«A veces la persona que nadie imagina capaz de nada es la que hace cosas que nadie imagina”; esta cita, extraída del film The Imitation Game (Morten Tyldum, 2014), puede ser perfectamente aplicada a la figura de Scott Lang, un perdedor ladrón que cumple condena y cuya mayor penitencia ha sido echar a perder su matrimonio y su imagen a ojos de su hija. Scott tras dejar la cárcel piensa que no existe la posibilidad de redención para la gente como él; pero esa opción aparece de la nada para transformarle en un héroe que se empequeñece para, a su vez, convertirse en un gigante a ojos de su hija; en el héroe que ella ya sabía que era.
Un camino errado y la oportunidad de redención son dos características que también han marcado el rodaje de esta película, que en un comienzo, con el abandono del capitán del barco, Edgar Wright, y las continuas reescrituras del guión, nos hacía temer el primer batacazo de la factoría. Marvel, por suerte, no falla y nos entrega, al igual que el año pasado con Guardianes de la Galaxia, una película refrescante, diferente y buen rollista, que tan bien sientan por estas fechas en la taquilla y que tan poco gustan en la competencia.
La película podríamos definirla como una suerte del primer Iron Man, mezclado con una película de atracos al estilo de Ocean´s Eleven y Cariño, he encogido a los niños. El primer acto funciona a la perfección tanto en la presentación de personajes como en el desarrollo de la trama, todo ello salpicado con toques de humor y drama que ayudan a comprender la situación de los personajes y la relación de Scott con su hija. También ayuda mucho ver a actores como Paul Rudd, totalmente entregado a la causa y en un papel hecho a su medida, o la sobriedad que siempre aporta Michael Douglas, una de las sorpresas imprescindibles de la cinta. Una pena que Michael Peña, aunque gracioso, acabe resultando cargante y con todos los estereotipos y clichés habidos y por haber del típico personaje latino graciosete.
En el segundo acto la forma de narrar el descubrimiento de los poderes, sus efectos y las reacciones del protagonista, posiblemente sea de la mejor manera que Marvel nos lo ha contado hasta el momento en cualquiera de sus películas. Pasada esta parte, la película aboga por un ritmo más lento, que no pesado, al dar prioridad a los diálogos y desarrollo de los personajes en vez de a la acción o por tener una deficiente variedad de escenarios.
Una vez que se lleva a cabo el plan del robo y se acerca el clímax final comienza lo mejor de la cinta, en lo que es un alarde de acción rodada con ingenio e inventiva minimalista, pero espectacular, donde los fuegos de artificio y explosiones son sustituidos por un alargado duelo con Chaqueta Amarilla en el que prima la originalidad y el sentido del humor (en ocasiones demasiado surrealista).
Acostumbrados a las hormonadas películas actuales de superhéroes donde se enfrentan a legiones de extraterrestres o destruyen ciudades enteras, Ant-Man y su película podrá parecer a muchos una pequeña partícula de polvo en medio de los escombros. Un servidor se considera del segundo grupo: Marvel nos ofrece la película más arriesgada, original, atrevida y cómica desde el primer Iron Man; un descanso placentero antes del caos de Civil War, que al final de la proyección deja la sensación de que podría ser más divertida de lo que realmente es.
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