Uno ya no sabe qué pensar. El punk español deja muy poco a la imaginación y en cada letra de los miserables nombres de sus bandas se extrae la falta de renovación, pero no de gracia. En otros estilos los nombres de los grupos cada vez son más ambiguos, más modernos, más chic. Pero no dejo de sorprenderme porque a veces surge el efecto contrario. Los teloneros de Eskorzo abanderan el nombre del vehículo más mundano y necesario de cualquier ciudad: El Kamión de la Basura. – Pues punk, ¿no? – Pues no, pero ese es su problema. El público que espera a Eskorzo debe estar flipándolo con lo que iba a ser un concierto de kostrosos, pero qué va, los conocen de sobra. El Kamión viene de la vega baja alicantina con su latin jazz, su reggae, su ska, su rock, su psicodelia y su rapeo, del feliz, del primigenio, del que se cantaba sobre bases de funk. ¿Y por qué hablo de los teloneros? Porque Eskorzo estaba a punto de echarse a dormir y a mitad del concierto la sala Garaje Beat Club les dejó sin luz, sin sonido y sin público. ¿Imprevistos? ¿Tener dos conciertos sonando a la vez en la misma sala? Fuese como fuere joderle el concierto a esta banda, a la gente que se larga y no responder de ello es de retraca. Lo solucionaron hora y media después, tarde sin embargo para los que, hasta las narices, se largaron sin una satisfacción.
Conciertos para bailar, para hincharse a hostias y para mesarse la barba. Esto que tan poco se ve lo hace El Kamión de la basura. Son músicos de formación académica. Polifacéticos, multiinstrumentistas. Es raro el que no sabe engancharse el instrumento del de al lado y tocarlo como el suyo. Actitud y planta en el escenario. Te van llevando como el agua de un estilo a otro navegando a golpe de vientos. No hay dos canciones iguales, de hecho no hay dos pasajes en cada tema iguales. Lo de esta banda es un nihilismo hacia el establishment canónico de la música ligera. Le hacen el paso hasta a Marley. ¿Qué leches? Se lo hacen hasta a los propios Eskorzo. Y es que no valen para ser teloneros ni telón, aunque si con alguien tienen que compartir escenario es con una de las bandas más singulares de nuestra madre patria, una que hasta en sus propios temas podemos descubrirla, Eskorzo.
Sin embargo éstos no estuvieron a su nivel. Caminando entre fuego casi se queman. Quizá estén algo fríos en este principio de gira. Es de extrañar porque van presentando un material muy bueno que si bien vira hacia lo latino se aleja algo más de su anterior trabajo Paraísos Artificiales, un álbum con estilo más rayano al pop. Camino de fuego no deja de ser un cambio de tercio en una banda que basa su sentido de vivir la música en el mestizaje y la fusión. Pero si no sientes tu concierto mal vamos. Eskorzo sacó al público a la pista de baile, pero no bailó. Tuvo que producirse el apagón para que tras hora y media de bebercio y maldiciones voodoo estos zombies mexicanos sacaran todo su flow en forma de disculpa. Tony Moreno (cantante) casi se come el techo de tanto brincar y el resto de músicos por fin despegaron los zapatos del suelo. Fue sencillamente apoteósico. El grupo repartía a diestro y siniestro en una sala en la que ya no se podía respirar. Y esto a pesar de haber hecho una pésima versión de “Give it away” de los Red Hot Chili Peppers. Pero venga ya, nadie estaba sobrio allí, ni los músicos. La comunión musical y etílica fue plena.
El Garaje sonó bien. Fue Afrobeat, fue latino, fue skatalítico, fue de todo menos un concierto de mierda. Mi recomendación: que los fans repitan, pero cuando Eskorzo esté a final de gira o cuando les aseguren que les saltan los plomos con el concierto a mitad.
Fotografías de Aimar López Corbalán
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