El viernes vuelve La Maravillosa Orquesta del Alcohol a Murcia. Será su tercera vez en la ciudad pero mucho ha cambiado desde que vinieran por primera vez. Se han convertido en una de las bandas con mayor proyección y que mejores críticas ha cosechado estos últimos años. Aprovechando la ocasión hemos hablado con David Ruiz, voz del grupo.
La primera vez que hablamos con vosotros (puedes leerlo aquí) fue antes de vuestro primer concierto en Murcia allá por Febrero de 2013, desde entonces vuestra trayectoria solo ha ido hacia arriba, ¿cómo lo habéis llevado?
Centrados en lo nuestro, en hacer mejores canciones y dar mejores conciertos. Ensayando mucho, viajando mucho e intentando tener siempre los pies en el suelo.
¿Qué ha cambiado respecto a aquellos chavales que pasaban frío tocando en la calle? ¿Echáis algo de menos de aquella época?
Sí, se echan cosas de menos. La ilusión de los comienzos, la novedad de hacer las cosas por primera vez, la despreocupación que te da la ignorancia (risas)… pero no se puede pedir todo.
Lo que cambia es que cada vez das más conciertos, va más público a verte y los medios se interesan más por lo que haces, pero la base sigue igual que en el primer ensayo. Seguimos siendo los mismos chavales tocando en una habitación y nuestra filosofía sigue intacta.
Este verano no habéis tenido descanso y seguramente el próximo tengáis menos aún, ¿qué tal la experiencia de los festivales?
Muy buena. En los dos últimos años hemos estado en unos cuantos (BBK Live, Sonorama, FIB, Mar de Músicas, Arenal…) y eso nos ha permitido llegar a muchísima gente. Los festivales son una gran oportunidad y cuando sales al escenario y ves a miles de personas ahí delante es increíble.
Aunque nada como una sala para conocer el directo de una banda ¿no?
Ahí es donde hay que convencer al público, en las distancias cortas. En salas, en acústicos, en la calle…ahí sirven menos los trucos y se ven más las horas de local de ensayo.
¿Cómo surgieron las colaboraciones con María Rodes y Gorka Urbizu?
De la misma forma que en el primer LP con Quique González. Nos gusta lo que hacen, María en solitario y Gorka con su banda (Berri Txarrak) y les invitamos a participar en el álbum. Para nosotros las colaboraciones son una oportunidad de darnos el lujo de contar con músicos que admiramos, pero también de reivindicar la libertad de poder escuchar, tocar y mezclar diferentes estilos o intérpretes de «mundos» distintos, al margen de etiquetas o de lo que espera la gente.
“La primavera del invierno”, ¿la esperanza cuando menos motivos parece haber para tenerla?
Sí, porque es cuando más la necesitamos.
«Hay un fuego dentro y será vuestro peor enemigo»… La música es vuestra vida, pero supongo que a la vez también sois un poco esclavos de ella.
Nadie nos obliga a hacer esto. Sería de ilusos pretender que cada minuto del día sea perfecto y esto, como todo, tiene sus momentos malos, pero somos unos privilegiados.
Y ese fuego cada vez estás más vivo, ¿qué es lo que aviva para seguir luchando?
Levantarte cada mañana, respirar, estar vivo. Ese impulso instintivo que todos llevamos dentro y que debemos luchar por sacar. Y esa pelea, muchas veces, se libra contra uno mismo.
En “PRMVR” decidís robarle las vocales a la primavera, ¿por qué?
Pura estética. Hay un grupo que nos gusta que se llama RVIVR y siempre que leía el nombre veía «revivir», nos gustó y ya está.
A lo largo del disco hablas de seguir tu propio camino, del futuro, del destino… uno no puede evitar pararse a pensar en quién es, dónde está y a dónde va, ¿qué preguntas se te han pasado por la cabeza durante todos estos meses de composición?
Pues las mismas que a cualquier chaval que ve cada vez más cerca la edad adulta y más alejada la niñez…
¿Ha tenido algo que ver la fama que habéis conseguido a la hora de hacerse todas esas preguntas?
No creo que seamos un «grupo famoso», al menos no al nivel de otras bandas nacionales que sí son muy conocidas. Y creo que no, que nuestra evolución como personas sigue una línea independiente a la del grupo, aunque sería de ingenuos pensar que una cosa no afecta a la otra. Lo que sí tenemos claro es que no se pueden reducir vida, pensamientos y actos de alguien a su oficio. Ser persona engloba la música y muchas cosas más.
¿Es posible conducir el barco de nuestra vida o no queda más remedio que vivir la vida que nos dejen?
Cada día lo puedes ver de una de las dos formas (risas). Sinceramente, no tenemos ni idea, estamos igual de perdidos que cualquiera y precisamente eso es la banda para nosotros: una búsqueda a ciegas, por encontrarte a ti mismo, por intentar seguir un camino que no sabes a donde va.
¿Algún día dejaremos de ser un rebaño de títeres y empezaremos a vernos como rascacielos esperando su oportunidad?
La letra dice que somos eso, rascacielos esperando su oportunidad desde el suelo. Esperando para crecer, para poder subir, para brillar. Pero también puede entenderse como una crítica. Igual es que mientras estamos embobados mirando hacia arriba, perdemos la perspectiva y nos olvidamos de lo que está pasando abajo. Y más. Igual es que nos han hecho creer que la única meta es esa, llegar a lo más alto, solo para que no veamos lo que hacen con nosotros a ras de suelo…
Hace unos meses hablábamos con Alex de la banda KITAI y nos contaba cómo abandono un buen trabajo y una carrera prometedora por dedicarse a la música aunque eso significara trabajar haciendo pizzas por las noches. Para la inmensa mayoría eso es algo que cuesta entender… ¿qué tiene la música que os agarra tan fuerte? ¿es posible soltarse?
A mí me parece genial leer eso, me pone contento. Mientras siga habiendo gente que valora otras cosas por delante del dinero o que tiene una escala de valores y prioridades al margen de lo que se supone que es triunfar socialmente, quedará esperanza.
La música puede ir de la mano de la autodestrucción de uno mismo pero también salvarte cuando lo necesitas ¿cuántas veces os ha curado una canción?
Muchas. Puede que, aunque nosotros nos empeñamos en normalizar este oficio y en verlo más como un trabajo de artesano que de «artistas» iluminados y geniales (risas), hayamos olvidado que una barra de pan te llena el estómago pero una canción llena huecos mucho más allá, y ese poder casi mágico es algo que solo tiene la música.
Al escuchar en “Catedrales” que “El cinismo inunda los consejos” se me ha venido a la mente el mundo de la música, donde abundando los falsos gurus y la gente que intenta sacar provecho, ¿os habéis topado con alguno?
En la misma proporción en la que te los encuentras en un colegio de abogados, en un andamio o en el bar.
“Han atado nuestras manos con con las mismas manos con las que acarician a sus hijos antes de que duerman”. Me parece una de las frases más duras y a la vez más real de todo el disco, ¿da miedo la facilidad para hacer el mal de las personas?
Sí. Y también la falta de escrúpulos, la sangre fría y la poca conciencia de gente que en teoría son personas. De eso va la frase, de que los que nos están atando las manos no son diferentes a nosotros, no son ni robots ni una raza dedicada a la corrupción o al abuso de poder. Son «nosotros». Eso es lo que da miedo, esa transformación, esas dos caras en una misma persona, que es capaz de actuar sin ninguna humanidad, pero a las 3 horas parecer el padre perfecto. ¿Qué tiene en la cabeza alguien así?
En una banda tan numerosa como la vuestra debe ser dificil que todos reméis en la misma dirección, ¿qué es lo que os mantiene unidos por encima de todo?
El compartir una aventura por la que nadie daba un duro y haber ido haciendo un caminito juntos, paso a paso, nosotros mismos.
Y para terminar, ¿qué les dirías a aquellos que no permiten que un menor de edad entre a un concierto?
De todo menos bonito (risas)
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