Una lámina de Gustav Klimt protagoniza la portada de “Amarillo luciérnaga” (La fea burguesía, 2014). Se trata de féminas de cabello largo que parecen fluir por el espacio como si fueran peces de colores en mitad del océano. Féminas que se dejan llevar para perderse en el lugar más recóndito del mundo y encontrar allí la historia que ha estado esperándolas para ser contada. Miro la portada y creo verlas a ellas: María José Benito (Cieza, Murcia, 1975), Isabel Buendía (Fuente Álamo, Murcia, 1957) y Encarna Carrillo (Barcelona, 1970), las féminas que han escrito los dieciocho relatos que componen “Amarillo luciérnaga”, relatos que bien pudieran ser fragmentos de vida. Con ellas comparto una tarde otoñal de confidencias, luz dorada y pequeños miedos.
¿Cómo deciden tres mujeres como vosotras embarcarse en la escritura de un libro de relatos así?
María José. El proyecto empezó hace ya casi tres cuando después de un largo proceso en el que compartíamos cuentos, textos y lecturas literarias. Decidimos que era el momento de crear un proyecto, de escribir e implicarnos en algo serio y que nos emocionara. Se nos ocurrió entonces escribir este libro cooperativo a seis manos en el que las tres hemos tenido toda la implicación posible y en el que nunca hemos perdido nuestra voz personal. El tema que nos marcamos al principio fue el de los miedos: desde los miedos cotidianos, como el miedo a las arañas; hasta miedos más existenciales, como el miedo a la muerte o a la enfermedad. Lo que ocurrió fue que al empezar a escribir y a leernos y corregirnos, nos dimos cuenta de que ese tema se nos quedaba algo pequeño, nos había invadido y se había convertido en otra cosa.
Encarna. Los relatos empezaron a fluir de acuerdo a lo que a cada una la movía en ese momento a leer y a escribir. Empezamos en los miedos pero todo fue creciendo hasta convertirse en algo que no estaba previsto. Al ser un proyecto tan largo no puedes encorsetarlo.
M. A pesar de ello, el universo de los miedos sigue como algo latente en todos los cuentos. Siempre está presente ese miedo existencial que ocupa nuestra vida muchas veces: miedo a los demás, a nosotros mismos…
Isabel. No se trata tanto miedos concretos como de miedos más abstractos, angustias, miedo a tomar decisiones… Miedos presentes en épocas de cambio, de conflicto. El núcleo es ese, un momento de angustia vital de desasosiego.
¿Por qué decidís elegir el tema del miedo?
M. Empezó desde la psicología, desde el tema de las fobias. Nos decantamos por el tema de los miedos porque nos dábamos cuenta de que todas las personas los tenemos; nosotras como escritoras y como personas que tenemos una vida cotidiana, un trabajo, una familia, unos amigos… tenemos miedo a esas pequeñas fobias, a la soledad, a la muerte… a esa crisis existencial.
I. Somos mujeres y nos propusimos escribir historias en las que las protagonistas fueran mujeres.
¿Escritura femenina?
E. Creo que sí que hay una escritura femenina porque las mujeres vemos las cosas de manera diferente, no en el aspecto de ser más introspectivas. Se debe más bien a que la mirada viene marcada por la cultura, por nuestra constitución, nuestro físico o nuestras hormonas.
I. Tenemos más tendencia a rizar el rizo, a mirar hacia dentro. No quiere decir que no haya escritores que hagan lo mismo. Javier Marías, por ejemplo, riza rizos que no acaban nunca.
M. Yo no hablaría de una literatura femenina o masculina; hablaría mejor de una mirada particular, personal, la mirada que cada uno de nosotros tiene. Y sí, hay una mirada femenina y una mirada masculina, pero igual que hay una mirada insertada en otro tipo de roles. Al fin y al cabo creo que se trata de tener tu mirada personal.
I. Así es. Nosotras no nos imponemos tener una mirada introspectiva ni de ningún modo, tenemos la que tenemos. Pero sí que pienso que por ser mujeres tenemos una mirada que podría definirse muy concretamente. No es mejor ni peor. Es diferente porque somos diferentes, por naturaleza, por capacidades, por biología… somos complementarios.
¿Qué creéis que puede definir la manera en la que escribís?
E. Yo destacaría una mirada íntima, una mirada hacia un tipo de historias contadas con personajes que se salen del estereotipo, que son complejos y evolucionan. Eso es lo que une nuestros relatos. El personaje no se mueve dentro de un mundo estereotipado, sino dentro de un mundo particular, personal, donde la mirada de mujer está clara, porque las protagonistas son casi todas mujeres. Y donde lo particular y lo pequeño está muy presente, como también lo está la mirada psicológica. En cuanto al estilo, diría que no son relatos cuya prosa sea excesivamente poética pero sí que están cargados de metáforas que, en ocasiones, los hacen estar muy cercanos a la poesía.
¿Por qué decidís que sean todas las protagonistas mujeres?
E. Era importante para nosotras que la voz de la mujer estuviera muy presente en el libro. En la literatura hay muchos escritores masculinos que destacan en cuyos libros los personajes masculinos son los protagonistas principales y las mujeres son personajes secundarios en torno al personaje masculino principal. Por lo que nos interesaba que estos relatos estuvieran poblados de personajes principales femeninos para que prevaleciera la voz de la mujer que a veces parece silenciada.
¿Cómo ha sido el proceso creativo de “Amarillo luciérnaga”?
M. Cuando tuvimos claro que queríamos trabajar el tema de los miedos, escogimos un miedo y que nos parecía interesante, con el que nos sentíamos cómodas y con el que veíamos que podíamos aportar más matices psicológicos, más complejidad a la historia. Cada una los escribía en casa y al estar terminados, hacíamos tertulia literaria, los leíamos, hacíamos pequeños comentarios, nos corregíamos entre nosotras y empezábamos con el siguiente. No era un listado de cuentos que teníamos definido desde el principio. Teníamos claro el eje en torno al que queríamos que girara el libro pero ya está. Cuando teníamos los tres primeros hacíamos los tres siguientes y así íbamos encadenándolos.
Siendo un libro colectivo ¿qué aportáis cada una? ¿Qué os lleváis de las demás?
M. Es un proceso muy enriquecedor, estamos muy de acuerdo en eso. Se rompe un poco esa soledad del escritor que trabaja en su casa de manera aislada. Eso de que tú escribes y no sabes muy bien si lo que has hecho tiene sentido, si llega al lector, si conectas… Hemos salido muy beneficiadas, también dentro del proceso creativo en sí. Te atascas en un cuento y tu amiga te hace una sugerencia y te regala una chispa para poder continuar. Siempre hemos respetado nuestro estilo literario, pero también nos hemos corregido. El universo imaginario de las tres también es muy diferente, el lector lo podrá ver cuando lo vea. Aunque es un libro compacto, con un sentido temático, los cuentos sobrevuelan universos propios.
E. Nuestra forma de ver y de afrontar las historias. Cada una ha ido estableciendo una forma de narrar determinada. El libro se puede leer de dos maneras por eso mismo, como “Rayuela”, de Cortázar. Se puede leer cuento a cuento, de forma plural, pues van dispuestos por orden alfabético de apellidos y alternando uno escrito por cada una; pero también se puede leer el libro por autoras para impregnarse de la escritura de cada una. Es curioso y entretenido tener que tomar la decisión de cómo leer el libro.
I. El hecho de compartir esto es ir en contra del egocentrismo ese de yo quiero mi libro, yo soy la autora, yo soy famosa. Lo compartimos con el mayor placer del mundo como se comparte cualquier cosa en la amistad.
M. La verdad es que hemos cooperado desde el nivel cero del libro hasta el último porque era desde la elección de los temas y el formato hasta la elección del título, la portada… Está todo consensuado.
Ya tenéis que ser amigas de verdad
M. Después de esto, si no nos hemos matado… Ha sido una experiencia de vernos mucho, hablar mucho, de irte a andar por el río y no dejar de hablar de los cuentos. Ha sido una etapa original, muy bonita. El proceso, independientemente de que estamos muy orgullosas del producto, ha sido muy enriquecedor y ha merecido la pena trabajar en equipo.
E. Ha estado muy bien porque ha sido lo que nos ha mantenido escribiendo. Esta forma de afrontar el proyecto nos ha mantenido en la escritura y nos ha metido más presión, una presión suave, estimulante.
Rompéis con la idea del escritor solitario
M. Al final tú estás en casa escribiendo en el ordenador o en tus cuadernos y esa parte existe, no nos la hemos saltado. Es un proceso en el que estás en casa trabajando pero sabes que hay otro nivel de la realidad en el que no estás sola y eso te ayuda de verdad.
Repetiríais la experiencia
M. ¿Juntas? Sí.
E. De hecho es que ya tenemos algo cerrado. Además de estar escribiendo una novela cada una, tenemos un proyecto juntas que irá creciendo.
¿De todos los relatos, cuál es vuestro favorito?
M. De Isabel “Aparcar en el centro”, tiene un universo sencillo pero algo mágico que me gusta; y de Encarna “Sendero de jardín con pollos”
I. A mí ese me gusta mucho también, que fue el primero; y de María José “Vacaciones pagadas”.
E. A mí de María José “Una casa en el bosque” y de Isabel me gusta “Aliça y Mirso”.
¿Qué os inspira?
E. Puedes empezar un relato a partir de una imagen que te ha impactado y luego el relato vuela hacia otra cosa.
M. De una emoción, de una noticia que te impacta, de algo que te cuenta alguien y que parece una idea peregrina pero que, de repente, vuelve un día a tu cabeza y se reelabora.
E. Alguna vivencia personal… los relatos no son autobiográficos pero uno puede tener una vivencia en determinado momento que aparece camuflada dentro de la historia y que puede ser el germen del relato. Por ejemplo, “Sendero de jardín con pollos” está basado en un cuadro de Gustav Klimt en el que en medio de un jardín precioso, lleno de rosaledas, aparecen dos pollos. Son dos elementos que hacen contraste, un jardín clásico y unos pollos que provienen de un ambiente más rural. A partir del impacto que me causaron esos dos elementos, empecé a escribir el relato y mi meta era que en él aparecieran pollos. Pasan muchas cosas, tiene una carga dramática muy fuerte pero, de repente, por ahí están los pollos que alteran la carga dramática, dándole un punto naif y surrealista.
I. “Aparcar en el centro”, tiene la dificultad que todos conocemos, cuando vas con tanta y piensas “¿Dónde aparco yo ahora?” Un día encontré un sitio en una de esas calles estrechas y pensé “qué alivio, qué bien” y ahí empezó el relato. Siempre que encuentras un sitio piensas que ojalá pudieras dejarlo ahí para siempre.
M. En mi caso, el cuento “Amarillo, naranja, rojo” narra la historia de un niño que habla de la relación que tiene con su madre. Al principio del cuento ve toda la realidad a través de los colores del arco iris, es muy feliz, está muy condicionado por esa felicidad de cuando eres un crío y todo funciona pero va evolucionando hasta una situación muy trágica dentro de la casa que tiene que ver con el maltrato. A partir de ahí, el niño comienza a desarrollar una fobia hacia el color y el cuento acaba con el niño viendo solo el color negro. ¿Qué me inspira? Yo me he dado cuenta de que, en ocasiones, hay situaciones muy trágicas que aparentemente no vemos, que no están al descubierto y eso me golpeaba tanto como ser humano que quise transmitir que el maltrato infantil ocurre, que está ahí.
¿Cuáles son vuestros referentes?
M. Para mí es fundamental Cortázar. Paralelo a él, Chejov, por ese trasfondo psicológico, por esa tridimensionalidad y complejidad en sus personajes. También me interesan escritoras actuales como Alice Munro, Clarice Linspector..
E. A mí me gusta mucho Sylvia Plath. También las hermanas Brönte, Charles Dickens y Thomas Hardy, Boris Vian. Son muchos.
I. A mí la narrativa de Virginia Woolf me parece una delicia y adoro a García Márquez, porque siempre te cuenta las cosas como si fueran cuentos clásicos y creo que ese es el secreto de que convenza al lector de cosas irreales. Coincido también con todos los que han dicho ellas.
¿Qué es la literatura para vosotras?
I. La literatura es nuestra vida. Nuestra vida sin la literatura ya no es posible. El otro día leí por ahí que todo lo que se puede expresar en palabras tiene solución y eso es lo que hago yo, utilizo la literatura como arma de supervivencia.
M. En mi caso es parecido, es algo indisociable de mi forma de vida. No es un hobby ni un oficio. Es algo que está en mí, que me acompaña tanto en el proceso de lectura como de escritura y me ayuda a construir mi mirada sobre la realidad, no es solo que la realidad se imponga en los cuentos que yo hago, sino que también es al revés, el cómo yo veo la realidad viene muy influido por lo que leo y el proceso de escritura me ayuda a comprender mi vida cotidiana y si hay injusticias sociales no las comprendo con el intelecto, porque con el intelecto hay cosas que no se pueden comprender, como el sufrimiento humano. Pero la literatura, el arte, sí me permite llegar a cierto grado de comprensión, a poder posicionarme un poco con las cosas que pasan en la actualidad.
E. Yo coincido con ellas, en una forma de estar en el mundo. Es una manera de mantenerme en proyecto. Yo tengo varios proyectos vitales y uno de ellos es este, no tiene nada que ver con un proyecto para ganar dinero, cada una de nosotras tenemos un trabajo con el que nos ganamos la vida, así que esto es un proyecto que va más allá de ganar dinero, es un proyecto de vida que sirve para entender las cosas, para buscar respuestas aunque no las haya.
I. La literatura nos salva. Un libro te puede salvar la vida.
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