Que levante la mano ahora mismo quien no haya postureado al menos una vez en su vida. Aunque haya sido “sin querer”. No veo ninguna mano, así que sigo con mi llamada a todos los seres que gustan de posturear en cualquier situación, ya sea mostrando pedicuras en la arena o haciéndose selfies con el libro más bonito de la librería sin comprarlo después. En fin, que la vida real ahora tan invadida por las redes sociales ha acelerado esta ola de moderneo de la que ya no podemos (ni queremos) escapar.
Lo importante es que lo veamos, lo aceptemos y, luego, nos riamos a carcajada limpia. Eso es lo que ha conseguido la ya mítica Moderna de Pueblo, esa rubia de cómic que siempre lleva unas Ray-Ban ocultando sus ojos. Su álter ego es Raquel Córcoles, una joven de Reus que llegó a la capi dispuesta a comerse el mundo moderno y a enamorarnos con su hilarante mirada de colores.
Después de Soy de pueblo (Editores de Tebeos, 2011) y Los capullos no regalan flores (Lumen, 2013), nuestra moderna de pueblo favorita nos ofrece en Cooltureta (Lumen, 2014) un estudio de campo sobre las aventuras y desventuras del perfecto y, sobre todo, típico, modernete.
Como no podía ser de otro modo, el prota del cómic, perdón, de la novela gráfica, vive en un barrio bohemio que fácilmente reconocemos los que alguna vez hemos paseado por las calles de Malasaña: cafés-librerías, tiendas de música en la que solo hay vinilos, paraísos de moda vintage y una oferta cultural tan amplia como tus ganas de socializar con gente cool. Un catálogo de todos y cada uno de los prototipos de moderno: desde los que empezaron por aparentar y terminaron llevando el postureo a sus más altas cimas, hasta aquellos que siempre fueron unos nerds y por fin han encontrado su lugar en el mundo. Desde los cultos a los culturetas (si es que encuentras alguna diferencia entre ellos).
Todo ello cuidado hasta el ultimísimo detalle, ese que te hace reír porque lo reconoces en tu día a día: los títulos de libros que tenías que haber leído; películas documentales en la filmoteca que te aburren soberanamente pero que disfrutas como si de X-Men se tratase; fiestas en las que es imposible encontrar algún hetero soltero; fotos de Instagram que te acribillan haciéndote querer una vida que no tienes pero que tampoco existe; y la difícil hazaña de encontrar el verdadero amor en los tiempos del postureo.
Un gran sentido del humor y una fina ironía llenan las páginas de esta novelita gráfica que se engulle a la velocidad de la luz dejándote ganas de más. Menos mal que siempre nos quedará su página de Facebook para disfrutar de las divertídisimas ocurrencias de la Moderna. Sin lugar a dudas, un indispensable para todo amante (u odiante) de la vida moderna.
A posturear. He dicho.
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