Cada estilo tiene su nicho, y es bueno que existan diferentes escenas, públicos y conciertos en una ciudad. Hay géneros que abundan, los hay que sobran, los hay que están en decadencia y al revés. Hay géneros con un público fiel. Como el Heavy Metal. La Sala REM está apostando fuerte por no dejar fuera a ningún género, con los pros y los contras que esto conlleva. Para mí son siempre muchos más pros, y algo positivo esta variedad. La banda Ángelus Apátrida el pasado sábado, hizo un boquete de gran diámetro en el centro de Murcia. Y eso que les faltó alguna por tocar. Pero lo que está claro, es que los rumores sobre sus directos, no son precisamente exageraciones.
Unas horas antes de que empezasen, los primeros teloneros ya llevaban unos minutos tocando cuando entro en el local. Una banda tributo a Iron Maiden. Que muchos diréis, pues vaya bajón, pero la cosa es que montaron un buen espectáculo. El cantante, que imitaba bastante bien la voz de Bruce Dickinson, se marcó varias expediciones por encima de las barras y casi pega un buen costalazo al bajarse de una. Tocan los clásicos y ya está. Suenan decentemente. Me gustó como calentamiento. La sala empieza a llenarse y hay público de casi toda edad. Los Apátrida, en alguna entrevista admiten que uno de los grupos que más han escuchado y que más les han influido son, precisamente, Iron Maiden.
Tras un cambio, los autóctonos Iron Curtain hacen una prueba veloz y empiezan. Fueron ganadores el año que el Creajoven trajo a Turisas. Pronto sacarán nuevo disco. Tocan poco rato y están algo acelerados. Alguna vez se pasan de frenada o derrapan. Lo suyo es quemar rueda. Suenan como si Motorhead se hubiesen pasado de rosca en una competición de beber redbulls y café. El acento murciano del inglés del cantante es enrevesado. Pero al menos presenta el nombre de cada tema. Son algo diésel y hasta las tres últimas no se asientan bien en el escenario. Jaguares, forajidos, puños de cuero negro y demás parafernalia de rock muy duro.
La gente sale a fumar. Dentro, el cuarteto de Albacete pone su material en orden. En cuanto hacen una prueba me coloco junto a la barra. Hay que pillar sitio privilegiado. Como sabréis, las barras de este local son metálicas y la punta que da al escenario es algo punzante. Así que me dedico a observar por delante de mí, a la gente que va de paseo al mingitorio. A lo largo de las canciones llego a contabilizar varias cornadas por asta de barra.
Las dos primeras son como un balonazo de Juninho Pernabucano en la cara. Como una estampida. Cuando paran en la tercera, cogen aire, y avisan: “vamos a rebajar el ritmo que esto va muy rápido”. Según el cantante, apodado Paco por un par de individuos, o Polako para otro grupo, tienen canciones rápidas, rapiditas y más rápidas aún. A simple vista hay para elegir. Guillermo Izquierdo tiene un registro vocal amplio (dentro del metal), hace melodías y gritos, y casi no hay coros de sus compañeros. Hace gestos de rabia, hace muecas a los de las primeras filas y pone caras de éxtasis, sacando los ojos de sus órbitas. Como estuvo un tiempo viviendo aquí, pone nuestro acento, aunque con dejes manchegos. También dice que hay que beber más Estrella Levante. Se le nota a gusto y los del centro se ponen a hacer círculos en el pogo si necesidad de que lo pida. Hay conexión. Algunos estribillos son berreados por el público a coro, y a los músicos les mola. Hay un equipo que se dedica a intentar beber minis, tercios y cañas mientras están dándose tortazos amigablemente. Equilibristas del metal.
Los solos, frenéticos, se los reparten el frontman y David, a su izquierda. Tanto ellos dos, como el bajista Jose llevan la misma marca de guitarra. Al fondo, sepultado por una masa de tambores y platillos estará Víctor, pero no le veo apenas. En “Give Em War” se lía pardísima. Entre la columna del centro y los instrumentos se monta la tercera mundial. Lo mejor es cuando alguien vuelca y se tiran un montón a levantarle.
De repente, a eso de las 02:20 el cantante flipa. Le dicen con el gesto de las tijeras que tienen que acabar. No da crédito pero tocan un par más. Avisan de la situación y de que hay que parar aunque tengan 5 canciones más. Está indignado y dice que nunca les ha ocurrido eso. Hombre, llevando desde el 2000 tocando, alguna vez os habrá pasado.
Abruptamente, tocan deprisa y sin ganas “You ‘re next”. Dicen que no van a seguir así y se marchan ante la incredulidad del público. La gente se queja un poco, pero no hay nada que hacer. El horario se ha estirado y a lo mejor eran demasiados grupos. Quizás se podría haber empezado antes o haberse organizado mejor. Pero sin duda, todos coincidiremos unánimemente que estos manchegos tienen un espectáculo a la altura de muy pocos.
Mario L. Amigo
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