11 de mayo 2017, 20:00 horas, un grupo reducido, de no más de 30 personas, se halla en la Plaza Circular esperando a que arranque un autocar hacia una localización aún desconocida. La premisa: una experiencia gastronómica única en un entorno privilegiado. Vamos a disfrutar de un exclusivo menú diseñado por el gran chef David López, regente de “Local de Ensayo” que gira en torno a la tres referencias principales de Cervezas Alhambra. Nos sobran los motivos.
Treinta y cinco minutos después, llegamos a un paraje espectacular a los pies del Cabezo Gordo, tras atravesar un camino de tierra bordeado de invernaderos y cultivos. Una finca rústica nos da la bienvenida a la luz del atardecer, hora y orientación estratégicas para deslumbrar al visitante. Con una Alhambra Especial en la mano, empiezo a conocer al resto de invitados: blogueras de moda, gerentes hosteleros, periodistas, empresarios diversos, todos unidos en la degustación de los primeros aperitivos y atentos a las explicaciones de Julio Cerezo. El “beer sommelier” de Alhambra nos explica con pasión y rigor las bondades de las diferentes referencias de la marca. Sabe que el oído es el sentido que falta para que la experiencia sea completa, así que se esmera. La cerveza sabe mejor tras sus palabras. Mientras tanto, conocemos a un orfebre local que está creando pequeñas piezas de artesanía local que más tarde se convertirían en un bonito obsequio para los asistentes, todo un detallazo.
Tras las formalidades y los aperitivos iniciales, nos conducen a nuestro “salón” particular: un vivero magnífico donde decenas de especies vegetales, locales y tropicales, rodean a los comensales. Iluminación tenue y cálida, música sutil y elegante, un ambiente único justo cuando el sol se pierde en el horizonte. David López y Julio Cerezo ejercen de perfectos anfitriones, presentando cada plato y bebida con maestría, complementando sus discursos a la perfección. Natación sincronizada gourmet.
David diseñó un menú con los cítricos locales como protagonistas en su particular homenaje a nuestra Región. Cada plato supera al anterior y cada explicación se volvía más precisa y también más tímida, rasgo de un gran chef cuya humildad iguala su buen hacer. Con el resto de los participantes, la tónica general era la opuesta: con cada sorbo y bocado se alegraban los corazones, se aflojaban las risas y se comenzaba a apreciar la singularidad de tan magnífico evento.
Julio, como buen sumiller, controló perfectamente los tiempos entre cerveza y cerveza, adaptó su discurso a la velocidad y empatía de los comensales y sorteó con complicidad los chascarrillos habituales en las catas cerveceras. Nos presentó a la protagonista de la noche, la Alhambra Reserva Roja, una lager intensa de 7’2 grados pero sutil y delicada. Una cerveza de “trago lento” para ser disfrutada en copa y sin prisa, perfecta para cenas de este calibre.
Estábamos encantados, el tiempo pasaba despacio. De vez en cuando mirábamos hacia arriba para comprobar lo curioso de cenar dentro de un vivero, todo tan exquisito y tan sencillo. Como una buena cena, una buena cerveza y una buena compañía.
Finalizó la velada y volvimos al punto de partida, con la sensación de haber vivido algo único, agradeciendo el esfuerzo y el cuidado de los organizadores del evento. Si la excelencia está en los detalles, ayer vivimos una experiencia excelente. Enhorabuena a David López, Julio Cerezo y a Alhambra, éxito rotundo.
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