Tommy se ha ido, dejándonos a los hijos del punk un poquito más huérfanos. Mientras nosotros dormíamos, un cáncer se lo ha llevado en su casa de Queens (Nueva York), dándonos a muchos un duro despertar.
No os voy a contar lo que todos sabemos de Tommy Ramone y que hoy repiten hasta la saciedad diferentes medios: que fue uno de los fundadores de Ramones, batería de sus tres primeros discos, productor de Ramones y de otras bandas más adelante… para éso tenemos la Wikipedia y el documental «End of the Century».
Como al resto de la banda, a Tommy los Ramones le salvó un poco la vida (ésto es algo discutible tal vez en el caso de Dee Dee, pero todos sabemos que también hubiera vivido mucho menos de no haber formado la banda). Cuando comenzó a tocar la batería a ésa velocidad, estoy segura de que no tenía ni idea de lo que estaba creando en ese momento, de lo que supondría ese sonido. Toda la rabia, toda la furia que podían sentir aquellos cuatro adolescentes en las calles de una Nueva York decadente y podrida; una Nueva York que a día de hoy no podemos ni imaginar, pero que existió y que marcó a estos cuatro amigos para hacer ésas canciones que, en múltiples ocasiones, hablaban de cosas tan cotidianas como querer ser el novio de alguien o de colocarte esnifando pegamento. Tommy no sólo marcó con su batería el estilo musical de Ramones, sino que influenciarían a centenares de bandas en un futuro.
La primera vez que escuché a los Ramones tenía 14 años, allá por 1995. Había empezado a escuchar recientemente a los Sex Pistols y The Clash, y decidí investigar un poco más sobre ése género musical que era (o creía que era) desconocido para mí, el punk. Siempre he sido una rata de biblioteca, y cuando algo me gusta, lo investigo hasta el fondo. Así llegué a Ramones y a sus discos, quedando atrapada en este sonido para siempre junto a ellos y otras míticas bandas de la época.
Ahora, con la marcha de Tommy, ésa niña de 14 años que escuchaba música sin parar y grababa casettes de la radio se queda un poquito más sola, no sólo por la marcha de alguien que marcó un antes y un después en la música, sino porque ese alguien era también inspiración de un gran amigo que también se marchó hace ahora 8 años y que, sin la batería de Tommy (entre otros) no hubiera sido quien fue. La batería de Tommy me hacía recordar a mi amigo cada vez que lo escuchaba tocar y, aunque os parezca una tontería, con Tommy vivo sentía que parte de mi amigo también seguía vivo en este mundo.
Hoy, aquel niño alocado seguro que está tocando la batería en algún lugar al que nosotros no nos podemos imaginar llegar junto a Tommy, su maestro, su guía. A una velocidad y con una soltura que nos pondría los pelos de punta.
Con Tommy no sólo se nos va una leyenda, a mí también se me va un poco más de aquel niño que nos arrebataron en Mayo del 2006. Ahora sólo podemos recordarlos un poquito más con cariño, y decirles adiós.
Adiós Tommy. Adiós, Gigante. Adiós, amigos.
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