Remontémonos al mes de mayo de 2011, Izal actuaba en Ítaca. Ahora estamos en noviembre de 2012, Izal viene como telonero de Second a 12&Medio. Un año después, abril de 2013, Izal junto a Cyan llenan esa misma sala. Avanzamos unos meses más, noviembre de 2013, Izal agota entradas dos noches seguidas en Sala B. Enero de 2015, hace un par de noches Izal agotó las 1.700 localidades del Auditorio Víctor Villegas de Murcia.
Con este repaso a las visitas de Izal a Murcia (festivales aparte) lo que vengo a decir es que lo de Izal es más que un pelotazo veraniego, hace ya casi cuatro años de aquel concierto en Ítaca en el que me puedo imaginar cuantas personas asistieron. Lo que no me puedo imaginar es lo que debieron sentir cuando saltaron al escenario del Víctor Villegas y vieron lo que tenían delante: un auditorio completamente lleno, con entradas agotadas días antes. Un público que estaba más cerca de los treinta que de los veinte. Lo menciono porque me esperaba un público bastante distinto al que me encontré.
Pero decir que el auditorio estaba lleno es quedarse corto, lo que me impactó no fue eso (aunque agotar entradas ahí no lo hace cualquiera). Lo que me impactó de verdad fue la actitud del público quien parecía llevar esperando ese concierto media vida. Debo confesar que me daba pereza ir, pereza provocada por ese efecto causado cuando escuchas a un grupo en todos lados, pero tenía curiosidad por saber cómo iba a ser, por volver a ver el grupo fuera de un festival.
No habían pasado treinta segundos del primer acorde y ya no quedaba nadie sentado. Coreando ya llevaban desde antes de que el grupo saltara al escenario. Decir que el público estaba entregado sería como decir que la cabeza medio rapada no le quedaba tan mal a Mikel, vamos, sería quedarse corto. Bromas aparte, el público no podría haberlo vivido más y eso contagió a la banda que parecía estar alucinando cada vez que levantaban la vista y veían hasta los anfiteatros en pie. Por momentos me recordó a lo que se vivía en esas últimas butacas en la última visita de Vetusta Morla.
Incluso durante el set acústico que se marcaron a mitad y que me pareció el mejor momento del concierto, cuando parecía que era momento de sentarse y disfrutar tranquilamente, el público mantuvo su actitud de entrega hacia los cuatro que estaban encima del escenario con los instrumentos colgados. El público no cedió en ningún momento (bueno, tocaron un par de canciones nuevas y ahí sí). Ellos tampoco lo hicieron, estuvieron más que a la altura. Al salir del concierto la gente estaba extasiada, sonriente, como si por fin hubieran triunfado después de meses de sequía.
«Menudo concierto, he alucinado» fue algo que oí varias veces conforme salía del auditorio. Al día siguiente quedé con una amiga que me estuvo contando lo bien que lo pasó, lo mucho que disfrutó y las ganas que tenía de volver a verlos. Yo debo reconocer que sí, que me daba pereza, pero que fui uno de esos que acabó cantando «La mujer de verde» como si llevara semanas pensando en el concierto.
Es uno de los grupos que más críticas ha recibido en los últimos años (están ahí ahí con Love of Lesbian), nunca he terminado a llegar a entender por qué. No sé si se trata de su continua presencia en festivales, del éxito que han cosechado, de su música o de algo que se me escapa. Lo que sí que está claro es que le pese a quien le pese están viviendo su mejor momento. Y no tiene pinta de terminarse pronto. Y me alegro por ellos.
Fotografías por May Carrión. Más en nuestro álbum de Facebook
No Comments