El Mad Cool Festival se enfrentaba este año a una edición crucial de cara a su futuro. Tras unas ediciones anteriores marcadas por los accidentes, las críticas y las quejas del público (en ocasiones exageradas, todo hay que decirlo), esta nueva entrega del festival suponía enfrentarse a todo ello y ponerle solución.
Una vez finalizado el festival podemos afirmar que la organización ha escuchado a su público y hemos podido disfrutar de una edición a la que no podemos poner ninguna gran queja. Con un aforo que ha rondado las 50.000 personas por día, lejos del sold out, creemos que deberían plantearse si este es el público al que deben aspirar en lugar de querer repetir las 80.000 del pasado. Hay ocasiones en las que menos es más y esta una de ellas. Mejor 50.000 personas disfrutando a gusto de tu festival que intentar reunir a 80.000 y que todo sean quejas, críticas y reclamaciones. En este aspecto solo queda felicitar a la organización por el buen trabajo y esperar que se replanteen hacia dónde quieren llevar el festival en 2020.
Nos hemos encontrado ante un recinto amplio, cómodo, con un buen sonido, sin grandes aglomeraciones y sin colas salvo en momentos puntuales. La reducción de escenarios ha sido un acierto, incluso podrían haberse ahorrado también uno de los dos escenarios emergentes situados en la carpa. El Loop sigue siendo un gran acierto para los aficionados de la música electrónica y una gozada tanto visualmente como en cuanto a sonido. Podríamos decir que no había escenario principal, los tres grandes escenarios se han repartido a los cabezas de cartel y esto es algo que nos ha gustado, más aún teniendo en cuenta que los tres han estado a la altura. Mención especial también merecen los coches de choque que Mahou convirtió en un escenario improvisado por el pasaron por sorpresa Los Chichos, Tomasito o Muchachito Bombo Inferno.
Se echaban en falta las grandes pantallas del pasado año. También hemos leído alguna queja sobre el momento de irse del festival, nosotros usamos el parking de Uber y fue una gozada, además al compartir gastos entre cuatro no se nos hizo nada caro. Para alguien de Murcia este tipo de servicios siguen siendo un descubrimiento. Respecto a los precios decir que eran caros pero asumibles, hemos llegado a ver precios superiores en muchas salas de Madrid. El tema de los vasos también tienen que mirarlo, no tiene sentido que tengas que comprar vasos distintos en función de lo que quieras tomar y que no cambien uno por otro. Otro acierto es el de los puntos de agua potable gratuitos, esperamos que también llegue el día en el que poder pasar un bocadillo.
En un año en el que los carteles de festivales han flojeado bastante respecto a sus ediciones predecesoras, el Mad Cool ha seguido manteniendo un gran nivel con el que para nosotros ha sido el mejor cartel del año en España y uno de los mejores de Europa. Podemos decir que hemos visto grandes conciertos y que muy pocos han sido los que nos han decepcionado de alguna forma. Nos gusta que sigan apostando por la variedad de estilos y que en una misma noche puedas disfrutar de pop, post rock o electrónica.
FIESTA PRESENTACIÓN
Cuando llegamos al recinto estaban Don Broco terminando su concierto, lo poco que vimos nos gustó aunque fuera música adolescente sin mucha trascendencia. Metronomy es un grupo que nunca me ha llamado la atención y que en directo tampoco lo hizo por lo que aprovechamos para conocer el recinto y ver cómo estaba todo montado este año mientras hacíamos tiempo para The Cat Empire. Los australianos eran nuestro plato fuerte del día y durante su concierto demostraron que no estábamos equivocados. Me parece inconcebible asistir a uno de sus directos y no estar más feliz al final del concierto que al principio y eso se notaba en las caras del público, hicieron de las ocho de la tarde toda una fiesta. Lo mejor de la fiesta de presentación.
Rosalía era la gran cabeza de cartel del día y mentiría si dijera que no acabé algo decepcionado. Más allá de conectar o no con el camino por el que ha llevado su música, sí que esperaba un show a la altura de la expectación que genera su nombre. Eché en falta música en directo y una escenografía que acompañara sus coreografías. Sin duda el mejor momento de su concierto fue ese «Catalina» a capela al que es imposible resistirse. ¿Fue un buen show? Sí ¿Me sorprendió? No.
Los que sí que me sorprendieron fueron Bring Me The Horizon, a pesar de enfrentarse a un público escaso y que no sabía muy bien qué hacía allí. Supieron entregarse a los pocos fan de verdad que se agolpaban en las primeras filas y ofrecieron un concierto en el que no faltó el fuego, el confeti o las incursiones de Oliver Sykes entre el público. Especialmente memorable ese momento cantando junto a un chico que en primera fila le pedía cumplir su sueño de cantar con a él. Fueron la sorpresa de la noche, un concierto del que no esperaba gran cosa y que me acabó absorbiendo. No sé muy bien qué les llevó a contar con ellos para esta primera noche pero me alegro.
Antes pudimos ver a Lykke Li, una de esas artistas a las que todos conocen por una canción que el público se pasa todo el concierto esperando. Tampoco ayudó su propuesta a evitar que así fuera. Después de haberla oído sin tantas florituras y adornos en su voz, no conseguí entender por qué por momentos aquello parecía un concierto de trap.
JUEVES
El día comenzó con Lewis Capaldi, el nuevo nombre de moda en Reino Unido. Y menuda voz se gasta el escocés. No sabía si en directo sonaría igual de bien pero tardó poco en confirmarlo. A una voz como la suya hay que sumar una actitud que no va para nada acompasada con sus canciones, está más cerca de los hermanos Gallagher que de Ed Sheeran. Pronto lo veremos abarrotando grandes recintos en España. Y si Capaldi nos sorprendió, Tash Sultana nos dejó con la boca abierta. Lo de esta australiana de 24 años es difícil de definir y asimilar. Más cerca de la improvisación que de un concierto estándar, demostró que no importa el instrumento que tenga entre sus manos, que su talento va un paso más allá. Quizá tenga que definir más su canciones para llegar al gran público, pero para nosotros fue una gozada poder descubrirla en directo.
También nos dejamos caer por el concierto de La Dispute pero no duramos mucho. Ni la hora, ni el ambiente, ni el calor hicieron que fuera algo disfrutable. Tampoco la voz de Jordan Dreyer parecía estar en su mejor momento. Una pena porque estamos seguros de que en una sala hubiéramos disfrutado a lo grande de ellos. Mientras íbamos camino del concierto de Iggy Pop nos encontramos con Muchachito Bombo Inferno montando una verbena en los coches de choque y no pudimos evitar unirnos a ella.
Tras un rato allí llegó el momento de Iggy Pop. Tiene 72 años pero desde el primer momento en el que pisó el escenario dejó claro quién era la estrella del rock del festival. Y después de verlo creo que nadie se atrevería a llevarle la contraría y opinar que no lo es. Fue una demostración de actitud, carisma energía y fuerza como ya quisiera poder hacer cualquier grupo de veinteañeros.
Tras Iggy Pop fue difícil entrar en la propuesta de Bon Iver, el público parecía estar a otras cosa y tuve que cambiarme de sitio hasta encontrar una zona donde preferían disfrutar del concierto en lugar de hablar. A partir de ese momento todo cambio y poco a poco fui sumergiéndome en el universo que Justin Vernon fue creando. Primero con su lado más experimental hasta llegar a la parte más folk donde aparecieron esas canciones que hicieron asomar las lágrimas de más de uno. Una auténtica delicia de concierto, algo medrado por la hora y el lugar.
En este mundo hay gente a la que no le gusta Oasis porque tiene que haber de todo, pero no soy uno de ellos y tener la oportunidad de escuchar en directo algunas de sus canciones nunca me parecerá una mala idea. Noel Gallagher sabe por qué va el público a sus conciertos y qué espera de su setlist, por suerte en el Mad Cool ofreció un concierto acorde a ello. Si en el WARM UP me sorprendió con «Talk Tonight», esta vez lo hizo con «The Importance of Being Idle» y solo por eso ya mereció la pena el concierto.
Terminamos la noche con Vampire Weekend y fue un acierto total. Nos brindaron una demostración de virtuosismo sobre el escenario. Su música es de esa que se va pegando poco a poco hasta que, sin saber cómo, estás sonriendo y bailando con ellos. Y fue la mejor forma de terminar la noche, con esa sensación que solo la música puede crear, esa sensación de saber que aunque todo vaya mal siempre habrá gente como ellos capaces de hacer que todo mejore aunque sea por un rato.
VIERNES
Tenía muchas ganas de ver en directo a Rolling Blackouts Coastal Fever por lo que aunque fueran las seis de la tarde e hiciera un calor para querer morirse, allí me planté. Y mereció la pena, creo que en los próximos años seguirán escalando puestos en los carteles de festivales. El público no estaba muy metido, me imagino que por culpa del calor, pero se convirtieron en otro de los descubrimientos del festival.
Sharon Van Etten es una de esas propuestas que hace que tu cartel de un salto de calidad. El público se fue acumulando sentado en el césped frente a su escenario, relajados y disfrutando de su voz. Uno de esos conciertos que se disfrutan sin saltos ni aglomeraciones, canciones que piden ser degustadas más que devoradas. Al mismo tiempo en otro escenario estaban American Authors, una banda ideal para las primeras horas del festival que comenzó a levantar el animo del público. Un grupo que parece sacado de una película adolescente americana, con canciones a medio camino entre el pop y el folk que funcionan pero que al rato ya no recuerdas.
También tuvimos tiempo para ver a Los Chichos en los coches de choque y aún no sé si aquello me pareció una maravilla o un despropósito, si era un homenaje o una burla. Fuera lo que fuera, se llenó, el público bailó y los extranjeros no sabían qué estaba pasando. Una vez terminado el espectáculo nos dejamos caer por Miles Kane y fue una grata sorpresa, esperaba poco de su concierto pero me calló la boca a base de canciones, actitud y un buen directo.
He leído a gente decir que el concierto de The National fue aburrido y no consigo saber por qué. A Matt Berninger se le queda pequeño el escenario, contaba con la voz de Lisa Hannigan (menuda preciosidad) en su coro y tiene canciones capaces de golpearte en el pecho y la boca del estómago. Conectaron con una gran parte del público y por momentos se fundieron en uno, de forma metafórica y literal gracias Berninger y sus paseos entre la muchedumbre. Un concierto del que cuesta trabajo salir, tal y como le cuesta a Berninger soltar la cerveza.
The Smashing Pumpkins es uno de esos grupos que no contaba con ver nunca en directo, fueron la principal razón por la que decidí asistir al Mad Cool. Había oído hablar tan mal de sus directos que tenía las expectativas bastante bajas y ahora agradezco que así fuera porque creo que el concierto no me podría haber parecido mejor. No faltó ninguna de las canciones que quería escuchar, la voz de Billy Corgan estuvo más que a la altura y el público estuvo volcado con el grupo. Un concierto con el que había soñado durante años y que se hizo realidad.
Vetusta Morla demostraron, como ya es habitual, que en este país no hay ningún grupo capaz de hacerles sombra en directo. Estuve en su concierto hasta que se acercó la hora de Wolfmother pero durante el rato que vi lo dejaron claro una vez más. Cuando llegué a Wolfmofher ya había empezado y no pude hacer otra cosa que abrirme hueco entre el público porque un concierto de ellos no se disfruta igual sin el calor de la gente. Otro gran concierto para terminar la noche en el que Andrew Stockdale me hizo pensar por qué su grupo no había llegado aún más lejos, lo tenían todo para dar el gran salto pero aún no lo han logrado.
SÁBADO
Al igual que comentábamos con Sharon Van Etten, tener en tu cartel a Jorja Smith nos parece una gran apuesta por la calidad. Y el público pareció apreciarlo a juzgar por las miles de personas que se acercaron a verla a pesar del sol que caía. Derrocha clase e impone verla sobre el escenario. Su voz es suficiente para llenarlo pero si encima se rodea de una gran banda como la que le acompaña, propuesta de lujo para empezar el último día del festival. Una pena no haber llegado a tiempo par Bear’s Den.
Gossip, con el carisma de Beth Ditto al frente, animaron a un público que aún estaba apagado en estas primeras horas de festival. No es una propuesta que vaya conmigo por lo que preferí acercarme a la carpa al concierto de The Twilight Sad. Había oído hablar muy bien de ellos y no quería perder la oportunidad de verlos por primera vez en directo. Recuerdan a muchos grupos pero al mismo tiempo suenan a algo distinto, en parte gracias a su líder James Graham. Se convirtieron en uno de mis conciertos favoritos del festival.
El solape entre Mogwai y Prophets of Rage fue de los que duelen pero me acabé decantando por los segundos por no haberlos visto nunca. Fue una descarga de rabia, de ira y de fuerza, fue una comunión puño en alto entre miles de personas que no tenían nada que ver entre ellas. Vi a gente de todo tipo metida en los pogos, disfrutando y ayudándose unos otros cuando se caían. Por un momento pensé que aquello era una buena metáfora de cómo deberían ser las cosas. Acabé cojeando, con algún moratón y con la sensación de haber visto algo grande.
Las dos horas y media de The Cure se me hacían algo largos a priori, por lo que acabé dando la oportunidad a Yonaka. A medio camino entre Paramore y Biffy Clyro, el grupo liderado por Theresa Jarvis fue otra de las sorpresas de esta edición del festival.
Cuando llegué a The Cure empezó a sonar «Just like Heaven» y allí me quedé hasta que terminó el concierto. Si os soy sincero se me hizo algo largo, simplemente porque era largo no porque ellos no ofrecieran un concierto que cualquier fan habría firmado antes de que comenzara. La voz de Robert Smith sigue siendo la voz de Robert Smith y el resto de la banda dio una lección magistral de música en directo. Si a todo eso le sumas una última tanda de canciones con muchos de sus éxitos, el éxtasis fue colectivo.
El último concierto del festival fue el de Greta Van Fleet y dudo que hubiera habido una mejor de despedirse de esta edición. Lo que allí vimos es difícil de explicar. Lo que más se repetía eran los codazos y las miradas entre el público diciéndose «¿Estás viendo lo mismo que yo?». Son unos chavales de apenas veinte años y parece que llevan toda la vida sobre un escenario. Les queda mucho camino por delante pero si ahora son capaces de dejar con la boca abierta a prácticamente todo un festival, me muero por ver de lo que serán capaz dentro de unos años. Esperamos que no acaben perdiéndose en el camino.
Fotos: Mad Cool Festival
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