El otro día leí una frase que hoy me viene como anillo al dedo: “Hay veces en las que tú eres quien coge un libro y veces en las que el libro te coge a ti”. Es ni más ni menos que lo que me ocurrió con Canciones de amor y de lluvia (Anagrama, 2014) una tarde en la librería. Leo más novela que otra cosa e intento ceñirme a las mil y una listas que voy haciendo a diario para no caer en la tentación de comprar libros a diestro y siniestro. Sin embargo, paseando mis manos por las estanterías, un libro delicadamente fino saltó hacia mí y me obligó a llevarlo a casa tan sólo por su título: Canciones de amor y de lluvia. No conocía al autor. No lo abrí. Ni siquiera leí la contraportada. ¿Para qué?
Tan sólo con leer la primera página supe que mi impulso adolescente no había sido en vano. Su declaración de intenciones me dijo algo que yo ya venía mascullando desde hace tiempo: “Las mejores cartas de amor las escriben los que no están enamorados”. Santiago Rusiñol (Máximas y malos pensamientos). Chitón. Y sigo leyendo. ¿Cuál es mi sorpresa? No se trata de una novela sino de un conjunto de cuentos.
Es tan difícil escribir cuentos redondos, de esos que te dejen con la boca abierta de fascinación, de esos que quieras leer una y otra vez, que suelo tener algo de miedo a este tipo de escritura breve. Por eso, Sergi Pàmies (1960) ha sido para mí un grandísimo descubrimiento. Sabe, sin duda, cuál es el ingrediente secreto para elaborar el cuento perfecto, aquel que deja poso en la taza para leer un futuro lleno de pequeñas grandes historias.
El gusto por la palabra exacta en la frase correcta del párrafo indicado, la sutileza del detalle, el inequívoco valor de la cotidianeidad en el cómputo final de cada uno de nosotros, y un finísimo sentido del humor que se cuela por las rendijas del dolor, la melancolía, el amor y la nostalgia son sólo algunas de las herramientas de las que Pàmies se sirve para construir unos cuentos frescos, actuales, tiernos y deliciosos en los que te apetece quedarte a vivir.
“Tengo una teoría: si te enamoras bajo la lluvia el amor dura más que si luce el sol”. “Que no llorara al nacer fue el primer indicio de una voluntad –entonces sólo embrionaria- de pasar desapercibido”. “En el comedor y en voz baja, los dos hermanos extraterrestres hablan de su madre, que duerme en la habitación contigua”. “La madre de Eva tiene una buena razón para no saber quién es el padre de su hija”. “Llevo una lápida en el maletero del coche”. “No es justo que pueda donar mi cuerpo a la ciencia y no a las letras”.
Estas son solo algunas de las primeras frases de los cuentos que aparecen en Canciones de amor y de lluvia. Tienen un poder de atracción espectacular y con ellas el autor ya lleva medio cielo ganado. Se trata solo de los principios, ¿te imaginas cómo terminan? No lo intentes, siempre acabarás sorprendiéndote. Eso es lo mágico de los cuentos. Y estos, además, te dejarán escuchar el repiqueteo de la lluvia y del amor en tus ventanas. No hay ecuación más perfecta.
Ilustración por Pablo Sandoval
2 Comments
[…] La vieja lápida está en el maletero porque Sergi Pàmies no puede desprenderse de ella. En la nueva, aparecen los nombres de su padre y su tío Joaquín, que descansan por fin junto al hermano mayor, muerto demasiado pronto. “Hablar de mi genealogía familiar me parecía innecesario y redundante. Hasta que, cuando tuve que ocuparme de la lápida que finalmente reunía a los tres hermanos, me di cuenta de que escribir sobre este nicho no era ninguna responsabilidad heredada sino una necesidad”. Y al hacerlo, Pàmies nos regala uno de los mejores relatos que he leído. […]
Con tu permiso, Araceli, invito a tus lectores a escuchar mi lectura de ‘Primera canción’ http://despuesdelhipopotamo.com/2014/05/28/canciones-de-amor-y-de-lluvia/ Muchas gracias.