El 9 de enero se cumplen 20 años del estreno de Titanic en España. Ríos de tinta se han vertido estos meses con motivo del 20 aniversario de una de las películas más grandes de todos los tiempos. Y es que Titanic fue un fenómeno sin precedentes que marcó un antes y un después para toda una generación. Y el 90% de su éxito y de su calidad artística y técnica se debe únicamente a una persona, su director, James Cameron. Megalómano, perfeccionista, empecinado, feminista, visionario, colérico, tirano, ilustrador, guionista y narrador absoluto. Un director que tiene algo de lo que no todos pueden presumir: una filmografía perfecta. Su forma de rodar, como si cada plano fuese el último, y un dominio del lenguaje cinematográfico extraordinario hacen que sus películas apenas tengan puntos débiles y sean rotundos éxitos de crítica y público.
Si bien es cierto que no todas sus propuestas han sido recibidas por la crítica con el mismo entusiasmo, ninguna de ellas (salvo su ópera prima, de la que luego hablaremos) ha cosechado críticas negativas. Y es que, si hay un término que puede aplicarse a la filmografía de James Cameron es, sin duda, calidad.
Cameron nació en Ontario en 1954 y desde pequeño mostraba sensibilidad por el cine. Cuando vio 2001. Una odisea del espacio quedó obsesionado y pasaba largas horas en la biblioteca leyendo guiones. Comenzó a estudiar física en la Universidad de California, pero pronto esa pasión que tenía desde niño le llevó a abandonar los estudios y dedicarse al mundo del cine. Los comienzos no fueron fáciles y ejerció de camionero y conductor de autobuses escolares mientras que por las noches escribía sus guiones y hacía sus propios storyboards.
En 1978 escribió y dirigió su primer corto, titulado Xenogénesis; 12 minutos que ya dejaban entrever el discurso narrativo que, posteriormente, caracterizaría la filmografía de Cameron y que le abrieron algunas puertas en la industria como director de arte y supervisor de efectos especiales para la New World Pictures, productora del mítico Roger Corman. Su primera oportunidad para dirigir un largometraje se presentó precisamente en el seno de esa productora. En 1981 le propusieron dirigir el título de serie B Piraña 2: Los vampiros del mar, secuela de una cinta dirigida por Joe Dante y que gozó de cierto éxito. Sin embargo esta secuela fue un fracaso estrepitoso donde Cameron básicamente fue un mercenario contratado que tenía que ceder constantemente a los designios del productor Ovidio G Assonitis. Una propuesta bastante pobre en la que el director apenas tomó ninguna decisión y que sirvió, únicamente, para que Cameron tomara contacto con la profesión y aprender lo que no quería volver a experimentar en un rodaje. Las desavenencias con el productor le llevaron a tomar la decisión de que no dirigiría un material ajeno nunca más, y así, en 1984, asociado a la productora Gale Anne Hurd, consiguió la financiación y distribución necesaria para una modesta propuesta de ciencia ficción con tintes neo-noir y futuristas titulada Terminator. El resto, es historia.
Porque la historia de James Cameron es una historia plagada de éxitos de crítica, recaudaciones desorbitadas, tres Oscar, la cinta más taquillera de todos los tiempos y la película más oscarizada del mundo. Una historia con robots, alienígenas, abismos, mentiras, trasatlánticos y avatares. Una historia más grande que la vida que convierte a Cameron (por derecho propio) en el rey del mundo.
TERMINATOR (1984): Sangre y cromo
Tras la experiencia de trabajar en la mediocre Piraña 2: Los vampiros del mar, Cameron se alió con la productora Gale Anne Hurd (con quien acabó casándose, por cierto) para producir la que de verdad supondría su ópera prima. Una cinta de ciencia ficción con influencia del cine noir y la estética punk de los ochenta. Una pesadilla de estructura lineal y (casi) a tiempo real protagonizada por Linda Hamilton y un europeo desconocido que venía del mundo del culturismo llamado Arnold Schwarzenegger (que justo acababa de estrenar Conan el bárbaro), y que acabó componiendo un personaje que es Historia del cine.
En el año 2029, los humanos se enfrenta a una guerra contra las máquinas y la inteligencia artificial liderados por John Connor. Las máquinas enviarán a un Terminator, un ciberorganismo letal, al pasado para matar a la madre de John, Sarah. Si evitan el nacimiento de Connor, podrán ganar la batalla. A la misma vez, los humanos, enviarán a un soldado llamado Kyle Reese para proteger a Sarah y evitar el triunfo de las máquinas. Utilizando con un dominio aplastante todos los medios de los que disponía y con una estructuración del relato y optimización de recursos apabullante, la película se convierte por méritos propios en todo un hito de la ciencia ficción. Además, Cameron mostró unas dotes para la dirección indiscutibles. Una atmósfera deprimente y un manejo absoluto en las escenas de acción, hicieron el resto.
La crítica recibió esta cinta con tintes de serie B de forma muy positiva (con un 83 en Metacritic) y que acabó recaudando 80 millones de dólares mundiales, con un presupuesto de siete. El primer gran éxito para Cameron y que sería el primero de muchos, porque, la frase que pronuncia el Terminator en la película, también es una declaración de intenciones del propio Cameron: «Volveré».
ALIENS. EL REGRESO (1986): Dios salve la Reina
El éxito de crítica y de público de Terminator propició que Cameron fuese un nombre que resonara en los despachos de los estudios en Hollywood. Cuenta la leyenda que cuando le presentó a los ejecutivos de la Fox su idea para la continuación de Alien. El octavo pasajero, escribió la palabra ‘ALIEN’ en una pizarra, le añadió una ‘S‘ y, bajo la mirada perpleja de todos, le hizo la raya del dólar: ALIEN$. Ovación.
Rodar la secuela de una de las grandes obras maestras del cine no era una tarea fácil que echarse sobre los hombros. Pero Cameron, que siempre ha demostrado un talento sobrehumano, supo lo que tenía que hacer desde el primer momento. No se iba a limitar a rodar una continuación al uso, sino que impregnó a la secuela de profundidad y ramificaciones narrativas, cogiendo lo que mejor funcionaba de la original y llevándolo un paso más allá en su evolución lógica. Además, por el camino, terminó de definir a la teniente Ripley como uno de los mejores personajes del cine de acción, dotándola de un conflicto interno y una riqueza pocas veces vistas en el cine de género. Sigourney Weaver acabó siendo finalista al Oscar a la Mejor Actriz por mérito propio. Un conflicto profundo que sirve como eje y anclaje emocional de todo lo que sucederá en el filme. Una cinta portentosa en todos sus aspectos que no sólo ha envejecido bien, sino que se ha convertido ya en un clásico y en una de las películas imprescindibles de todos los tiempos.
La crítica se rindió ante la propuesta de Cameron con un 86 en Metacritic y siete nominaciones a los Oscar, de los cuales ganó dos: Mejores Efectos Visuales y Mejor Montaje de Sonido. Además, el público la encumbró con 131 millones de dólares mundiales. Una de las mejores secuelas jamás rodadas y la vara de medir a la hora de enfrentarse a segundas partes. Porque sólo James Cameron era capaz de rodar una segunda parte a la altura.
ABYSS (1989): El misterio de las profundidades
Probablemente, la película más infravalorada de toda la filmografía de James Cameron y, a la vez, una de las más completas cuando se aprecia en todo su esplendor en el montaje de la edición especial. El rodaje fue tan extremo y las tensiones entre los actores y el director tan grandes que Ed Harris y Mary Elisabeth Mastrantonio, sus protagonistas, se niegan a hablar de sus experiencias en el rodaje. Cuenta la leyenda que Harris acabó a puñetazo limpio con Cameron, agrandando así el mito de que James Cameron es un director tiránico.
La historia gira en torno a un grupo de científicos de una petrolera que son contratados por el ejército para recuperar un submarino nuclear que ha quedado atrapado al borde de una enorme grieta abisal en circunstancias desconocidas. Pronto se darán cuenta de que no están solos allí abajo, lo que les llevará hasta un desenlace sorprendente y antibelicista. La película maneja la tensión narrativa llevándola hasta el extremo, así como un uso del sonido y el montaje que roza lo prodigioso por momentos, convirtiéndola en una de las más grandes proezas de dirección que nos ha regalado Cameron. En su día, se estrenó en cines con un montaje acortado por deseo expreso del director para no estrenar una película de tres horas (algo que en aquella época era un riesgo comercial). Esto hizo que la película no se entendiera del todo y la secuencia en la que se nos presentan los seres submarinos quede abrupta en su resolución. Afortunadamente, la edición especial corrige ese error, dejándonos ver Abyss tal y como la concibió Cameron. Una obra mucho más coherente y cohesionada de lo que pudimos ver en salas.
La crítica la recibió de forma tibia y el público no acompañó. Con 90 millones de dólares mundiales sobre un presupuesto de 70, la cinta fue un fracaso para Fox. La Academia le otorgó el Oscar a los Mejores Efectos Especiales (como para no hacerlo, con la revolución tecnológica que supuso la película a nivel de imágenes digitales por ordenador). Abbys siempre será recordada como una rara avis (¿Pilláis el juego de palabras?) en la filmografía de Cameron, que, sin embargo, contiene todos y cada uno de los temas comunes y presentes en su obra y, sin duda, una precursora de lo que 20 años después supondría Avatar.
TERMINATOR 2. EL JUICIO FINAL (1991): No problemo
Dijo que volvería y ¡vaya si volvió! Por la puerta grande además, ya que Terminator 2 es, a la misma vez, secuela y remake de la original. Una secuela hipervitaminada que es Alfa y Omega en sí misma. Un portento a nivel visual y técnico y con unos efectos visuales generados por ordenador que eran una evolución de los de Abyss y que fueron el paso anterior a lo que acabaría culminando en Parque Jurásico dos años después. La imagen de ese hombre de metal líquido saliendo de un incendio aún permanece en las retinas de muchos espectadores.
La historia continúa años después donde la dejó la original, cuando un joven John Connor, futuro líder de la resistencia contra las máquinas, rescatará a su madre, Sarah, del psiquiátrico en el que se encuentra con la ayuda de un Terminator con el rostro de Schwarzenegger, que ha sido enviado para protegerlos de las garras del T-1000, una aleación de metal líquido capaz de mimetizar lo que toca y que quiere destruir a Connor a toda costa para asegurarse el triunfo de las máquinas en la futura guerra; guerra, que nuestros protagonistas tratarán de impedir. Un argumento que juega con las paradojas temporales con una facilidad aplastante y que volvió a demostrar que Cameron sabe rodar escenas de acción con un pulso y un sentido del ritmo, la planificación y la geografía del plano como nadie sabe hacerlo.
Las críticas fueron bastante positivas y la taquilla reventó al recaudar más de 500 millones de dólares mundiales y convertirse con facilidad en la cinta más taquillera de su año. La película fue galardonada con cuatro Oscar por su maquillaje, sus efectos visuales, sonoros y por la edición del sonido, y fue todo un impacto en la cultura popular, cuyas frases siguen siendo míticas a día de hoy.
MENTIRAS ARRIESGADAS (1994): La espía que me amó
Tras cuatro películas a sus espaldas enmarcadas en el género de la ciencia ficción y una ópera prima de terror de serie B, había llegado la hora de que Cameron explorara nuevos terrenos. Y, para ello, eligió hacer un remake de la cinta francesa de acción Dos espías en mi cama (1991). Un remake más grande, más largo y sin cortes. Para ello volvió a contar con Schwarzenegger en el papel protagonista y le regaló a Jamie Lee Curtis el mejor papel de su carrera y, a la par, el mejor de la filmografía de Cameron: Helen Tasker.
Harry Tasker (Schwarzenegger) es un aburrido padre de familia que vivía junto a su mujer, Helen, y sus hijos en un típico barrio residencial; aunque la realidad es bien distinta. Harry es un agente secreto de la organización Omega, una agencia que lucha contra el terrorismo. El enredo comenzará cuando Helen acabe reclutada por su propio marido en un loco plan por salvar su matrimonio y en el que acabaría descubriendo la verdad. Una película feminista hasta la médula y una consecución de escenas que oscilan entre lo descacharrante y lo trepidante con una protagonista en estado de gracia y con un dominio del timing cómico impresionante.
Sin ser un rotundo éxito de taquilla, la película recaudó cerca de 400 millones de dólares sobre un presupuesto de 115. La crítica la recibió de forma tibia y, si bien es cierto que es la cinta menos redonda de su director, sin duda nos encontramos ante su propuesta más clasicista, tanto por narrativa como por la forma de rodar, y en la que ha demostrado una mejor dirección de actores. Una joya a reivindicar llena de humor y acción que ganó merecidamente el Globo de Oro a la Mejor Actriz. ¿Qué más se puede pedir?
TITANIC (1997): El corazón del mar
¿Qué decir del fenómeno cinematográfico más grande de todos los tiempos que no se haya dicho ya? Titanic fue la última gran película del s.XX como tal. A partir de entonces y propiciado por la llegada de internet, el consumo cinematográfico cambió radicalmente y, con ello, la vida de las películas y la forma en la que el público se acerca a ellas; porque, seamos sinceros, internet ha fomentado el individualismo en el cine y ha matado la experiencia colectiva.
La cinta nos cuenta la historia del famoso hundimiento del trasatlántico a través de los ojos de dos adolescentes de diferentes clases sociales que se enamoran en el peor momento posible. Un canto feminista a la liberación de la mujer y una crítica más mordaz de lo que puede parecer a simple vista al statu quo de la sociedad de principios del s.XX. Con un virtuosismo casi celestial, Cameron rueda cada plano de la película como si fuera el último, apoyándose en un montaje perfecto y una dirección artística y de producción que pocas veces han podido igualarse. Un rodaje complicado que la convirtieron en la película más cara hasta la fecha y que, con atrasos en la fecha de estreno, vaticinaban un fracaso estrepitoso en la línea de Waterworld. Afortunadamente, este barco sí llegó a buen puerto.
Cameron supo aglutinar todos los elementos que funcionaron a lo largo de los 100 años de cine hasta la fecha y consiguió combinarlos de manera que todo el mundo cayera rendido ante Titanic. El fenómeno fue algo que, 20 años después, no se ha repetido. Colas kilométricas, portadas de revistas, noticias en los telediarios, el beneplácito de la crítica, convertirse en la película más taquillera de todos los tiempos con 2.187 millones de dólares mundiales y 11 Oscar (la película más oscarizada de la historia junto a Ben-Hur y El señor de los anillos: El retorno del rey). A día de hoy, Titanic sigue siendo una de las más grandes películas que Hollywood haya rodado jamás. Y quien no lo quiera reconocer es libre de seguir viviendo en la mentira.
AVATAR (2009): La armonía interior
Y se acabó. La obra magna. La cinta más taquillera de todos los tiempos. El mayor desafío técnico jamás rodado. La película más ambiciosa. Todos y cada uno de los proyectos abordados por James Cameron en 30 años de carrera hasta la fecha confluyen en Avatar, uno de los mayores hitos cinematográficos. Una experiencia envolvente y un guion que funciona como un reloj suizo.
Jake Sully, veterano paralítico, es reclutado por el ejército para sustituir a su difunto hermano en el proyecto Avatar para la colonización del planeta Pandora. Pronto entablará contacto con las civilización de nativos del plantea, llamados Na’vi, introduciéndose más y más en su cultura y enamorándose de la hija de su líder mientras se debate entre cumplir órdenes y aniquilarlos o ser fiel a sí mismo y al mundo nuevo que acaba de descubrir. Con un sentido del espectáculo pocas veces visto en una pantalla de cine, Avatar es mucho más que una cinta de acción y ciencia ficción; es un canto a la vida, al equilibrio con la naturaleza y a la fraternidad.
Con la crítica rendida ante la película y 2.800 millones de dólares, desbancando a Titanic del primer puesto de cinta más taquillera, Avatar supone la culminación de un creador. La obra maestra hacia la que ha dirigido todo su trabajo. Tal es el amor de Cameron por la historia y el mundo de Avatar que hay cuatro secuelas programadas hasta 2025. Dos de ellas en rodaje actualmente y con fecha de estreno en 2020 y 2021, respectivamente. Mucho tiene que contarnos Cameron sobre Pandora todavía. Y creedme, si tiene cuatro películas más en la recamara, es porque son necesarias. Si algo caracteriza al cine de Cameron, aparte de su profesionalidad, es que nunca, nada, es gratuito o banal. Y así es como un director se hace inmortal.
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