El pasado viernes se celebró una nueva entrega del Welcome Estrella de Levante, el festival organizado por la marca cervecera para dar la bienvenida a los universitarios murcianos. Año tras año se ha ido convirtiendo en una de las fechas destacadas del año para los melómanos murcianos y es que es una suerte poder disfrutar de grupos internacionales como Wilco, Editors, The Hives, Franz Ferdinand o Crystal Fighters por tan poco dinero. Este año no fue distinto.
Pero eso que nos puede parecer una suerte también puede ser una de las partes negativas de este evento. Al poder conseguir entradas tan baratas, hubo años en los que su precio era de hasta 3€, la afluencia es masiva y se convierte en un plan más para juntarse con amigos y pasar la noche. Cuando eso ocurre la actitud del público deja mucho que desear haciendo que lo que realmente importa, disfrutar de los conciertos, no sea una prioridad. Aunque hay que decir que este año no hay demasiado de lo que quejarse en este aspecto.
Nunatak fueron los encargados de abrir la noche. Cogieron la peor hora del festival y la convirtieron en una demostración del buen momento que vive la banda de Cartagena, hasta el punto de ofrecer la actuación más destacada de la noche.
Con su último trabajo, «Nunatak y el tiempo de los valientes», están consiguiendo las oportunidades que hasta ahora se le resistían y están sabiendo aprovecharlas de la mejor forma posible. Se les ve más en forma que nunca sobre el escenario, sin complejos y sin miedos, capaces de hacer saltar al público con canciones como «Romper el cielo» o «El Grito» para después emocionarlos con «Solos» o «A miles de kilómetros».
Adrián, voz y líder del grupo, por fin se lo empieza a creer y el resto de la banda se ve contagiada por esa actitud haciendo que el directo sea más compacto y con fuerza que nunca. Van despacio, asegurando cada paso y cosechando seguidores por donde pasan. No están viviendo ningún boom pero con cada concierto al que asistimos estamos más seguros de que su camino es muy largo y aún están empezando a recorrerlo.
Tenemos que reconocer que La Casa Azul nos hubiera encajado más para cerrar la noche. Sus canciones pop invitan a la fiesta, a dejarse llevar y a bailar sin pensar en lo que nadie dirá. Y todo ello sin renunciar a la reivindicación, porque también es posible buscar el cambio y mejorar las cosas desde la alegría.
Guille Milkyway es uno de los artistas con más talento que tenemos en el país y esto es algo que ha sabido llevar a este proyecto. Y en mitad de todo ese fervor de saltos y bailes, tiene el valor de sentarse frente al piano y ofrecer a solas sus canciones más íntimas. Puede que no te sientas identificado con sus canciones ni con su estilo pero es imposible resistirse y no acabar bailando con él.
Igual porque la hora no acompañaba o porque tampoco soy fan aférrimo de La Casa Azul, pero al final puede que se te haga un poco monótono un concierto de más de una hora como el que ofreció en el Welcome y acabes aprovechando para ir a la barra a por otra cerveza más.
MGMT eran el gran atractivo de esta nueva edición. La banda de Middletown volvía a Murcia tras su paso por el SOS 4.8 Festival en 2011. Recuerdo aquel concierto como una de las grandes decepciones en directo que he vivido.
El problema de MGMT son sus dos grandes éxitos. «Kids» y «Time To Pretend» llevaron al grupo a lo más alto y esto es un problema cuando esas canciones no representan realmente el resto de tu música. Y esto volvió a jugarles una mala pasada en Murcia. El problema no es su directo, ni el resto de sus canciones, el problema está en las expectativas con las que uno va a su concierto y en desconocer el resto de su trabajo.
Aparte de esas dos canciones, también pudimos escuchar otros grandes temas que no gozan de tanta popularidad y que se asemejan más a la propuesta real de MGMT como «Electric Feel», «Me and Michael» o «Little Dark Age». Incluso se atrevieron con «Siberian Breaks», un canción de 12 minutos que me pareció una total declaración de intenciones del grupo: «Mirad, esto es lo que somos, si no os gusta lo sentimos pero no vamos a dejar de hacerlo». Todo ello en medio de una escenografía más que remarcable cargada de visuales con el objetivo de potenciar su psicodelia.
Mentiríamos si dijéramos que fue un concierto que recordaremos por mucho tiempo, pero sí que nos quitaron ese mal sabor de boca que nos dejaron hace siete años.
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