Los vampiros están cabreados y claman venganza a lo Liam Neeson, pero esta vez su intención no es esclavizar a la humanidad o paliar su sed de sangre. Esta vez se lo han tomado por el lado de lo personal, y con razón. Como sigamos así un día cogerán un vuelo Transilvania-EEUU y empezarán a repartir varazos en plan «El Tío La Vara», para quitar la tontería que hay repartida por el mundo. ¿Qué es eso de que los vampiros se enamoran y se dan besos en plan «Vampires in love»?
Crepúsculo ha hecho mucho daño. Ahora los vampiros son metro-sexuales y modelos (como Jon Kortajarena pero con polvos de talco en la cara), van al instituto y se enamoran. Son los vampiros de la generación Súper Pop. Ya no dan miedo, ahora levantan pasiones y revientan la taquilla de medio mundo. Incluso se convierten en superhéroes al más puro estilo Marvel en Drácula: La Leyenda Jamás Contada o asaltan la televisión con sus idilios en Crónicas Vampíricas.
Cansado de las peripecias postapocalipticas de The Walking Dead (que solo me sirve como perfecto somnífero, puesto que se pasan toda la serie llorando, filosofando sobre la vida y metiendo más relleno que a un pavo en Navidad), decidí darle una oportunidad a esta serie porque me atraían los nombres que había detrás del proyecto, como Guillermo Del Toro o Carlton Cuse.
La serie parte de una premisa interesante. Un avión aparece «muerto» en la pista de aterrizaje, con todos los pasajeros en estado letárgico, lo que nadie sabe es que solo se trata del principio de un plan maestro que se lleva fraguando durante cientos de años. Está basada en una serie de novelas conocidas como La trilogía de la Oscuridad (Nocturna, Oscura y Eterna) escritas por Guillermo Del Toro y Chuck Hogan, que también ejercen como productores de la serie, y en el caso del primero se encarga de dirigir unos cuantos capítulos por temporada, por lo que se nota la impronta y estilo visual del realizador mexicano, recordando en ciertos momentos la serie a Blade 2, sobre todo por los vampiros que son ciertamente parecidos y en vez de colmillos utilizan una lengua con aguijón para alimentarse.
En el plano de los protagonistas humanos destacamos a Corey Stoll, que muchos conoceréis por su participación en la serie House of Cards, pero esta vez con una peluca seguramente prestada por Nicolas Cage. También debemos destacar a David Bradley, conocido por los fan de Harry Potter y a un rotundo Kevin Durand que con su sarcasmo, su mente fría y su brutalidad, se convierte en lo mejorcito de la serie. En el lado femenino y como compañera de Stoll tenemos a Mia Maestro, quizás más desconocida para el gran público.
Se trata de una serie cruda, intensa y entretenida, con las dosis justas de acción y gore; que sin ser perfecta, acierta en cosas que otras series de temática similar no acaban de explotar, como el tener un hilo narrativo solido (bueno, todo lo solido que puede ser en un producto de estas características), estableciendo tramas bien hilvanadas tanto en el grupo de los humanos como en el de los vampiros, o como el saber crear verdadera tensión en el espectador, sobre todo al principio, que no sabe a qué amenaza se enfrentan los protagonistas. Es un perfecto entretenimiento que hace que volvamos a sentir respeto por los vampiros y vuelvan a provocar terror (la escena de la bañera con la niña o el asedio a la gasolinera son magistrales).
Como ejemplo, y esto es verídico, el otro día recomendándole a una persona la serie me dijo:
-Es que no sé si me va a gustar, estos vampiros son muy feos.
-Claro que sí, mucho mejor Crepúsculo, donde va a parar…
Sin palabras. ¿Escucháis? Es Bram Stoker revolviéndose en su tumba.
PD: Gracias Guillermo.
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