Hay festivales que atraen asistentes por su fiesta, otros por su cartel, otros por grandes nombres famosos, otros por su cercanía a la playa, otros porque representan un movimiento de moda y otros por un estilo de vida. En el caso del Aupa Lumbreiras, es por la fidelidad de la gente. La mayoría de los que van a esta cita veraniega lo han hecho en múltiples ocasiones por sus distintas localizaciones y fechas. Los novatos prometen repetir.
Con esta premisa, está claro que el cartel no es necesario que cambie mucho. Algunos de los nombres de esta edición, repiten de la anterior, y algunos de esta irán a la próxima quizás. ¿La base? Punk en español y el denominado rock urbano clásico. Todo ello aderezado con algunas interesantes y variadas propuestas internacionales.
Para coger un buen sitio acampamos el miércoles por la mañana, llegando a estar casi solos varias horas. Al estar un poco en una zona de colina, pudimos admirar como la tierra amarillay arenosa de los bancales, se iba llenando de telas de colores y de toldos improvisados atados a los peñascos y a todo lo que no se fuera a volar con la brisa. Empezaba pronto el Aupa.
Jueves 14
La primera jornada fue la de más calor. Una especie de calma chicha casi de bochorno y un sol de castigo, hicieron del jueves el día más plomizo. De manera que sin ninguna gana tocaba buscar la sombra del escenario doble del recinto deportivo de Villena. Justo el mismo que la noche anterior había acogido una actuación de Extremoduro. Tras dejar a Gérmenes y a La Gossa Sorda dar el pistoletazo de salida, el primer grupo internacional fueron The Real Mckenzies. Los canadienses iban ataviados con los típicos kilts escoceses sin nada debajo, dejando bien claro que lo suyo es la música celta más punkarra. El truco que usan para sonar a folk es que la gaita y las dos guitarras sean casi inseparables excepto en sus respectivos solos. El entrado en carnes cantante era el encargado de animar a los oyentes y de mostrarnos el trasero.
Pero la parte importante de la jornada era la que formaban la veterana dupla de Albert Pla y Rosendo, quienes tocaban uno tras otro. Tras los conciertos de los ya cansinos EUKZ y de Poncho K, quienes seguro tendrán muchos adeptos, pero que resulta repetitivo verles hacer siempre el mismo concierto, Albert Pla salía a cantar casi a las diez. Aunque por problemas de salud había tenido que cancelar alguna actuación, esto no fue óbice para que se marcara una de los mejores conciertos del festival y el punto más rumbero y flamenco del Lumbreiras. Se presentó ataviado con un mono blanco casi echo jirones, botas de plástico, guitarra flamenca y micrófono manos libres, acompañado por músicos muy virtuosos.
Al contar con poco tiempo y muchos discos tuvo que dejar buenas canciones. Pero el momento álgido fue cuando el público coreó el “Chu churu” del estribillo de la archiconocida revisión del “Walk on the wild side” de Lou Reed, rebautizada con tintes ibéricos por Pla como “Por el lado más bestia de la vida” y que estaba en el disco “Supone Fonollosa” del 95. Por supuesto, entre largos aplausos, también tocó clásicos como “Mi Camello”, “Joaquín el Necio” o “La dejo o no la dejo”.
Sin casi dejarnos un segundo, en el escenario contiguo, el Maestro de Carabanchel, Rosendo Mercado ya estaba dando mandobles con su Stratocaster negra, lealmente arropado por sus dos escuderos, Rafa al bajo y Mariano a la batería. Y es que en los conciertos del ex-Leño nadie se puede llevar a engaño. Rosendo ha sacado 15 discos en solitario y otros tantos con Ñu y Leño así que la fórmula de sus actuaciones es ir tocando éxitos de cada uno. Del último de 2013 tocó “Vergüenza Torera” y “Cuando…” y ya las imprescindibles clásicas como “Flojos de Pantalón”, “Masculino Singular” y “Agradecido”. Un concierto sin sorpresas ni innovación, pero con una emotividad y ejecución de sobresaliente.
Todo lo que vino después, pues estuvo bien, pero aún quedaba regusto a Albert Pla y a Rosendo. Los Porretas dieron un gran concierto también. Son uno de esos grupos de puro rock urbano del mismo centro de Madrid que conecta genialmente con el público objetivo del festival, el cual tenía dibujada una sonrisa en la boca.
Después vino el show de los italianos Talco que son pura energía y la montan muy gorda. En sus conciertos se combinan el punk más epiléptico, letras combativas y el ska más acelerado. Después de saltar como condenados, los conciertos de Sinkope y de Envidia Kotxina eran metas imposibles. Aún quedaba muchísimo festival y enfilo el bancal de acampada.
Viernes 15
El día central del Lumbreiras comenzó temprano, cuando los incólumes al desaliento Def Con Dos empezaron a pegarle al ruido a eso de las siete menos cuarto. Lo que pasa es que los madrileños dan un montón de conciertos a lo largo del año y el del Aupa fue un correcto, pero mero trámite. Fue uno de los conciertos de por la tarde con más afluencia y los asistentes disfrutaron considerablemente: Temas nuevos como “España es Idiota” o “El Cazador de Elefantes”, temas intocables como “A.M.V.”, “El Coche No” y “De Cacería”, junto a los temas cinéfilos como o “Acción Mutante” o “El Día de la Bestia” con el que acabaron.
Pero una de las bandas que más ganas me despertaba eran los navarros Berri Txarrak y cumplieron con creces las expectativas de propios y extraños. Su propuesta de grunge, metal, punk hardcore y rock duro, hace difícil encasillarles, pero como además tienen unas geniales letras en euskera y unos estribillos coreables, sus conciertos son de obligada asistencia y una de las mejores propuestas del festival.
Con la noche ya caída sobre Villena, los ingleses The Toy Dolls, el principal referente foráneo del viernes, salían a tocar con sus características gafas cuadradas. Con 12 discos y más de 20 miembros a sus espaldas, el guitarra y cantante es el único fundador en activo. El trio de Sunderland de pop-punk conformo un gran concierto. Su música es simple y directa, sin florituras, excepto por algún solo de Michael Olga. Letras intrincadas e impronunciables y mucha aliteración en los juegos de palabras de sus satíricos textos. Dieron el concierto mas divertido del fin de semana, animando de manera jocosa a participar a todo el mundo.
Pero si hay un grupo que encabeza el sonido Aupa Lumbreiras ese es Soziedad Alkolica. Su combinación de trash y de hardcore metal lleno hasta los topes el campo de atletismo. Los vitorianos no dieron un solo respiro, mas que en los discursos entre canción y canción de su cantante Juan. Quizás por ello no era de extrañar que en el escenario Maneras de Vivir, para verlos burgaleses La M.O.D.A. no hubiera ni 60 personas.
Los andaluces Narco tenían entonces la misión de que la velada no decayese y con su rave metal del infierno lo consiguieron. Entre su repertorio temas ineludibles como “La Cucaracha” o “Siempre enmarronao” se unen a unas cuantas canciones en contra de los maderos y de las versiones de su último disco como “Ven a Torreblanca” (Isla de Encanta de los Pixies) o “Demolición” de Los Saicos. Un directo de altura y de alto octanaje y altos decibelios, que acabó con el dj Abogado del Diablo rompiendo su vinilo como de costumbre.
La música siguió con el punk rock de los también sevillanos El Noi Del Sucre, quienes tienen un original y pintoresco directo. Por ejemplo, su cantante cambió de disfraz en varias ocasiones, para acabar cantando entre un muro de la muerte en medio de los espectadores.
Los valencianos Benito Kamelas dieron uno de sus últimos directos ya que confesaron que se separaran pronto. Distorsión y su punk batallero dieron paso a unos aburridos Trashtucada, que solo consiguieron que me entrase sueño, y que por muy animados que fueran sus temas, eran todos iguales. Solo se salvó la voz de su cantante Eli. Con ellos se acababa la segunda ruta del festival.
Sábado 16
El último de los días en la zona de camping empezaría con nubes y vientos violentos que se llevaron al suelo la gran mayoría de toldos y de primitivas e improvisadas construcciones. Pero mientras riadas de punkis van a ver Escuela de Odio, yo convenzo a unos cuantos para ir a bailar con The Selecters. Un grupo de ska de vieja escuela. Sonido jamaicano 100%: órgano hammond, guitarra limpia y dos saxos: tenor y bajo como base para dar forma a esta interesantísima formación. Sus cantantes Pauline y Gaps, intentaban entablar conversación, pero su acento cerrado de Coventry hacía difícil la comprensión. Aun a pesar de la ligera desconexión, lo mejor fue el final con la canción “Too Much Pressure” en la que todo el público se sentó en el suelo y daba palmas acompañando el ritmo durante casi 10 minutos.
A los euskaldunes Betagarri les tocó un momento de menor afluencia de asistentes, pero no se complicaron mucho y fueron directos a tocar sus temas de ska y de punk en español y euskera con alguna versión y poco más. Uno de los platos fuertes de todo el festival estaba a punto de empezar así que pillamos un buen sitio.
Y es que los anglosajones Skindred eran quizás el grupo más renombrado del cartel. Empezaron haciéndose de rogar con un intro bastante larga. Comandados por el carismático cantante Benji Webber que salió a la tarima envuelto en una bandera de la Union Jack, sus características gafas y rastas. Sin parar, arengó al respetable casi obligándole a participar, repitiendo fuck y sus derivados, incluso insultando si no se gritaba como decía.
La música de los galeses es imposible de etiquetar, ya que revuelven con éxito dosis de metal, reggae, punk hardcore, varios tipos de electrónica y hiphop, aunque ellos se autodenominen ragga metal. En Villena se centraron en su última referencia, titulada “Kill The Power”, pero no faltaron temas viejos como “Nobody” o “Rat Race”. Se colaron un poco metiendo temas de baja ralea como el Harlem Shake entre otros, lo que sorprendió bastante. Mención especial merece el colosal batería, aunque bajista, guitarrista y sus respectivas y respetables barbas y el dj también estuvieron geniales.
Tras Skindred no hubo ninguna sorpresa y todo fue bajando de intensidad poco a poco. Empezando por el concierto de Boikot, que cantaron sin mayor reseña, las canciones que les han hecho populares una tras otra y que muchas son versiones. Fue el de mayor asistencia de todo el festival, llegando a ocupar la carpa de las bebidas, normalmente mas despejada. Los que también movilizaron al personal fueron los mostoleños Non Servium y su punk duro y bilioso. Mientras que en el hardcore español de Habeas Corpus no había más que la mitad de aforo.
Luego los legendarios The Toasters fueron una de las principales decepciones del festival, ya que su propuesta de ska y rocksteady se hizo bastante repetitiva y casi machacona, salvo por los buenos solos del veterano guitarrista Bucket.
Para el cierre del fin de semana, fue muy acertada la elección por parte de la organización de los asturianos Desakato que conjugan sonidos melódicos y celtas, con un cantante que canta sonidos mas duros y guturales. Aunque estaban presentando nuevo disco llamado “Buen Viaje” ,en “Cada Vez” pusieron el foso patas arriba. Fue un genial broche de oro a una memorable edición.
Tras tres días de muchos conciertos y cantidades ingentes de música tocaba recoger los bártulos y hacer valoración. El Aupa Lumbreiras, cita veraniega punk y el festival de la fidelidad.
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