Escribo un whatsapp a modo de telegrama dando el parte de última hora sobre el BUM:
“The Crime, son buenos
Izal, directazo y público excelente
Y ahora Mando Diao, pero están teniendo muchos problemas técnicos, tardan en salir” (00.39h)
A la una menos diez, la plataforma que hay en el centro del escenario y el atrezzo de piezas geométricas blancas se iluminan con más fuerza. Parece una central interestelar. Ni rastro de Mando Diao. Minutos después, aparece Gustaf Norén pidiendo disculpas a un público un tanto cabreado, pues tenían que haber empezado hace casi una hora, y promete que estarán bailando con nosotros hasta el final de la noche. “Pero antes dejadme que os cuente una historia” dice el escandinavo y dedica el espectáculo a un amigo que perdieron el año pasado a causa del cáncer. “Vamos a estar contigo, vamos a cantar para ti, Kristian”.
Este chico, Kristian Gidlund, fue batería de Sugarplum Fairy, la desaparecida banda de dos de los hermanos menores de Gustaf, obviamente fue apadrinada por Mando Diao, y a quienes estos tuvieron mucho afecto. Sugarplum se disolvió poco antes de que Kristian falleciese en septiembre de 2013. Después de perderlo, Carl Norén comenzó su carrera en solitario mientras Viktor, el otro hermano, decidió continuar con lo que quedaba de la banda hasta hoy día haciéndose llamar Viktor and The Blood.
El homenaje comienza con el tema “If I don’t have you” que pertenece al último disco de los suecos, Aelita. Un comienzo con un tono bastante sobrio y lento, un comienzo desde abajo, que tampoco parece que vaya arrancar de un momento a otro… Hay gente en la grada que se levanta, ya no sé si por curiosidad, o porque tienen ganas de irse. Aunque antes de lo previsto empieza Gustaf a cantar la mítica “God Knows”. La pista parece animarse. Pero no, no suena igual. La sobriedad los supera. Han perdido la alegría y la energía que podrían brindar con este tema.
Y si el público parece dormido, entonces llega el turno de “Sweet Wet Dreams”, segundo single de Aelita. Björn Dixgård dice que se la dedican a “las señoritas españolas”. Es un tema, con aires disco, oscuro y con mucho sintetizador, para variar. Es lenta, pero sensual, quizá de las pistas más destacables de este nuevo disco. La voz melosa del propio Dixgård podría hacer que más de una, y de uno, le dedique también sus dulces sueños. Aunque no debemos engañarnos, están dejando mucho que desear.
A pesar de esto, he de añadir que también hizo una bonita interpretación acústica del antiguo tema “Ochrasy”, quedando él sólo en el escenario con la guitarra y creando, a mi juicio, el momento más auténtico de esta velada con los escandinavos.
Mando Diao van ataviados con una especie de traje-karategui blanco, a excepción de Björn y CJ, bajista, quienes variaban los outfit con el negro. Al rato, alguien dice que con esos trajes blancos parecen sardineros, y es inevitable reírse porque tiene razón. Queda poco tiempo para cerrar el espectáculo, y además es reducido a causa del gran retraso técnico. Gustaf habla de vez en cuando entre canciones pero llega un momento en el que no lo distingo del murmullo de la gente. Hay veces que estás escuchando un concierto y cuando pasa esto deseas que la gente se calle, pero otras, cuando tú formas parte de ese murmullo colectivo, te hacen pensar y te das cuenta de que el fallo no es del público, si no del artista por no saber captar la atención del mismo. Para arreglarlo deciden recurrir a los tópicos, porque no hay más remedio: sonó una especie de “Long before rock and roll”, unas animadísimas “Gloria” y “Dance with somebody”, y cerraron (por fin) con el mejor tema de Aelita, “Black Saturday”.
Antes de tener que dar un aprobado “por los pelos” a una de las que han sido las bandas más predilectas del rock indie europeo de la última década, solo me queda decir que la representación nacional con IZAL y, por supuesto, regional con The Crime dio la talla como nadie en el ruedo de la Plaza de Toros de Murcia durante la Bienvenida Universidad de Murcia.
Nunca había tenido ocasión de escuchar a The Crime. Son buenos, y son de casa. Su trabajo este viernes consiste arrancar el BUM e ir calentando motores para el resto de la noche. Lo consiguieron. Desde la grada se puede observar a gente marcando el ritmo y moviendo la cabeza a ritmo de rock and roll. Dedican su “Altered States” al padrino del punk, Lou Reed. El público los vitorea, al mismo tiempo que en la arena surge el buen ambiente que se va colando poco a poco por las primeras filas frente al escenario y alrededor de las barras mientras los murcianos tocan temas como “Huricane Ramires” o “Do you wanna dance?”.
Cuando llega el turno de Izal se puede decir que la plaza de Toros de Murcia está completamente llena. Comienzan con el primer tema y me asombra la cantidad de pantallas de móviles grabando en dirección al escenario. Izal es el grupo más esperado de la noche, es un hecho irrefutable. Se nota sobre todo cuando Mikel, vocalista de la banda, calla en más de una ocasión y la plaza de toros termina la frase. Ahí, tocando “La Fiesta de Despedida”, “El Hambre” y “Jenna Fisher” no están solo los Izal, su público también forma una parte importante de la banda. Un público excelente, que aunque del que una servidora forme parte, la deja sorprendida y le hace quitarse el sombrero.
La gente se emociona haciendo palmas cuando empiezan la famosa intro de ukelele “Qué bien”, el himno a la alegría, según la banda madrileña. Pero es quizá cuando llega el turno de “Magia y efectos especiales” el momento en el que la voz de Mikel envuelve la plaza completamente, el juego de luces baila por todo el escenario, aparecen de nuevo las pantallas de los teléfonos…y es entonces cuando el público se desahoga: “todos de piedra, todos menos tú; todos a la mierda… ¡sobre todo tú!”.
Solo he de decir que lo más conmovedor de la noche del BUM es el público de IZAL desde la primera canción hasta “La mujer de verde”, que es la última. Y bien, para aquellos decepcionados con Mando Diao: Chicos, es inevitable que una banda tenga una evolución y que para ello tenga experimentar por otros campos para poder reinventarse… por ende, es inevitable que puedan equivocarse. ¡El caso de Mando Diao no iba a ser menos! Cuando dieron un pequeño giro a su música con su álbum “Give Me Fire”, fue muy acertado, porque pasaron del rock garage al un rock más edulcorado con toques de dance vintage, de tal manera que consiguieron acercarse a un público todavía más amplio. Sin embargo, ahora con Aelita, un álbum que coquetea con la estética disco electrónica más oscura de los ochenta lleno de sintetizadores y melodías pegajosas, los suecos todavía siguen teniendo a ese público que espera darlo todo en la pista de baile con un “Dance with somebody” o berrear como si no hubiera mañana “Long before rock and roll”. Esperemos que se hayan dado cuenta.
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Mandao Diao fue una absoluta decepción. Esperaba más la verdad…