Hay dos fotos. Una es panorámica, pero cargada de detalles: carrozas vestidas con cosas que huelen y crecen bajo la tierra. Desde lo alto unas manos ofrecen chatos de vino a un público (no muy numeroso) que se levanta de los asientos dispuestos por familias gitanas. La procesión avanza deprisa por Gran Vía. Para quien no lo sepa: se trata del desfile del Día del Bando.
La otra foto es un plano cerrado. Una chica de catorce años con las rodillas clavadas en la tierra. No le vemos los ojos (lleva gafas de sol) aunque mira hacia abajo, inmóvil. Sus labios están abiertos pero de su boca no sale nada más que un espeso hilo de lava negra que resbala, despacio, desde la comisura del labio hasta el cuello, prueba (más que evidente) que su estómago naufraga en ron, o quizás calimocho. Hay más gente en la foto. La amiga que está a su lado le recoge el pelo mientras otra le acaricia un hielo por la nuca enrojecida. ¿La piel? Ardiendo. ¿En el suelo? Cristales y plástico. ¿ Y el jardín? Lleno de siluetas blancas.
No hay duda. Estamos en el jardín de la Pólvora. O quizás La Fama. La verdad tampoco importa.
En este artículo voy a intentar explicar por qué estas dos imágenes existen y seguirán existiendo en el próximo Día del Bando de Murcia.
“Estos críos que beben…”
Si conoces a murcianos desde los catorce años, verás como conforme la gente se hace mayor algunos deciden que ya es hora de dejar de ir a la Fama o la Pólvora, ya está bien hacer la colecta por WhatsApp y “coger prestado” un carrito de Mercadona de la Redonda para cargar el día de antes.
La mañana del martes ya no se madruga, aunque de camino a la barraca o a la Plaza de las Flores seguro que veremos a un puñaico de zagales haciendo cola en la puerta de algún chino. Alguien de tu grupo vendrá con la típica noticia, movida entre el morbo y la excitación más repugnante: “Ya ha habido más de veinte casos de urgencias antes de las diez de la mañana”, y el resto asentiremos “Esto ni es tradición ni es ná, esto es un botellón colectivo y ni tradición ni orígenes”.
Ay.
Si empezamos a manifestar posturas como verdades absolutas (acho, jóvenes bebiendo desde las 9 de la mañana, la raza degenera) quizás habría que mirarnos en el espejo y hacer un pequeño autoexamen. ¿A qué edad dejamos de ir a beber como cosacos a los jardines a las diez de la mañana (o de la noche) ?¿ En qué momento nos dimos cuenta que, “oh, quizás salir de fiesta hasta las tantas no lo es todo”? ¿En qué posición creemos estar para decir que “las nuevas generaciones” (cof, cof) no valoran el Desfile del Bando? ¿Qué están haciendo los adultos que tienen a su lado?
Seamos honestos
Seamos honestos con lo que hay y abracemos el día del Bando como lo que es, una fiesta popular, cargada de tradiciones y simbología…. aunque de repente de los camiones resuene la música Pitbull y tú, crítico de la fiesta durante 364 días, con tu pequeña selección de grupos independientes de Spotify, veas cómo todos tus amigos bailan a lo loco… Stop the bullshit and embrace the moment, people. Dale con Dale.
Seamos honestos. Asumamos que la fiesta es fiesta por el descontrol y el ruido. (Breve paréntesis: y si realmente eres un sinsangre que odias las multitudes, el follón, no salgas y vete a pasar el día a los centros comerciales a comprar….lo que sea. O tortúrate, tortúrate que vives en Murcia, pedazo de infeliz, ciudad que una vez al año es dominada por el Caos Infinito, tortúrate y desprecia una tradición quedándote en casa, soñando con que vives alejado del mundano ruido murciano y te gustaría vivir en…Barcelona, por ejemplo.)
Y no, que se beba no significa que haya que beber hasta caerse al suelo. Entramos aquí en el peligroso Efecto Llamada.
El Efecto Llamada (E.E.L)
Uno de los problemas del Bando no lo tienen los murcianos (qué van a tener ellos culpa de algo) Para ser más exactos: el problema viene de los trenes de cercanías que se colapsan a primera hora de la mañana, con sus bolsas cargadas y la mayoría ni siquiera con una mísera camisa blanca. Chavalines que sólo vienen a Murcia para poder beber durante todo el día sin que nadie les pueda poner una multa. Acho, que risas.
Lo cual nos lleva a la primera imagen que he comentado. La imagen del desfile del Bando. Carrozas vestidas con verdura que comemos. Ciclos de estaciones que olvidamos al tenerlo todo fresquito en el Carrefour de al lado de casa. Tradiciones cargados de respeto. Bueno, no sólo respeto. Es algo más.
Compromiso
La responsabilidad no es para los que aún le quedan un par de primaveras para darse cuenta que estar bebiendo en un parque no lo es todo (de hecho, quizás no sea tan importante como parece). La responsabilidad tampoco es de los hombres y mujeres que han pasado cuarenta años caminando en alpargatas por un Bando muy diferente al que nosotros hemos conocido, decorando trenes con ruedas, trenzando trajes de huertana, creando camino.
No.
La responsabilidad de convertir el Día del Bando en lo que uno quiera pasa por nosotros. La gente de allí y allá, los que se fueron y los que se quedaron, los que están terminando de graduarse o los que ya están empezando a trabajar. Ésos que saben que durante unos días las sombras bajo el jazmín son menos sombras, cuando las flores caen de las ventanas y las carrozas dan regalos a los niños.
Somos nosotros los que debemos recoger lo heredado y dirigirlo (reconducirlo) hacia donde nosotros queramos, sin prisa pero sin pausa. Una tradición sólo es tradición cuando la hacemos nuestra. Y ésa, en mi opinión, es la única verdad del Día del Bando. Abrazar el momento, involucrarse, y hacerlo mejor. Más auténtico. Más tuyo. Aunque suene difícil.
4 Comments
Este artículo (o articulillo) criticando a los que critican y «manifestando posturas como verdades absolutas», como él mismo dice, sobre el sin sentido que a día de hoy es el Bando de la Huerta irrita hasta al más pureta y defensor de «nuestra fiesta murciana».
Es curioso que el autor pida honestidad a todos aquellos «sinsangre» que no disfrutan ese día y acepte porque sí que una fiesta «es fiesta por el descontrol y el ruído». Pero qué pocas fiestas ha tenido que ver el pobre…
A todos los «sinsangre» que no soportamos el día del bando y que por supuesto huimos de la ciudad un día antes, no lo hacemos porque creamos que la fiesta ya esté podrida y la tradición olvidada (que sí), sino que escapamos asqueados y preocupados por la sencilla razón de que nadie, absolutamente nadie, se haya preocupado nunca por proponer alternativas y normalizar un poco tanto caos y locura. Por ejemplo, que la única campaña que se haya hecho de cara a los jóvenes sea para concienciar de que las chicas vistan de huertana ya clamó el cielo en su momento. A ver, ¿qué tal si juntamos a todos estos chavales en algún recinto?, ¿Qué tal si les ponemos fuentes de agua, contenedores de basura, barracas cercanas a buen precio, música, etc? ¿Qué tal si se cuida el centro y no se permite convertir los parques en auténticas orgías de alcohol? ¿Qué tal una campaña concienciando de los peligros de ese mismo día? ¿Qué tal premiar a todo aquel que elija recintos acondicionados para beber y volverse loco con seguridad y respeto?
Basta ya de quejarse de tanta crítica cuando sabéis perfectamente que ésta fiesta se nos está yendo de las manos. Basta ya, por favor. ¿Qué tiene que pasar, que un año la noticia sea la muerte de un chaval en mitad de la fama? ¿Así nos concienciaremos un poco más de lo inútil de éste día?
De verdad, dejad de vender tanta falacia y tengamos más cabecica.
Tienes cosas que si y cosas que no. El Bando de la huerta tiene tantas perspectivas como personas con un etílico, si, pero no siempre es así. Yo, personalmente llevo 9 años, desde los 15 acudiendo a la capital de mi Región con mis bolsas y mis amigos, y nunca, nunca, he conocido a nadie que acabe por una esquina vomitando hasta su primera papilla. Es cuestión de la inteligencia de cada uno, de la capacidad de entender que no vas ahí a eso, ve a Murcia, quédate si eres de allí, toma algo con tu gente, en un bar o en un parque, un paseo por el centro, gran vía en el desfile, cervezas en la plaza de las flores, hacer lo que queráis pero con responsabilidad. El bando de la huerta no tiene la culpa de tener tanto inconsciente, me parece un dia MUY importante para nosotros, y no permito que se manche así su nombre. El bando es más que la Fama y la Pólvora, mucho mas.
Y como no, volviendo a lo de siempre, Murcia y sus pocas alternativas para el día del Bando, jóvenes y su corta cultura y aprecio por la buena música o los buenos espectáculos, jovenes que sencillamente se dejan convencer por que viene a subirse a una carroza un famoso de MyHyV. Eso, también es un problema…
yo solo aportare que ya hace bastantes años paso de celebrar el bando de la huerta como una fiesta y tradición porque lo único que veo al mirar a la calle es gente sin cerebro que bebe sin parar y sin control y luego murcia acaba llena de vómitos de millones de personas diferentes ciertamente aveces me avergüenzo de ser hasta murciano y desearía ser de cualquier otra parte y pensar que solo tengo 21 años y ya pienso que la «juventud» de hoy en día es una basura no se si esq