¿Qué es el miedo? ¿Es algo racional? Cuando nos quedamos en casa solos, por ejemplo, y escuchamos un ruido, no pensamos que pueda ser el sonido de un mueble o simplemente el viento chocando contra la persiana. Enseguida se nos viene a nuestra sugestionada mente la posibilidad de entes sobrenaturales o la sensación de que no estamos solos; la cuestión es echarle imaginación. ¿Vemos demasiado cine? Quizás sea eso.
El miedo es algo subjetivo, cada persona tiene sus propios miedos, pero ¿son miedos reales o fruto de una imaginación demasiado prolífica y sugestionada? No podemos dar una respuesta acertada a esta cuestión, pero si podemos decir que los medios de comunicación y la cultura popular se erigen como los dos grandes artesanos encargados de confeccionar nuestra imagen del miedo; o, por lo menos, parte de ella.
Estos temas son el leitmotiv dominante durante la mayor parte de la carrera de Amenábar, desde su corto Himenóptero, pasando por Tesis, Abre los Ojos, Los Otros o la recién estrenada Regresión. Amenábar siempre se ha preocupado por explorar los recovecos de la mente, de explorar los miedos desde una perspectiva psicológica, de realizar una tesis sobre el miedo y sus orígenes. Y ese, precisamente, es el gran logro de un chico que se inició viendo películas de Hitchcock y que no percibe sus thrillers como cintas de terror al uso, sino como un estudio psicológico encargado de desnudar la mente humana para hacernos ver cuan vulnerable es.
Muchas han sido las críticas que ha recibido la obra de Amenábar desde su estreno en el pasado Festival de San Sebastián. La película, encargada de inaugurar la sección oficial del festival, pero fuera de concurso, fue duramente vapuleada y se decía que el sello de Amenábar no aparecía por ninguna parte. No es así; se trata de una de las obras más personales del autor en la que su impronta y estilo se ve por todas partes, desde su diseño de producción a su atmósfera malsana y tóxica. Amenábar, de nuevo, vuelve a enfrentar a la ciencia y a la religión para hablarnos sobre el demonio, el mal y el miedo, en una película cuyo macguffin es el abuso ritual satánico, pero en la que podemos encontrar muchos puntos en común con su ópera prima.
En el filme, Ángela (¿homenaje a Tesis?), la chica interpretada por Emma Watson, que esta vez si aporta algo de «magia» a su interpretación, es victima de una serie de abusos sexuales por parte de su padre, al que también culpa, junto a su familia, de pertenecer a una secta satánica. El policía encargado del caso, Bruce Kenner (Ethan Hawke), como en permanente estado de ensoñación pero alerta, debe resolver el caso en un ambiente onírico e intentar no dejarse llevar por los prejuicios y el miedo, pues solo podrá resolver el rompecabezas si se impone la lógica y la razón por encima de todo. Para poder resolver el caso deberá utilizar las terapias de regresión, tan de moda en los 90, con el fin de que la familia de Ángela, que afirma no recordar nada, pueda rememorar lo sucedido.
A Amenábar le han sentado genial estos seis años de descanso, para poder hacerse una regresión a si mismo y hacer que sus personajes respiren de nuevo esa tensión y desasosiego que desprendían los pasillos de la Complutense, pero esta vez desde la gélida y lluviosa Minnesota. Amenábar, alumno aventajado de David Fincher y con cierto aire trudetectivesco, sigue cautivando, intrigando y horrorizando; y no por lo que muestra sino por su capacidad de insinuación y sugestión. Nos mete en la piel de Bruce Kenner y nos confunde, juega con nosotros, a sabiendas de que las piezas están dispuestas para el jaque mate, en un final que nos confirma que el mal habita entre nosotros. No importa el lugar; el mal y el demonio se materializan en cualquier sitio, realizando películas snuff o sacrificando personas y adorando a Satán.
Una nueva lección de cine de Amenábar en su vuelta al género de suspense. De la Universidad Complutense a Minnesota; pasan los años, pero los sueños de Ana Torrent y de Ethan Hawke no son tan diferentes. Y el sueño de Amenábar, ese chico que solo quería contar las historias que le gustaría ver como espectador, se sigue cumpliendo. Por muchos años, esperemos.
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[…] a Ethan Hawke —no confundir con Sam Rockwell— y darle una palmada en la espalda a Amenábar. La crítica de este filme ya la hizo Alejandro Gómez Andreo, pero también puedes ir con la mente despejada y, […]