grupo sorpresa había sido Tu Otra Bonita. Sobre la tarima se encontraba J Güero, chileno afincado en California, en formato dúo a ritmo de cumbia. Conforme avanzó el show, más gente decidía cambiar la siesta en sombra sobre el césped por el ritmo y movimiento bajo el borde del Charco.
En el Sonorama lo tenían claro. Los conciertos más orientados al público más veterano, por la tarde. Todos los conciertos con este público estaban situados antes de la hora de la cena. Y a media tarde cruzamos el control de seguridad para encontrarnos ya a El Drogas celebrando cuarenta años de Barricada, que congregó a numerosísimos viejos rockeros que habían adquirido la entrada de día solo para ver este concierto especial. Enrique Villarreal es un incombustible. Es de esa pasta con la que también está hecha Robe. Lo ves y te da miedo de que se pueda romper en cualquier momento y, sin embargo, se muestra imponente y derrocha fuerza sobre el escenario como pocos. El Drogas dejó alucinado a más de uno que estaba esperando en el escenario de al lado para ver a Xoel López, culminando con uno de los temas más míticos del rock antisistema en español como es Blanco y Negro. ¿Cómo ese señor tan mayor, que ha entrado con un bastón y ha terminado arrasando el escenario y lanzando su apoyo por el aire? Pues porque es él, El Drogas.
Después llegó el turno de Xoel López. Muchos de los presentes lo conocían por Lodo, canción mítica del indie español y, aunque él es historia de la música española, parece que se encuentra en un segundo escalón para las grandes masas fiesteras que no han vivido a Deluxe. Por mi parte, lo había escuchado bastante, aunque no era de mis favoritos del festival. Tenía curiosidad porque nunca lo había visto en directo y tras tantos festivales uno ya va prefiriendo el descubrir antes que quedarte con lo que ya sabes que te gusta. Y ahí salió Xoel junto a su banda, formada en parte por antiguos compañeros en Deluxe, para triunfar. Lo que se vivió ahí trascendía más allá de nosotros mismos. No se podía explicar. Casi una experiencia religiosa. Xoel cautivó desde bien pronto a todo el público. Parecía que te estaba cantando a ti. Te hacía olvidar que erais miles. Xoel tiene eso. Letras que hablan de ti, de mí, de todos. Y una voz llena de honestidad. Y cuando te cantan así sobre experiencias vitales tan intensas, solo queda aceptar que somos humanos, y que Xoel López es, probablemente, algo más. Xoel cantó Paxaro do Demo hablando de la historia rural gallega. Recordó que llegará nuevo disco en otoño con el adelanto de Fort Da, iluminada por la golden hour. Y le pareció que era conveniente cerrar con Ningún Hombre, Ningún Lugar y Lodo sin pausa. Lloradita, sentirte feliz y agradecido de haber vivido esto, y a continuar.
Ya de noche, fuimos a ver a Ciudad Jara, que jugaba lejos de casa. El gandiense de familia oriolana aparece en mejores cotas en los festivales del Mediterráneo, recuerdo del llenazo en Les Arts, pero aquí le tocaba jugar en escenario pequeño, y lo llenó. Pablo Sanchez convence a los nostálgicos de La Raíz, que siguen viendo en su forma de escribir y cantar algo que había en su anterior banda, aunque su discurso se haya suavizado. Y otros encuentran en Ciudad Jara un grupo con un sonido distinto al resto de las bandas del circuito pero que encaja en los circuitos indies. Los pogos se sucedían con El Último Pasillo o Trocito de Marte entre otras. Pablo está rodeado de una gran banda y tiene un directo enérgico y emocional. Y aunque probablemente no fue su concierto más multitudinario, ellos mismos dijeron que sí fue uno de los más especiales que habían vivido desde que nació el proyecto.
Después de Ciudad Jara, llegamos a mitad de Lori Meyers para luego seguir con Miss Caffeina. De ambos ya se han escrito cientos de páginas, tuits, posts… y con razón. Se han convertido en la vieja confiable. Que sí, que los hemos visto mil veces. Que sí, que están en todos lados. Que sí, si ya lo sabemos, pero es que son muy buenos, tienen un repertorio de temas que se sabe todo el mundo y que les sobra para llenar la hora de concierto. Compartieron un público con muchas ganas de pasarlo bien y cantar las canciones que le llevan acompañando desde hace tantos años junto a sus amigos.
Tras ellos, llegó la madrugada y las barras del festival ponían riberitas con coca cola a máxima velocidad. La gente tenía más ganas de fiesta y León Benavente le dio dos tazas. Son muy buenos y sonaron como un cañón. Atravesaron el escenario principal poniendo los latidos del público rozando los bpm de sus canciones. Ayer Salí, Brigada, La ribera o California pusieron la banda sonora perfecta para el fin del día de muchos. Lamentamos, eso sí, la ausencia de Eva de Amaral para cantar Amo, que habría sido un broche de oro.
Sin embargo, no solo de indie vive el festivalero y en el Sonorama Ribera menos. La apuesta de la organización por la ya no tan nueva y sí consolidada ola de música urbana ha sido clara, buscando atraer el público adolescente y veinteañero, que será el público mayoritario en un futuro. La mayoría de propuestas estaban situadas en los escenarios pequeños, pero hay algunos nombres que no entienden de espacios reducidos. Teníamos muchas ganas de ver a Ayax y Prok, dúo granadino de rap que llenaron el Palacio de Vistalegre en Madrid o colapsaron el escenario principal del Viñarock hace años. Son uno de los mayores exponentes del rap patrio. Comenzaron más tarde de la hora indicada porque varios grupos durante la jornada habían arañado cinco minutos a su horario original que también les obligó a recortar el setlist. Los hermanos Pedrosa entraron como un huracán con un Sonorama repleto que se entregó desde el principio. Les sentó muy bien el contraste con el resto de grupos y supusieron un soplo de aire fresco al escenario Ribera del Duero. Aunque cantaron canciones de sus proyectos en solitario, los momentos más icónicos estuvieron marcados por la aparición de J Dose para colaborar en Ese cosquilleo, un Reproches que se cantó por todo presente de principio a fin y Guajiro, que fue repetida en un bis con una versión techno que hizo estallar toda Aranda.
Aunque hubo conciertos y djs durante un rato más, nosotros no teníamos grandes favoritos y apostamos por irnos a dormir para intentar descansar algo, madrugar e intentar pillar sitio en la plaza del Trigo. Teníamos ilusión por vivir la experiencia, pero eso, junto al resto de días mejor os lo cuento en la segunda parte de la crónica que estoy escribiendo.
No Comments