Abraza sus miedos, los entiende, los enamora y los expulsa de su mente en forma de canciones. Es la clave para entender el optimismo en la vida real de Alberto Romero, alias Albertucho, alias Superhéroe de sillón. Lo malo de que los miedos se queden sin hogar, es que necesitan buscar otro, cual poltergeist. Por eso esa noche todos fuimos cobardes a ratitos, capitaneados por el mayor de ellos, el puto Capitán de los putos Cobardes. Por eso esa noche los valientes no eran bienvenidos.
Yo, fan incondicional (nivel colegiala de quince años); May, uno de los dos pilares fundamentales de este hogar que es C’mon Murcia (mucho más neutral). Ambos tuvimos demasiado tiempo antes de que el señor Albertucho se dignase a salir (hubo un retraso de casi dos horas), tiempo que aprovechamos para soltar sin tapujos todos nuestros miedos. Y qué cantidad teníamos, y con cuanta intensidad salían.
Resulta que, sin darnos cuenta, calentamos los motores con el mejor aceite porque, si algo tiene la música del Capitán Cobarde, es que da donde más asusta, justo justo en el centro del centro de la zona central de lo que más asusta. Y si hacía apenas unos minutos yo contaba a la fotógrafa que mi mayor miedo era hacer caso a mi corazón, Albertucho comienza demasiado pronto a hablar del pequeño dictador que llevamos en el pecho.
Porque es un dictador, y de los peores. Porque nunca hace ni puto caso cuando le dices que no es lo correcto. Porque, curiosamente, se toma muy en serio todo aquello que sabe que va a acabar destrozándolo. Masoca perdido, no tenemos más remedio que acatar sus decisiones, por malas que sean. Y no podemos sino aceptar que este sería un mundo muy triste si no fuese así. Por eso el Capitán Cobarde le grita “¡Deja de mandar!” y, aun con toda la ayuda de Sala B, sabemos que es inútil.
Y si hacía apenas unos minutos la señorita May me había contado cómo cometía un error tras otro, y otro tras este último, Albertucho comienza a hablar del pequeño monstruo conformado por todas las partes que ella rechaza y que, aunque aún no lo sepa, la hace grande. Como una serie de fotografías que conforma una sola imagen en la cabeza. Mucha gente persigue a nuestro pequeño Frankestein, antorcha en mano, y es responsabilidad de los creadores (nosotros) protegerlo a toda costa. Y quererlo casi que también.
Mi pequeño Frankestein es traicionero y ya nunca me visita, ni dibuja mis papeles. Tantos años dando forma humana a un sueño puñetero que no viene, y la espera me mantiene suspendido, en un sitio, donde juego a esconderme del tiempo, y engaño a un duende cabrón.
No podemos olvidar uno de los mayores miedos de la noche, uno que provocó tal unisono que hizo que las pocas personas que nos agolpábamos, sedientos de valentía, banjo y folk, cantásemos como un coro tan sincronizado que hasta daba miedo (que irónico todo): no tener ni puta idea de lo que importa y lo que no. O más bien saberlo demasiado tarde, que es aún peor que no enterarse nunca.
Hubo alegría, claro que sí. Literal y figurada además. Hubo primavera en Sevilla, sol y cerveza (cruzcampo, no todo podía ser bueno). Hubieron tetas botando, guerras civiles, piano y odas a una madre. El capitán dice que el que no quiere a una madre, es porque es un hijo de puta, y nadie puede quitarle la razón a un capitán. Así que sí, hubo mucho más que miedo, pero qué queréis que os diga, fotógrafa y cronista somos de naturaleza pesimista. Y he de decir que nos fuimos algo más ligeros esa noche, aunque solo fuese esa noche…
Aprendimos a estar besando a los demonios, cantándole al agobio
las nanas del azar. Observando el blanco y negro aprendimos a saber que es el color, arcoíris que aparece de repente y se lleva lo peor.Aprendimos a mirarnos con los manos y a tocarnos con la voz.
Con el tiempo aprendimos, a la fuerza, lo que importa y lo que no.
2 Comments
EL Alberto ROmero o capitan cobarde o Albertucho este es un imbecil y un fantasma . Un personaje pésimo y un oportunista . Ójala tipos de este perfil no se les diera ninguna oprtunidad. EL concierto fue una basura .
[…] final del conciertazo de Capitán Cobarde, el público ebullecía. Los Chikos del Maíz y Habeas Corpus salieron a escena para mostrar en […]