Entradas agotadas desde hace días, colas desde primera hora de la tarde, la sala hasta arriba. Parece que hablo de las últimas visitas de Love of Lesbian a Murcia, pero no. El sábado por la noche en Garaje Beat Club el protagonista era Andrés Suárez. No es la primera vez que pasa por aquí pero sí la primera que pisaba esta sala. Todos los que escuchan a cantautores y van a conciertos en Murcia saben que un cantautor tiene que pasar muchas veces por Ítaca, La Puerta Falsa o Café de Alba antes de dar el gran salto. Y ese es el camino que ha seguido el gallego. He perdido la cuenta de las veces que ha visitado Murcia, pero la noche del sábado era especial.
Su propia cara al subir al escenario y ver toda la gente que tenía delante lo delató. Reconoció que estaba nervioso, que estaba alucinando por ver un concierto suyo en una sala como Garaje agotando entradas días antes -recordemos que es la sala con mayor aforo de la ciudad tras la Gamma-, que no sabía qué pasaba en Murcia pero que ya se había convertido en un lugar especial en sus giras.
Reconozco que nunca me había parado a escuchar más de 3 o 4 canciones suyas, razón por la que no debéis esperar que hable de qué cantó o que no cantó. Conocí a Andrés Suárez por sus versiones de Extremoduro y es que para versionar a Extremoduro sin que sus fans te acaben odiando no es fácil. Fran Perea lo sabe bien. Me habían hablado muchas veces de su directo así que me decidí a ir. Sin embargo, seguía escéptico.
Decir que nueve de cada diez asistentes eran mujeres no sería exagerar. Durante los minutos antes del comienzo uno tenía la sensación de estar rodeado de grupis. Mis esperanzas en el concierto seguían bajas pero había que darle una oportunidad. Andrés Suárez saltó al escenario y los gritos de las féminas estuvieron cerca de perforarme un tímpano. Pero comenzó a cantar y todo cambió.
Encima del escenario solo había un par de micros. Andrés Suárez y su guitarra frente a 600 personas. Y tras la primera canción ya se había metido a todos en el bolsillo. Hasta a mí. En un momento del concierto bromeó con el ego del cantautor y sobre que el escenario se le quedaba pequeño. La gente rió pero podría haber dado el concierto ante el doble de personas y hubiera conseguido golpear a todos. Golpear con gritos llenos de rabia, ganchos directos al estómago, al pecho y en plena cara. Golpes que se repetían a lo largo de sus canciones.
Mientras él se comía el escenario tú comenzabas a comerte la cabeza. Mientras escuchabas sus letras era imposible no acordarse de la tía que te destrozó, de la que te recompuso, de la que nunca llegaste siquiera a rozar. Pero cuando parecía que solo te quedaba llorar y regodearte en tus penas la canción terminaba y empezabas a reír con los comentarios, anécdotas y bromas de Suárez.
Cuando parecía que el público ya no podía estar más emocionado apareció Diego Cantero, Funambulista, y se desató la euforia. Más que amigos, son hermanos, como ellos dijeron, y el buen rollo entre ellos saltaba del escenario y llenaba la sala. Y si encima versionan Extremoduro os podéis imaginar, hasta yo acabé cantando a gritos.
Hubo lágrimas, risas y suspiros. También muchos gritos de “guapo”, “tío bueno” y “suéltate el pelo”, incluso cuando dedicó una canción a todas esas “cazautores” que están más interesadas en la entrepierna de sus cantantes favoritos que en sus canciones, algo que me descolocó un poco. Seguramente las que gritaban no estaban escuchando la letra.
No podría poner nota a este concierto, solo decir que estuve cerca de no ir y cuando terminó el concierto y salí por la puerta lo primero que solté fue un “menudo conciertazo se ha marcado”.
Puedes ver todas las fotos del concierto aquí.
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Sobre todo de golpes, ¿eh, Andrés? Puto asco…