Érase una vez un pueblo colmado de gente de todas las edades, de todos los rincones nacionales e internacionales. Érase una vez el calor, las cuestas empinadas y los olivos. Érase una vez el blues y la sierra. Érase una vez en Cazorla.
La decimonovena edición del Festival de Blues de Cazorla nos trajo grandes músicos y una ola de calor a la que los no acostumbrados tuvieron que combatir duramente. El que más o el que menos portaba un aspersor de agua para hacer menos duro el día en las plazas donde tenía lugar el blues. Lo importante, no obstante, era la música, la bebida y pasarlo bien.
El festival, puntual como siempre, comenzó a las 22:30 del jueves con Flavio Guimaraes dando una clase magistral con su armónico. Perro viejo el brasileño. Acertada elección para inaugurar el festival. Le siguió Fito y Fitipaldis, el mas popular de todos los artistas. Algunos puristas no debían estar muy de acuerdo con que el bilbaíno tocara allí ya que se oyeron silbidos entre canción y canción. Su actuación llenó la plaza con gente que básicamente no portó por allí mas que para verlo a él. Asimismo su música decepcionó. Con intentos de acercar al blues alguno de sus temas archiconocidos no llegó a estar a la altura de otros músicos que viven por y para el blues. Cerraron los poderosos mexicanos Mighty Calacas. Decía uno de sus temas que la cosecha de mujeres nunca se acaba. La cosecha de buenas rolas (canción en mexicano) y ambiente festivo, sus solos de bajo y armónica dejaron un buen sabor de boca para cerrar la primera noche.
El viernes hubo suerte de tener un sitio a la sombra y poder darle al tinto y a la cerveza mientras oíamos a 3 grupos. Destacaremos a los de aquí, a Carlos Vudú & Jukebox. Sin duda los mejores de la plaza Gambrinus el viernes. Mas rockeros, y con alguna versión de Calamaro y Extremoduro, se metieron al público jiennense muy fácilmente. Pinta bien la banda, y no sería de extrañar que repitieran pronto en el festival.
Ya de tarde en el auditórium J. A. Garcia Pitos, cantante de la mítica banda granadina 091, dio un recital de clásicos del Rock ‘n’ Roll y volvió a demostrar que sigue siendo la mejor voz del rock patrio. Fue una gran actuación la suya y la de Luca Giordano, virtuoso italiano de las 6 cuerdas.
La noche del viernes empezó guerrera. Little Mike, que parecía recién sacado de una prisión norteamericana, dejó al público boquiabierto con su maestría a la armónica. Con dos manos, con una solo, incluso sin manos la tocaba. Blues de muchos quilates, sin duda. Le siguió Janiva Magness, quién desgarró con su voz al público citado en la plaza de toros. Hablaban los mas fieles de que su actuación anterior en el festival fue mucho mejor, pero sin duda ésta fue muy grande. Anson fue, quizá, el mas flojo de la noche. La gente empezó a desaparecer, no conectó con el público. Para colmo, acabó el show sin despedirse. Me extrañaría que volviera a repetir en Cazorla. Por suerte cerraron los Nine Below Zero, quienes bien podían haber sido cabeza de cartel el viernes habida cuenta de cómo pusieron en pie a los bluseros. Blues y Rock del bueno, de la típica banda que donde va clava un conciertazo. Los Abueletes ingleses nos hicieron saltar.
El sábado y último día fue muy duro. Resaca y calor, mucho calor. Los conciertos del mediodía fueron bastante buenos y concurridos. Desafiando al calor nos dieron caña Lito, Chino, Blind Lemons y la única voz negra del festival esta edición: Suzzete Moncrief. La susodicha repitió por la tarde en el auditórium, donde muchos de los asistentes carecían de pulsera pero no de cerveza en la mano. Dos horas mas tarde comenzaba lo bueno en la plaza de toros. Los Coronas, rockeando con el surf por bandera, nos hicieron gozar. A sus temas originales nos dejaron un par de versiones instrumentales de clásicos de cine de barrio y cerraron con banda sonora de Pulp Fiction para disfrute del personal. Loza cantó el único tema no instrumental de la banda. Para los que quedaron encantados o fans en general del grupo, repiten en la playa de la Azohía el 31 de agosto en Rockola. El siguiente en escena fue el crack de Delaware Thorogood y su banda Destroyers, quienes apenas fueron iluminados ya que el artista principal se quedó con los focos y el show. Mucho y grande es el talento de este hombre del rock and roll. Gran show de voz, movimientos, gestos faciales. Toque de guitarra sin púa, empeñado en hacer divertir al personal. Otis Grand vino después a darnos una lección de guitarra eléctrica. Sus canciones sonaron impecables, y su rodeo entre el público por la plaza de toros es un gran detalle del espectáculo del norteamericano. Cerraron los sevillanos Milkiway Express, quienes mal empezaron por problemas de sonido. La plaza, para su desgracia, se fue vaciando mientras tanto. Para su suerte, sus canciones lo fueron arreglando poco a poco.
Y con esto se nos fue el festival. Cargado de blues y rock and roll para bueno y fieles amantes de dicha música que, sin duda, volverán a verse las caras el próximo Julio. Mientras tanto larga vida al blues, man.
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