Año 2016. El hijo de Krypton y el murciélago de Gotham, dos de las figuras más icónicas del cómic superheróico, se enfrentan cara a cara en lo que promete ser, si me permiten el símil pugilístico, un auténtico Mayweather – Pacquiao: el combate del siglo. Imaginad por un momento cual es mi sorpresa, cuando después de interminables soliloquios bañados de pretendida gravedad y alguna pequeña demostración de fuerza, lo único que me despierta de mi letargo es una forastera armada con toneladas de carisma, determinación y una espada y lanza que se mueven enérgicamente al compás de una guitarra eléctrica. Toda una llamada a las armas; como dejar de escuchar un sobrio y solemne canto gregoriano para verse inmerso entre la multitud de un concierto de Metallica. Como no podía ser de otra manera, algunas voces discordantes se acallaron.
Ríos de tinta más caudalosos que el propio Amazonas han corrido en contra de Gal Gadot y su elección como Wonder Woman. Los más piadosos apelaban a su inexperiencia en la interpretación y otros, periodistas de cromañón, aludían a la insuficiente voluptuosidad mamaria o al cuerpo poco entrado en carnes de Gal Gadot para interpretar a un personaje que quizás intentaba no ahogarse en la imagen hipersexualizada de su homólogo en papel. Olvidaban lo más importante, la esencia de Wonder Woman que Gal Gadot defiende a capa y espada: valor, voluntad, fuerza y una inquebrantable fe en la humanidad. No nos engañemos, lo que temían es que la película de Patty Jenkins se convirtiera en un panfleto feminista, cuando en realidad lo que retrata es el choque entre la aparente ingenuidad de Diana y una sociedad desigualitaria, que es una llamada de atención a la estupidez humana y al pensamiento retrogrado de la época y, por ende, de la actualidad. No hay que confundir feminismo con el necesario respeto e igualdad hacia la mujer o cualquier otro ser humano; lo que debería ser lo correcto, lo cotidiano, ha pasado a ser algo extraordinario que necesita de etiquetas. Y así nos va.
En Wonder Woman, tanto Diana Prince como el soldado Steve Trevor (creíble y carismático Chris Pine, en una de sus mejores interpretaciones) se retroalimentan y experimentan una conexión emocional, al hallar el uno en el otro aquellos valores del ser humano que les hicieron abandonar su hogar para librar una guerra que no era suya, pero son personajes completos e independientes que, en las antípodas de lo que predomina en el género, no desarrollan el rol de “damisela en apuros”. Para encontrar personajes acompañantes tan bien construidos en su traslado de la viñeta al audiovisual nos tendríamos que remontar a Capitán América: El primer vengador, en este caso invirtiendo los roles con el personaje de Peggy Carter (que desarrolla todo su potencial en la desaprovechada serie de tv Agent Carter) o en el excepcional trabajo que está realizando Netflix con los papeles femeninos en las series Marvel. Lo que hace que la película verdaderamente funcione son sus diálogos rápidos, ingeniosos, con su justa medida de humor irónico y dobles sentidos al más puro estilo de las comedias de aventuras clásicas en clave de screwball comedy, con esa guerra de sexos entre Steve y Diana que se empieza a cimentar en la acalorada conversación en barca bajo el manto de las estrellas.
No se puede negar que Wonder Woman es la película de DC más cercana en espíritu a Marvel, dejando de lado el tono ominoso, la opulencia en sus tramas y los personajes torturados para apostar por un tono más luminoso y esperanzador, la pura aventura y la perfecta mezcla de géneros. De esta forma, Wonder Woman se materializa como un perfecto rompecabezas en el que las piezas de aventuras mitológicas (el comienzo en Themyscira con las amazonas interpretadas por Connie Nielsen y Robin Wright pide a gritos un spin-off o precuela), de cine bélico o thriller de espías encajan a la perfección. Por otra parte, Jenkins y su equipo de guionistas apuestan por una madurez en el humor y en el abordaje de problemáticas sociales varios escalones por encima de los que hace gala la competencia. Sirva como ejemplo el panorama desolador que se encuentra Diana tras su desembarco en Bélgica y el horror grabado para la eternidad en el cuerpo de los combatientes. Una visión de la guerra que despierta a Wonder Woman en plena trinchera, en una de las mejores secuencias de acción de lo que llevamos de año, que sirve como desenmascaramiento definitivo de la heroína, de su moralidad e ideales, así como de presentación del traje. Una secuencia que muchos directores de acción en general, y de cine de superhéroes en particular, deberían guardar en su videoteca personal para cuando quieran rememorar una lección magistral de épica en el cine. Jenkins pone el foco de atención en la protagonista, sin que nos perdamos en la acción de los grandes planos generales ni caer en el espectáculo pirotécnico (exceptuando su típico y tópico clímax final), haciendo un uso excelente del slow motion, que transmite toda la fuerza y contundencia del personaje y permite seguir cada uno de sus movimientos. En sus infinitas virtudes, cuesta destacar algún aspecto negativo del film, que adolece de los mismos problemas que la mayoría de películas de orígenes de superhéroes: la escasa enjundia de los villanos. Hasta tres llegan a aparecer en pantalla, pero es la Doctora Veneno de Elena Anaya la que deja el regusto amargo de una oportunidad perdida.
Wonder Woman es un magnífico blockbuster que sabe combinar la aventura y la acción superheróica sin descuidar un guion en el que tiene cabida la crítica social, el alegato antibelicista y una extensa radiografía de la moralidad humana. Diana comienza siendo una princesa algo ingenua, pero de la mano de Steve Trevor descubre que no todo se reduce a ser bueno o malo; que existen dobleces morales, que erramos y nos justificamos, que la bondad no es algo innato, pues en el alma humana existe toda una amalgama de matices que cada uno de nosotros luchamos por definir. Definitivamente, es la película que los fans merecían y DC necesitaba. Gracias a Patty Jenkins y Gal Gadot, las auténticas Wonder Woman, los ríos de tinta vuelven a su cauce.
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